Inversión sostenible y ESG

COP26: ¿Punto de inflexión o una más?

Banderas sobre la COP26 ondean en las inmediaciones de la sede del evento en Glasgow. Foto: iStock

En el momento de escribir estas líneas, acaba de comenzar en Glasgow la conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático, conocida como COP26. En ella, están depositadas esperanzas de mayores avances en la mitigación del cambio climático, ya que tras la reciente reunión del G-20, sólo se ha podido llegar a un acuerdo de mínimos, en el que se comprometen a esforzarse para limitar el crecimiento del calentamiento global a 1,5 grados en los próximos años y a cumplir con el objetivo de descarbonización en torno a mitad de siglo. Todo ello con una condición importante: "En base a las circunstancias nacionales". Por lo que la declaración deja bastante arbitrariedad a los países para tomar las medidas necesarias cuando lo consideren oportuno. Consulte más artículos de opinión en elEconomista Inversión sostenible y ESG.

Echando la vista atrás, estas conferencias fueron establecidas en el seno de Naciones Unidas por la Convención Marco de Cambio Climático, en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, donde se identificaron tres procesos biofísicos de alto riesgo: la desertificación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Si bien desde entonces existen las tres convenciones, la más conocida es la última.

Desde 1995, tras la entrada en vigor de los acuerdos alcanzados en la Convención de Río, se han venido celebrando anualmente estas conferencias, con desigual trascendencia. Destaca la COP1 Berlín (1995), ya que es la primera en la que se reconoce oficialmente el problema que supone el cambio climático. Posteriormente, la COP15 Copenhague (2009), trata de mejorar Kioto (COP3, 1997) e introduce el objetivo de limitar las emisiones de carbono y el aumento máximo de la temperatura media mundial. Y finalmente, entre las más relevantes se sitúa la COP21 París (2015), pues supuso un antes y un después en la lucha contra el cambio climático. Por primera vez, se llevaba a cabo un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante (Acuerdo de París), que fue adoptado por 196 partes.

Ojalá que la convicción inspire a los líderes de esta Convención de Glasgow y marque un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático

Dicho Acuerdo tenía como objetivo principal limitar el calentamiento mundial a por debajo de 2 y preferiblemente 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. Y también establecía el marco para el apoyo financiero, técnico y de creación de capacidad a los países que lo necesitaran.

En el ámbito económico, la iniciativa recae en países desarrollados en la medida de prestar asistencia a países más vulnerables. El Acuerdo mencionaba la creación de un paquete financiero para ayudar a países menos desarrollados, que movilizaría 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.

La pregunta en este momento es, ¿cómo llegamos a esta COP26 en el cumplimiento de esos objetivos? Organismos internacionales han advertido de que, incluso si todos los compromisos actuales de los gobiernos con respecto a las emisiones netas se aplicaran en su totalidad, solo se lograría el 20% de los recortes de emisiones necesarios hasta 2030, para conseguir el objetivo de cero emisiones para 2050. Es claro el punto en que estamos y la urgente necesidad de acelerar el avance.

Para ello será clave no sólo la firmeza y consenso en los compromisos, sino la disponibilidad de recursos. En este sentido, el paquete financiero del Acuerdo de París, aún no se ha movilizado. Todo apunta a que será uno de los puntos importantes de la COP26, aunque estamos en un contexto complicado para los países por la situación de sus finanzas públicas tras los efectos de la pandemia y, por las tensiones por la reciente escalada de precios energéticos. De ahí que se torne crucial el papel de la financiación privada para apoyar la lucha contra el cambio climático. La regulación, en lo que afecta en particular al sector financiero, está poniendo el foco en la medición de los objetivos de sostenibilidad climática. Pero como en todo, lo importante es actuar por convicción y no sólo por obligación. Ojalá que esa convicción inspire a los líderes de esta Convención de Glasgow y marque un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático.

Raquel Blázquez es jefe de Gestión de Inversiones Banca Privada Ibercaja.

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