La banca española respiró ayer una bocanada de aire fresco como hacía tiempo que no lo hacía. Las fusiones bancarias parecen ser el único catalizador creíble para un mercado hastiado de hablar de tipos de interés en mínimos históricos y una vez que el dividendo del sector ha quedado suspendido hasta nueva orden.

Arranca el nuevo curso financiero tras un verano que no ha dado tregua con la fusión en ciernes anunciada por CaixaBank y Bankia este viernes. Una de las mayores incertidumbres que falta por resolver es qué peso dentro de la futura entidad corresponderá a cada una de ellas, a sabiendas de que será el banco catalán quien aglutinará la mayor parte del poder. Después de que ayer se hicieran públicas las negociaciones, el mercado respondió con abultadas compras por parte de los inversores, sobre todo en el caso de Bankia, que llegó a subir un 32,9% en bolsa, lo que elevó su capitalización en 1.045 millones de euros. En el caso de CaixaBank la subida fue del 12,4%, lo que implica una capitalización de 12.202 millones, 1.343 más que al cierre del jueves.

Los banqueros de antaño se han extinguido del mapa europeo y lo que queda hoy en su lugar son una especie de ingenieros financieros que se doblan la espalda buscando cómo obtener rentabilidad en un terreno que está seco. Sería sencillo culpar a la crisis financiera actual de esta situación, pero lo cierto es que hacer rentable a un negocio como el bancario lleva siendo muy complicado desde hace varios años, aunque sin duda ha ejercido una presión sin precedentes para que los banqueros centrales perpetúen sine die el valor prácticamente nulo de su materia prima: el dinero.

El peso que corresponderá a Bankia y CaixaBank si finalmente se resuelve con una futura nueva entidad será muy desigual, en favor de la entidad catalana, aunque Bankia puede jugar una baza para lograr algo más de peso en esta operación: el exceso de capital. Solo tomando como referencia la capitalización, a cierre de ayer, Bankia representaría el 22,6% de la entidad resultante. Hoy, tras las alzas en bolsa de hasta el 30%, este porcentaje roza una cuarta parte.

SIX ha comunicado este jueves a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) su intención de exigir la venta forzosa de las acciones de Bolsas y Mercados Españoles (BME) que no estén en su poder al cierre de este sábado, 5 de septiembre, para así completar la operación por la que se hará con el 100% del capital del gestor nacional.

El Mercado Alternativo Bursátil (MAB) inicia una nueva etapa con nuevo nombre, BME Growth, y nueva estructura bajo el sello SME Growth Market europeo (Mercado de crecimiento de pymes, en castellano), una denominación con la que ya cuentan homólogos como la bolsa francesa (EuroNext), alemana (Deutsche Boerse), italiana (a través de la London Stock Exchange); además de la bolsa de Polonia, Croacia, y entre las nórdicas, Suecia. El objetivo es facilitar el acceso a la financiación de las pequeñas empresas, con una menor documentación -lo que implica tiempo y costes que muchas no pueden asumir- y con un sello de calidad respaldado por la Unión Europa.

La banca europea no encuentra un salvavidas ante la crisis actual y sus valoraciones siguen hundiéndose, con los tipos de interés en la eurozona en mínimos y sin previsión de que pueda cambiar este escenario en años. La diferencia para las entidades españolas esta vez y frente a otras crisis -como la de 2010/2012 en el sur del continente- es que Latinoamérica se ha convertido en otro factor de incertidumbre. Las 25 mayores entidades europeas cotizan a precios que reflejan, con estimaciones para 2021, algo menos del 60% del valor actual de sus fondos propios. Hay serias dudas de que las provisiones que están realizando los bancos europeos sean suficientes para cubrir el aumento de la morosidad que se prevé conforme avance la crisis actual. Y estos interrogantes provocan que a algunas entidades se les exija, incluso, un mayor descuento, síntoma de las dudas de los inversores sobre el negocio bancario.

Regulación de los mercados financieros

El regulador europeo del mercado (ESMA) ha publicado un informe en el que concluye, en contra de la opinión de la Comisión Europea, que la normativa MiFID II no está perjudicando al análisis de las compañías cotizadas.

Six excluirá de bolsa a BME, previsiblemente, antes de que acabe el mes de septiembre si se cumplen los plazos después de superar el umbral del 95% del capital, mínimo fijado por el gestor suizo para poder llevar a cabo de la venta forzosa de las acciones que quedan aún hoy en manos de pequeños inversores.