Periodista económico

Ha sido llegar las primeras asignaturas pendientes y el primer examen parlamentario de la legislatura para destapar la verdadera índole dictatorial de este Gobierno, torticeramente autocalificado de progresista, pero autoritario y despótico con quienes no le aplauden ni le bailan, y sumiso y servil ante quienes le sostienen y le mandan.

No es la primera vez que decimos que las cifras oficiales del paro del SEPE tienen más trampas que las encuestas de Tezanos. Pero esta vez, con los datos de 2023 el maquillaje no sólo tapa las múltiples arrugas de nuestro mercado laboral, sino que oculta los evidentes síntomas de agotamiento y una ralentización del crecimiento económico que está afectando ya al empleo.

Mientras adivinos y nigromantes se esfuerzan en predecir como será este 2024 que se inicia y el común de los mortales se dedican simplemente a desear felicidad, los analistas y servicios de estudios coinciden y lo tienen muy claro: será un año crispado, para la economía y, especialmente en España en el ámbito político y electoral.

Prometía enfáticamente la propaganda del Gobierno que los fondos europeos serían el motor decisivo y necesario para la trasformación de la economía y del país. Sin embargo, la realidad de lo datos de ejecución y concesiones muestran que estos fondos no se están utilizando en su mayor parte para reactivar al sector privado, especialmente a las pymes, y para relanzar la economía productiva española. Al contrario, como resalta el último informe de la Intervención General del Estado correspondientes a la ejecución presupuestaria de los fondos de la UE en 2023, una parte importante de las ayudas del denominado Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) se está empleando para subvencionar organismos públicos que nada tienen que ver con el cambio de modelo de crecimiento ni con la modernización de la estructura económica y social.

Cuando el año 2023 da ya sus últimos estertores, lo mejor que se puede decir de él es eso, que se acaba. Un año que mi amigo José Luis Fernández, director del Gabinete de Estudios de USO, calificaba acertadamente como el año de los cambios de opinión y que, como consecuencia de esos múltiples “cambios de opinión”, -así llaman ahora en el Gobierno a sus mentiras- podemos definir también como el año en que vivimos peligrosamente. Tanto que el 2024 que se inicia nos va a pillar al borde del precipicio político, institucional, económico y social.

Dice, con verdad, el refranero que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Y eso es lo que está empezando a pasar con la política fiscal, esquilmatoria y abusiva, del Gobierno, confirmando una vez más la veracidad de la curva de Laffer cuando afirma que aumentar los tipos impositivos por encima de un determinado punto provoca una disminución en la recaudación por ingresos fiscales.

En cualquier país normal, democrático y con un gobierno al servicio de sus ciudadanos, y respetuoso con la libertad de empresa y el libre mercado, podría parecer una sublimación del surrealismo o una broma de mal gusto, pero aquí y ahora es tan real como la vida misma. Porque resulta que el país con más de 3,2 millones de parados reales, líder destacado en el desempleo de la UE duplicando la tasa de paro de los veintisiete, es también el Estado que más palos pone en las ruedas para crear nuevos puestos de trabajo, mientras distorsiona deliberadamente las estadísticas de empleo.

Si no conociéramos al personaje y el sectarismo que practica levantando muros, no sólo en España sino también en su política exterior, resultaría sorprendente que Pedro Sánchez no sólo no asistiera a la toma de posesión de Javier Milei como nuevo presidente de Argentina, sino que ni siquiera enviara a un ministro, de los muchos innecesarios que tiene en su Gobierno, para acompañar al Rey Felipe VI. Un hecho insólito en el protocolo español desde la época de Alfonso XIII, y un desprecio soberbio e imprudente a Milei y al pueblo argentino, pero también al jefe del Estado español.

Cuando una sociedad vive instalada en el despotismo, el conformismo y la mentira todo vale porque todo lo admite, lo soporta, lo tolera y hasta los números y los dineros se manipulan, se tergiversan y se utilizan en beneficio del que manda y para pagar votos cautivos, favores y apoyos a la investidura.

Atendía, entre interesado y expectante, a los actos conmemorativos del 45 Aniversario de la Constitución sin poder olvidar las omisiones, ofensas y agresiones que nuestra Carta Magna sufre hoy por parte del Gobierno que debería defenderla y de sus socios enemigos de España y de las libertades. Circunstancia esta que me llevó a evocar el profético libro de los profesores de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en el que bajo el título de Cómo mueren las democracias alertan sobre la debilidad de los sistemas democráticos para protegerse de la amenaza de los populismos y de esos políticos que cuando alcanzan el poder, erosionan los usos y costumbres democráticos.