El castigo tributario a los llamados ricos que caracteriza a España, ya sea gravando sus rentas o la mera posesión o transmisión de su patrimonio, está muy lejos de ser un fenómeno nuevo, originado por el revés que las nuevas medidas de Hacienda supondrán para estos contribuyentes. Muy al contrario, las comparativas fiscales más recientes de la OCDE demuestran cómo nuestro país se encuentra en el Top 5 de Europa en cuanto a la magnitud del tipo marginal más alto que se aplica en el Impuesto sobre la Renta.

El presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, abrió esta semana la carrera entre las autonomías socialistas por rebajar impuestos y otros barones del PSOE no han dudado en seguir por la vereda ya abierta. Es el caso de Castilla La Mancha, Aragón, Canarias, Navarra y Cantabria (donde el Gobierno del presidente Miguel Ángel Revilla está sostenido por una coalición de los socialistas con el Partido Regionalista Cántabro).

Los más de 14 meses transcurridos desde que el Gobierno aprobó su Plan de Recuperación, respaldado por las ayudas europeas Next Generation, constituyen ya un tiempo suficiente para hacer un primer balance de la gestión de las ayudas.

Desde hace años existen dos Españas cada vez más opuestas desde el punto de vista del tratamiento impositivo a la riqueza, y esa realidad también salta a la vista de los inversores extranjeros. El análisis de la llegada de capitales foráneos a nuestro país muestra cómo estos rehúyen, con creciente intensidad, a las autonomías que se caracterizan por castigar impositivamente la posesión o transmisión de la riqueza, a través de altos tramos de IRPF, o la aplicación sin apenas bonificaciones de los tributos de Patrimonio, Sucesiones y Donaciones.

Economía

La fiscalidad autonómica constituye una intrincada maraña de impuestos propios y cedidos en los que cada año hay numerosos cambios. Con todo, entre ellos, destacan cuatro figuras fundamentales (el tramo autonómico del IRPF, Patrimonio, Sucesiones y Actos Jurídicos Documentados) en las que los cinco territorios gobernados por el PP están actuando simultáneamente, mediante rebajas tributarias.

El incremento de la recaudación por impuestos, debido en gran parte a la alta inflación, no sólo permitirá sufragar por completo el plan anti-crisis del Gobierno (valorado en 30.000 millones por el presidente Sánchez). Además, una vez descontados los recursos que esa iniciativa absorberá, quedará aún disponible un sobrante de 15.000 millones destinado a las arcas públicas.

El problema de la pérdida de riqueza que sufren los españoles está muy lejos de limitarse a los daños que provocan los altos precios actuales. El empobrecimiento se remonta en el tiempo más allá de la actual crisis, e incluso de la provocada por el coronavirus. Lo demuestran lo datos más recientes de Eurostat, al revelar que España es el país en el que más ha descendido el PIB real (del que se excluyen los efectos coyunturales de la inflación) por habitante, coincidiendo con el periodo de Gobierno del presidente Pedro Sánchez.

Nacional

Los rumores que han circulado insistentemente durante todo el verano, sobre el creciente distanciamiento entre el Gobierno y la clase empresarial, se han confirmado. Hasta el punto de que el tradicional acto de inicio del curso político que Moncloa organiza todos los años no contará en esta ocasión con ningún representante del Ibex 35.

Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) más reciente, relativa al segundo trimestre de 2022, muestran que las comunidades autónomas siguen tomándose con calma la racionalización de las plantillas de su Administración pública, pese al impulso que han experimentado en los últimos años. Aun cuando se ha producido una cierta reducción respecto al primer trimestre de este año, lo cierto es que el número de funcionarios y personal asalariado se sitúa en 2,03 millones de personas, un 15% por encima de los 1,7 millones de promedio que mostraba antes del estallido de la pandemia.

Economía

El proyecto de firmar un Pacto de Rentas para combatir los efectos de la alta inflación vuelve a ponerse sobre la mesa, tal y como ya hizo el Gobierno en el primer trimestre de este año. Ahora, sin embargo, hay una diferencia clave dado que las partes implicadas en la negociación ven "más posibilidades" de que el acuerdo para limitar sueldos y beneficios empresariales llegue a buen puerto. La causa estriba en la mayor receptividad de los sindicatos a dejar a un lado las subidas salariales cuantiosas e inmediatas y abogar por diferirlas en un plazo de tres años.