Redactora de mercados, con el foco puesto en las finanzas personales y en los fondos de inversión.
Análisis

Anda el mundo de la gestión de activos en España conteniendo la respiración para que las enmiendas presentadas por el Grupo Socialista al Proyecto de Ley de Medidas de Prevención y Lucha contra el Fraude Fiscal, que recogen aspectos relacionados con las sicavs, salgan adelante. Una vez asumido que es imposible luchar contra el estigma de este tipo de sociedades de inversión, unido al empeño de Unidas Podemos, socios del gobierno de coalición de Pedro Sánchez, en presentar esta norma como su bandera en la lucha contra las grandes fortunas, la suerte de estos vehículos estaba echada, a pesar de que tributan exactamente igual que los fondos de inversión.

En septiembre de 2019, Mapfre se hizo con una participación en Abante del 10%, ampliable hasta el 20% a través de una opción que vencía en junio de 2022. Ambos grupos han anunciado que se va a hacer efectiva esa segunda toma de participación de forma anticipada, del otro 10% restante. "Vemos una posibilidad muy importante de alinearnos más y que con esos recursos que se van a generar seremos capaces de integrar más proyectos de gente como nosotros, que quiere poner al cliente por delante", explicó Santiago Satrústegui, presidente de Abante.

La industria de inversión está presionando para que las sicavs cuenten con un régimen de transición, sin peaje fiscal, que permita traspasar el dinero invertido en estos vehículos en instituciones de inversión colectiva (IIC) domiciliadas en España, de tal forma que el volumen patrimonial de 27.598 millones de euros que manejan en la actualidad -que representa el 9% de los activos bajo gestión entre fondos y sociedades de inversión españoles-, con datos de finales de 2020, se queden dentro del mercado doméstico y se pueda mantener la economía de escala que genera para las firmas de inversión nacionales. Además, les gustaría un período de permanencia mínimo para evitar fugas a medio plazo.

Un café con... Jacobo Blanquer, consejero delegado de Tressis Gestión

El Ibex 35 vuelve a ser uno de los índices más rezagados de Europa, a pesar de que en 2020 fue la plaza más castigada. Su potencial por fundamentales para los próximos doce meses también es inferior al de otras bolsas. "El Ibex 35 no tiene empresas de crecimiento fuerte y eso explica su valoración más ajustada", explica Jacobo Blanquer, consejero delegado de Tressis Gestión, que repasa la situación de mercado actual.

Los mercados emergentes ofrecen una de las mayores oportunidades de inversión en 2021. Este fue uno de los mensajes más repetidos en los informes lanzados por los bancos de inversión a finales del año pasado, en los que detallaban su posicionamiento para el presente ejercicio. Solo un mes después, la última encuesta de Bank of America refleja que el 62% de los gestores sobrepondera estos mercados en sus carteras, cifra que por sí sola no dice nada pero que es la más elevada de la historia. Dentro de las bolsas emergentes, la que ha tomado la delantera con sus subidas es la rusa. Desde que el mercado empezó a recuperarse, a principios de noviembre, tras el anuncio de Pfizer, ésta repunta más de un 19%, más que ningún otro parqué emergente. Solo en lo que va de año suma más de un 5%, un porcentaje que solo supera, y por poco, la bolsa de China.

El optimismo que se respira en las bolsas, ante la expectativa de que los efectos de las campañas de vacunación se empiecen a notar en la economía en la segunda mitad del año, provoca ya que una cartera agresiva gane, en un solo mes, casi un tercio de la rentabilidad esperada para todo el año. En concreto, los fondos mixtos de este tipo, que invierten el grueso en bolsa, obtienen ya un 1,41% hasta el 18 de enero, según datos de Morningstar -lo que significa que no recoge la subida de Wall Street del miércoles, por ejemplo, que volvió a dibujar otro máximo histórico coincidiendo con la investidura de Joe Biden-. Es prácticamente una tercera parte del rendimiento esperado de la bolsa, que se acota al 4,9%.

Los españoles aportaron 1.327 millones de euros a los planes de pensiones del sistema individual el año pasado, la mayor cantidad desde 2009. Pero como sucede siempre, el 68% de todo ese dinero (906 millones de euros) entró en diciembre. No fue uno cualquiera: fue el último en el que los españoles pudieron descontarse con sus aportaciones hasta 8.000 euros en la base imponible del Impuesto de la Renta a las Personas Físicas (IRPF), frente a los 2.000 euros a los que el Gobierno ha limitado esta ventaja este año.

La rentabilidad esperada de los bonos basura, con alta probabilidad de impago, se ha convertido en otra señal de la recuperación, al reducirse hasta el 4,56% en las últimas semanas, según los índices de Bloomberg y Barclays. Nunca antes fue tan baja. Es más, llevaba siete años moviéndose por encima del 5%, desde 2014, y en marzo del año pasado, cuando la pandemia mostró su peor cara, llegó a subir hasta el 12% mientras su precio se hundía ante el deterioro de la situación económica y el miedo a que los impagos se disparasen. Fue una cota que no visitaba desde la crisis de 2008, cuando escaló al 21%. Sin embargo, la expectativa de rentabilidad actual, reducida al 4,56%, solo supera en 3,15 puntos a la de la deuda corporativa con grado de inversión, una diferencia que roza mínimos de septiembre de 2018, a medida que se aleja el riesgo de insolvencia.

Bestinver reduce la inversión mínima de tres de sus fondos de inversión, de 6.000 a 100 euros, para atraer el ahorro huérfano de los planes de pensiones, tras el recorte en el importe deducible, que el Gobierno baja de 8.000 a 2.000 euros este año e incentivar el ahorro periódico. Para ello, la gestora disminuye la cantidad exigida a las aportaciones adicionales, de los 1.000 a 50 euros.

La diferencia, en cuanto a rentabilidad, entre comprarse un bono americano a 10 años y recibir los dividendos de las cotizadas del Dow Jones se ha ido estrechando en las últimas semanas, después de que el primero cruzase, en la madrugada del martes, la barrera del 1% por primera vez desde marzo -tras ello, se mueve en el entorno del 1,07%-. Pero aun así, pese a su repunte, los pagos de la bolsa americana todavía ofrecen 90 puntos básicos más de rentabilidad que la deuda, en la que, además, el riesgo asumido por el inversor es asimétrico debido a que el margen para ganar es estrecho, y el de perder es amplio en un contexto en el que no se esperan subidas en el precio oficial del dinero en 2021 y sí que crezca, sin embargo, la inflación.