Redactora de elEconomista

El sector tecnológico está comportándose según lo esperado en un contexto en el que el mercado ha comprado unos tipos de interés altos por un largo tiempo. Tras la caída del martes, del 1,87%, que la dejaba como la segunda industria más bajista de la jornada –sólo por detrás del real estate– y la segunda que más pierde en lo que va de mes –detrás del de consumo y servicios–el segmento europeo desciende hasta niveles que no visitaba desde principios de año.

El lunes bañado de rojo que vivían las principales bolsas del Viejo Continente se reflejó con la misma intensidad en el sector de los recursos básicos, con el segmento que engloba el Stoxx 600 con pérdidas del 0,80% en la jornada –aunque llegó a ceder hasta un 2,5% intradía–, y con las acereras Acerinox y ArcelorMittal en mínimos anuales, después de dejarse sendos 1,11% y 1,31% en la sesión de ayer.

Cuando llegan las primeras capturas del día al puerto ya hay potenciales compradores esperando a las puertas de la lonja para valorar la calidad del género. No es que vayan a comprar los primeros lotes que vean a cualquier precio. Están calculando cuál puede ser su punto de entrada cuando abra el mercado. Ocurre lo mismo con las salidas a bolsa.

Unas cifras más que exitosas en la mayoría de entidades bancarias no sorprenden en un contexto protagonizado por las subidas en los tipos de interés para intentar contener la inflación, por lo que esta medida aporta a la rentabilidad de su negocio y sus beneficios por intereses.

La temporada de precios más bajos ya terminó, al menos, para el mercado americano, que ya no ofrece descuento con sus medias históricas. Los últimos movimientos del S&P 500 terminan de borrar el abaratamiento que tenía con su propia media de años anteriores, con un PER (veces que el beneficio se recoge en el precio de la acción) de 20 veces, que deja al índice con una prima de 6,5% con respecto a su precio promedio de los últimos 10 años y del 19% con las últimas dos décadas, según datos de Bloomberg.

En una jornada liderada, una vez más, por el guion de la política monetaria, BBVA consiguió borrar las pérdidas que registraba desde la eventual crisis bancaria que azotó a las entidades de este y el otro lado del Atlántico el pasado mes de marzo. El rebote del 2,46% que anotó en la sesión del miércoles lo ubica como el único banco español capaz de olvidar la caída que ocasionó los derrumbes de SVB y Credit Suisse, así como los que le sucedieron después, y ya alcanza nuevos máximos anuales, con niveles que no visitaba desde 2018.

Hay que remontarse hasta el pasado mes de marzo, en plena crisis bancaria, para ver una caída similar en las acciones de Société Générale, una de las principales empresas europeas de servicios financieros. El banco francés perdía en la jornada del lunes un 12,05%, que le dejan en niveles que no visitaba desde el mes de julio, tras presentar la actualización de un plan estratégico que decepcionó al mercado.

Tras un verano de calma en el parqué, la vuelta al cole no sentó especialmente bien en las bolsas, que encontraron una excusa para corregir en los primeros compases de septiembre. Esta semana, sin embargo, las compras vuelven a la carga en este lado del Atlántico, y el Ibex 35 suma un saldo del 1,98% en estos últimos cinco días, frente al 1,37% de Europa. Pese a que el viernes culminaba finalmente con tibias pérdidas para el índice español, aguanta en positivo en la primera quincena de septiembre, con un 0,46%, frente a las pérdidas del 0,05% de Europa. Ayer, además, se celebraba lo que en argot bursátil se conoce como cuádruple hora bruja, una jornada en la que coincide el vencimiento trimestral de futuros y opciones sobre índices y acciones y que sucede el tercer viernes de marzo, junio, septiembre y diciembre.

Con el final del verano, los pagos al accionista vuelven con fuerza al calendario español, tras dejar atrás unos meses caracterizados por la sequía de dividendos. Entre los más cercanos, el mercado espera para el próximo octubre el de BBVA, que es también uno de los más atractivos a precios actuales, con una rentabilidad del 2%.

Se dice sobre las empresas familiares que la primera generación las crea, la segunda las hace grandes y la tercera las destruye. En el caso de Puig, la tercera generación será la que la saque a bolsa. La compañía tardó 100 años en alcanzar los 1.500 millones en ventas, pero entre 2019 y 2022 saltó de los 2.500 millones de facturación hasta los 3.620 millones y un beneficio de 400 millones. El siguiente paso natural –esperado durante años en el sector– es el salto a los parqués, aunque vistos los comparables que se manejan en el sector del lujo parece complicado que se alcancen los 8.000 millones que desliza el entorno del mercado. Los cálculos realizados por elEconomista.es en base a los múltiplos actuales de rentabilidad valoran la firma perfumera catalana en alrededor de 6.400 millones de euros.