El 11 de noviembre se celebra en China el Día del Soltero, el mayor evento de compras del mundo. La propuesta que inventó Alibaba en 2009 para conmemorar a quienes no celebran San Valentín -y de paso incentivar el consumo- ha ganado una enorme popularidad. Sin embargo, el auge de este día parece estar tocando techo. Este año, con el país en medio de una recesión inmobiliaria y el parón por el coronavirus que sigue lastrando la actividad, la jornada será como una prueba de algodón para testar el vigor económico de China. Y, de paso, el del resto de sus clientes occidentales.

La sequía va a obligar a parar la mayor planta hidroeléctrica de Endesa en España. El mes pasado ha sido el octubre más cálido desde que hay registros y el cuarto más seco. Si la situación continúa, la energética tendrá que cerrar su central de Mequinenza, en la provincia de Zaragoza, como explica la compañía a elEconomista.es. Sería la primera vez en la historia que la instalación interrumpe su actividad por este motivo, la falta de agua.

Los bancos portugueses tendrán que renegociar las hipotecas con los clientes que tengan dificultades para hacer frente a sus cuotas debido a las subidas de los tipos de interés. El Consejo de Ministros luso ha aprobado el decreto ley, que obliga a las entidades financieras a ofrecer soluciones a las familias más endeudadas.

El 28 de octubre es el día en el que Elon Musk y Twitter tienen que cerrar el acuerdo de compra. Mañana finaliza el plazo que el tribunal dio a ambas partes para sellar la transacción, si no querían resolver sus diferencias en el juicio. Y todo parece que la intención es concluir, de una vez por todas, con la operación. Ello convertiría al hombre más rico del mundo en el dueño de la red social. Y Twitter dejará de cotizar en la Bolsa de Nueva York.

Los resultados de Alphabet y Microsoft han decepcionado. Era difícil que no lo hicieran porque, para ello, las tecnológicas tenían que mantener el frenético ritmo de crecimiento de los últimos años. Sin embargo, las empresas más grandes de Wall Street también están notando que la economía pierde fuelle y que sus clientes de todo el mundo se aprietan el cinturón. Es lo que revelan sus cuentas: hay una ralentización.

Adidas ha cortado con Ye, más conocido como Kanye West. La firma de moda deportiva ha puesto fin a la relación de siete años que mantenía con el rapero estadounidense. La marca ha anunciado la decisión este martes y ha detallado que la ruptura le costará 250 millones de euros en el próximo trimestre. Además, ese futuro impacto ya se descuenta en el mercado, donde la compañía ha renovado su mínimo anual.

Apple ha actualizado las normas de su tienda de aplicaciones y una de las principales novedades que ha incluido es que permite la compraventa de tokens no fungibles (NFTs, por sus siglas en inglés). Eso sí, las transacciones están sujetas al 30% de comisión que cobra la firma de la manzana.

El 19 de octubre es un día grabado en la mente de los inversores. Hace 35 años, el mercado vivió el peor día de toda su historia, con caídas superiores al 20% en algunos de los principales índices. Entonces, era lunes y, por eso, el día se conmemora como el Lunes Negro. Tres décadas y un lustro después, este octubre también esta siendo complicado y, entre ambos periodos, hay similitudes que pueden explicar el ciclo bajista del mercado. 

Los grandes bancos de Wall Street, JP Morgan, Citi, Morgan Stanley y Wells Fargo, han hecho acopio de provisiones y han guardado 3.721 millones de dólares en solo tres meses para blindarse frente a los próximos. Se trata de un giro radical en cuanto a la estrategia que seguían hace justo un año, cuando liberaban provisiones por 3.090 millones. Las entidades financieras avistan un mayor riesgo de crédito y reconocen que el panorama económico es complicado.

La subgobernadora del Banco de España (BdE), Margarita Delgado, ha pedido a la banca "prudencia" ante el deterioro de las condiciones macroeconómicas y que se aseguren de que sus niveles de provisiones se calculen en base a los escenarios "más adversos". Avisa de que algunas de las consecuencias de la actual situación no se verán todavía, sino que tardarán un tiempo en aparecer. Es el caso de las insolvencias, que se materializarán en uno o dos años.