TECNOLOGÍA
Más de tres millones de robots apuntan con su dedo metálico la salida de la crisis, con riesgo cero y con una decena de argumentos casi incontestables. En los tiempos que seguirán a la desolación del coronavirus, los autómatas sacan pecho ante los ojos de los industriales. Está programados para obedecer sin rechistar. Trabajan al máximo de sus posibilidades en jornadas de 24 horas, sin distancia social y sin derechos a vacaciones. No enferman ni contagian, nunca reclaman mejoras salariales y -por ahora- no suponen cargas sociales ni fiscales para las empresas. Sus precios cada vez son más asequibles, gracias a las economías de escala, y su presencia garantiza la eficacia y productividad. Además, la inteligencia artificial consigue que las propias máquinas aprendan de sus improbables errores y hasta comienzan a empatizar con los trabajadores de carne y hueso. La conectividad de los objetos, la tecnología 5G y la automatización de los procesos están de su parte.