Redactor de empresas de elEconomista
SALUD

A lo largo del minuto de silencio suelen desfilar imágenes mentales de los 75 días de pelea contra el virus. Culminar esa batalla sería un buen tributo para las víctimas y sus familias, pero también para todo el mundo, empezando por los más mayores y vulnerables. La evolución es buena, pero el riesgo acecha. Los contagios detectados en los últimos siete días se sitúan por debajo de los 200 y entre ellos se incluyen los casos de Lleida y Canarias. Sin esos traspiés, provocados en discotecas y fiestas de cumpleaños, las estadísticas serían mucho más aseadas que las actuales. En cualquier caso, la Incidencia Acumulada (IA) media del país es alentadora, ahora con 14,6 casos por cada 100.000 habitantes. Como siempre, el peligro se esconde en la relajación de los 'ciudadanos desfasados', es decir, en los que piensan que están en la tercera fase cuando aún sobrellevan la primera. Estos individuos dan más miedo que la propia carga vírica. Los datos ya actualizados de Cataluña muestran una evolución renqueante, igual que Madrid. Ambas comunidades acaparan el 75% de los nuevos ingresos hospitalarios y duplican la tasa media acumulada del país de los últimos 14 días.

EMPRESAS

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, destaca las telecomunicaciones como una de las tres grandes necesidades del ser humano, junto con la salud y la alimentación. En su carta a los accionistas, el primer ejecutivo de la 'teleco' pone en valor la "vital" contribución de la conectividad "para las personas, empresas, sociedades y economías", hasta el punto de considerar a las compañías de telecomunicaciones como "la columna vertebral de nuestra sociedad".

SALUD

Existen miles de enfermos de la COVID-19 que no terminan de curarse. Tuvieron el coronavirus hace meses y dan negativo en los test PCR. Sin embargo, el propio cuerpo les recuerda a cada minuto que la enfermedad sigue con ellos. No conocen la recuperación generalizada de los pacientes que pasaron por el trance y que lograron superarlo. Son personas resignadas con sus patologías, y por ahora huérfanas de una respuesta médica que despeje sus incertidumbres y malestares.

SALUD

Sin rastro de nuevos enfermos graves en 13 comunidades desde hace siete días. En ese plazo de tiempo, apenas una docena de pacientes ha ingresado en las UCIs y diez comunidades no lamentaron nuevas víctimas por coronavirus en las últimas 24 horas. Ese balance sanitario ilumina un paisaje parcialmente emborronado cuando se cotejan los datos con el mapa de España. La lectura positiva dice que el 20% de los nuevos contagios se produce en el 92% del territorio, donde habitan las tres cuartas partes de la población española. Es decir, la mayor parte del país podría sacudirse el virus en los próximos días. Pero si se observa la situación desde el ángulo opuesto, resulta que el 80% de los nuevos casos se concentran en solo dos comunidades (Madrid y Cataluña), que a su vez albergan a la cuarta parte de los españoles (23%), que representan el 8% de la superficie y donde se genera el 38% del PIB Nacional. Seguro que los estrategas vigilan esta disparidad con la respiración contenida, quizá temerosos de la relajada interpretación de las medidas de alivio.

ENTREVISTA

¿Cómo hubiera sobrellevado España la crisis del Covid-19 sin la calidad de sus telecomunicaciones? ¿Qué papel han jugado las redes en el mantenimiento del pulso económico y emocional del país? Alicia Richart, directora general de DigitalEs, asociación que agrupa a las más importantes compañías de telecomunicaciones y de tecnología del país, reconoce en ambas preguntas la inconmensurable aportación del colectivo que representa. Cuando todo esto pase, quizá llegue la ocasión de agradecer al sector tan decisivo esfuerzo y contribución.

TECNOLOGÍA

La tecnología de Minsait, división de Indra especializada en transformación digital e innovación, está permitiendo seguir en tiempo real la evolución de cerca de 3.600 gallegos aislados en sus domicilios y de casi 450 mayores en sus residencias tras haber dado positivo en las pruebas de coronavirus. A través de la herramienta Telea, el grupo español ha contribuido a detectar de forma inmediata los empeoramientos de los casos y, de esa forma, reducir la saturación de los hospitales y de los centros de salud de la comunidad gallega. La misma plataforma de atención teleasistida y proactiva, desarrollada por la compañía para el Servicio Galego de Sáude (SERGAS), registra al instante los casos de gravedad a través de alarmas que llegan a las pantallas del equipo de atención primaria y hospitalaria y avisa al profesional responsable del seguimiento cuando al paciente se le olvida medir su temperatura o la saturación de oxígeno a la hora marcada.

SALUD

Es el momento de rematar al coronavirus. Está en las últimas. A falta de vacuna, ayudan las recetas aprendidas: distanciamiento social, higiene, mascarilla, precaución... y de junio no pasa. No debería haber rebrotes. Con la colaboración ciudadana y sin concesiones al riesgo, bastaría con controlar los nuevos focos víricos y cortarlos de raíz. Es fácil decirlo y complicado hacerlo, pero no queda otra. Los contagios vuelven a situarse en los niveles más bajos de toda la serie estadística, con sólo 132 casos en las últimas 24 horas, y sin que se diagnostiquen nuevos enfermos en ocho comunidades autónomas. En otras siete regiones solo se han producido una o dos nuevas infecciones, lo que arroja un escenario propio del fin de la crisis. La Incidencia Acumulada (IA) media muestra la contención de la pandemia: en las últimas dos semanas se sitúa en 14,56 casos por cada 100.000 habitantes, cifra que se reduce a 6,64 casos en los siete últimos días. Sin embargo, la fotografía nacional sale ligeramente desenfocada por culpa de Madrid, que acumula el grueso de las incidencias nacionales de las dos últimas semanas, y también por Cataluña, que juega al despiste con su indisciplina contable. Estas dos comunidades se están quedando rezagadas al acaparar el 81% del total de los nuevas infecciones del pasado lunes. A este paso, la desescalada tendrá dos velocidades: por un lado Madrid y Barcelona y, por otro, el resto del país. Mientras el virus pierde fuerza a pasos agigantados, la OMS lanza un mensaje tranquilizador en uno de sus informes: las partículas contaminadas solo permanecen en el aire por espacio de pocos segundos. También recalca que la COVID-19 tiene escasas posibilidades de sobrevivir dadas las actuales tasas de transmisión. Lo dicho: estamos muy cerca de acabar con la pesadilla. Bastaría con perseverar.

SALUD

Las cosas están yendo bien y prometen mejorar. Salvo Madrid y Barcelona, el resto de las comunidades tienen argumentos de mayor o menor fortaleza para considerar plenamente controlada la situación. Por lo tanto, parece razonable que gran parte del territorio pueda aprobar el 'examen final' el próximo 7 de junio y salir del estado de alarma dos semanas antes de lo inicialmente estimado. El pasado domingo se registró la cifra más baja de contagios desde hace 72 días, con 246 casos. Apenas ingresaron tres nuevos pacientes en las UCIs, mientras que doce comunidades cuentan en unidades -y no en decenas- tanto las nuevas infecciones diarias como la incidencia acumulada de casos por cada 100.000 habitantes. Esta última magnitud ofrece un riesgo sanitario casi insignificante, entre cinco y diez veces menor que el umbral pandémico de la gripe común. Pero todavía no conviene cantar victoria viendo el número de pacientes que a diario precisan de hospitalización en Madrid y quizá en Cataluña, comunidad aún pendiente de actualizar su evolución.

SALUD

Este verano no será la continuación de la primavera más ominosa de nuestras vidas. Hay muchos condicionales danzando, pero el paisaje de las próximas semanas promete ser muy distinto al pasado más reciente. Si los datos acompañan, si los repuntes no tornan en rebrotes, si la distancia social y la mascarilla fueran suficientes... si todo eso siguiera su curso natural, el virus reduciría su azote sanitario a una única estación. Este domingo viene precedido de importantes novedades. Como el que se salta un montón de páginas en una novela de la que intuye el final, la salida de la desescalada ha perdido su anunciada gradualidad sin calendario. Tras un sorpresivo acelerón, ahora sabemos que la temporada turística empezará en julio, en auxilio de la salud de la primera industria nacional (14,6 del PIB y 2,8 millones de empleos). Así será, pero con cautela. De lo contrario, con símiles taurinos, sería como saltar al ruedo con el toro moribundo, pero sin estirar la pata. Posiblemente no pasara nada, posiblemente, pero tras una setentena de clausura, acongoja el contraste de las multitudes fogosas de algunas calles. La querencia de escapar de un extremo para explorar rápidamente el contrario lo justifica la ley del péndulo. El comportamiento humano ya era así antes del coronavirus.

SALUD

Uno para todos y todos para uno. Los principales mosqueteros de la fabricación de vacunas han acordado comportarse como auténticos caballeros. En el caso de que fracasen con sus ensayos clínicos, los laboratorios derrotados cederán sus datos, redes y voluntarios a otros competidores bien encarrilados. Esa solidaridad gremial reconforta a la especie humana. También allana el camino frente al momento de la verdad, previsto a partir de julio, cuando las pruebas movilizarán a decenas de miles de personas. Sanidad dice que nos acercamos a "niveles de contagios prácticamente indetectables", pero la amenaza de rebrotes súbitos espantan cualquier complacencia. Conviene estar vigilantes con Madrid y Cataluña, con datos descabalados en los últimos días, mientras las dos 'Españas' coinciden en el mismo mapa: el 53% en la Fase 1 y el 47% en Fase 2. Ahora sabemos tres nuevos detalles: el riesgo de transmisión del virus en el mar es mínimo, lo que rebaja la hipocondría con vistas al veranito en la playa; el cannabis de toda la vida es más efectivo que la hidroxicloroquina que se desayuna Donald Tump; y los españoles han ganado entre 4 y 7 kilos de peso durante el confinamiento, lo que sería motivo de prudente celebración para los que no alcancen esa media en la báscula. Con más o menos calorías en juego, que los bares de medio país puedan servir comidas desde la próxima semana representa un nuevo jalón hacia esa 'normalidad' que va a borrar su nombre de tanto usarse.