Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

El Banco Central Europeo (BCE) ha efectuado ocho recortes de tipos y ha llevado el precio del dinero al 2%. Ya son 200 puntos básicos menos desde junio de 2024, en una auténtica desescalada que prometía limitar uno de los grandes motores que han impulsado a la banca europea: unos márgenes de intereses reforzados. Sin embargo, no es solo que las entidades europeas no pierdan impulso, sino que se disparan en bolsa este curso, siendo el sector que más crece después de la industria de defensa. Hay un fenómeno paralelo en el mercado de bonos que está sonriendo a la banca, limitando el golpe del banco central.

Siempre el oro. Cada vez que las turbulencias geopolíticas y financieras se convierten en la norma, el oro aparece como gran activo refugio. Esta vez no podía ser diferente, sobre todo porque el riesgo parece venir por todos lados y las monedas fiat no pasan por su mejor momento: Rusia y Ucrania, Oriente Medio, India y Pakistán, China… y cómo no, Donald Trump en EEUU. La tranquilidad y la certidumbre parecen haberse convertido en la excepción en un mundo dominado por el caos y las amenazas. Con todo lo anterior, no parece tan raro que el nerviosismo se esté imponiendo entre los inversores y bancos centrales que buscan acumular oro a marchas forzadas para pertrecharse ante un posible shock, conflicto o simplemente como una forma de diversificar sus activos de reserva con un activo cada vez más valioso.

Desde que Trump lanzase sus aranceles masivos a comienzos de abril contra el mundo, algo ha cambiado en la mentalidad de los inversores. Aunque el republicano haya optado por dar marcha atrás y poner encima de la mesa treguas para negociar acuerdos, los inversores tienen claro que se está produciendo una gran rotación que tiene un gran ganador: la bolsa europea. Aunque también ha afectado a otros mercados como el de renta fija, las acciones europeas se han convertido en un verdadero faro para el dinero que huye de EEUU en una tendencia que ha disparado Donald Trump y que diversos analistas han etiquetado como "Make Europe Great Again" (MEGA).

Durante décadas, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha sido sinónimo de disciplina 'cartelaria' (de cártel) y coordinación estratégica. Pero bajo la superficie de los recientes aumentos de producción acordados, el cártel, se esconde una amenaza silenciosa que podría desmantelar su frágil arquitectura: Emiratos Árabes Unidos. Aunque países como Kazajistán o Irak se han llevado las culpas públicas por romper los límites de producción, los expertos del mercado, los informes de la AIE y en última instancia un análisis reciente de The Economist revela que es Abu Dabi es quién está socavando las normas internas del cártel y tiene pensado seguir haciéndolo a lo grande, un caballo de Troya con un 'cañón' de petróleo de mucho más alcance que Kazajistán. Y lo hace a sabiendas, respaldado por su creciente capacidad de producción (la capacidad de producción del país no para de aumentar), sus necesidades presupuestarias más flexibles y el miedo que genera en Riad.

El BCE parece haber llegado a un punto crítico en el que proclama su victoria contra la inflación. Ya con los tipos de interés en el 2%, ahora se disponen a esperar desde ese nivel a ver cómo reacciona la economía de la eurozona a los aranceles. Sin embargo, tanto Lagarde como otros miembros en las horas posteriores han dejado claro un mensaje: el ciclo caótico en los precios ya ha terminado, el IPC vuelve a estar atado. Misión casi cumplida. Lagarde decía que "estamos llegando al final de un ciclo de política monetaria que respondía a shocks acumulados, como el covid, la guerra ilegítima en Ucrania y la crisis energética".

Con la reunión del Banco Central Europeo de este jueves y el recorte de tipos de 25 puntos básicos todo parece indicar que ya solo quedan dos caminos posibles: tregua o fin total de las bajadas. Independientemente de la impresión que pueda generar entre los expertos, desde Bloomberg apuntan, citando fuentes internas del banco central, a que en el propio BCE están dando por hecho una pausa, o incluso el fin del camino. Según los mismos, la incertidumbre de los aranceles de Trump hace que pensar en esa ‘tregua’ como el escenario más probable. De este modo se rompería la racha de siete reducciones de tipos consecutivas y 8 desde que empezó el ciclo de recortes.

El Banco Central Europeo (BCE) ha recortado este jueves los tipos de interés por séptima reunión consecutiva y por octava vez en el actual ciclo de bajadas, emprendido el pasado verano. Con este nuevo recorte de 25 puntos básicos, la magnitud habitual, la tasa de depósito desciende hasta el 2% (el tipo de referencia ahora mismo, el que reciben los bancos por aparcar su exceso de liquidez), el tipo aplicable a las operaciones principales de financiación queda en el 2,15% y la facilidad marginal de crédito en el 2,4%. Esta bajada de tipos del BCE estaba ampliamente descontada ante un contexto marcado por la debilidad económica, el sólido descenso de la inflación y una amenaza comercial por parte de EEUU que puede exacerbar una caída de los precios (más deterioro de la actividad y más oferta de baratos productos chinos) ya empujada por los menores costes de la energía (mención especial el acusado descenso del petróleo). Tanto es así que, en la actualización de sus proyecciones trimestrales, el BCE ha corregido hasta 0,3 puntos porcentuales a la baja las relativas a la inflación. Aunque esto se podía interpretar como que hay margen para nuevas bajadas, el mensaje del organismo que ha calado es que el final del ciclo de bajadas está muy cerca. La reunión también ha servido para que la presidente del BCE, Christine Lagarde, aclare su futuro profesional, subrayando que no abandonará su cargo antes de expirar su mandato para presidir el célebre Foro de Davos.

Una de las mayores amenazas para el mercado laboral de EEUU, y por tanto para su economía, fueron los recortes masivos que planteó Elon Musk en el sector público. Ahora, ese temor se desplaza al otro lado del Atlántico y empieza a generarse el temor de que una de las mayores economías de Europa se vea afectada por algo similar. Reino Unido llega con un mercado laboral famélico a un momento en el que el Gobierno se prepara para despedir un gran número de empleados públicos para conseguir arreglar los presupuestos y, en consecuencia, crece el temor de que toda la economía se vea afectada. No en vano, el sector público se había convertido en uno de los grandes motores que sostenían las contrataciones en territorio británico.

La industria ganadera y en particular el cerdo, es un producto clave sin el cual no se puede entender la balanza comercial de España. El cerdo se ha convertido en un pilar clave del sector primario español, con el 14% de la producción agraria del país y un 39% de la producción final ganadera, convirtiéndose en una de las grandes puntas de lanza de comercio del país. Sin embargo, en los últimos años, desde 2019 hasta ahora, se ha vivido uno de los mayores 'saltos' que se recuerdan: el ascenso hasta el liderazgo global.

La deuda pública ha sido históricamente una herramienta esencial de política económica (aumenta a través de déficits para estimular la economía y se reduce en épocas de bonanza), pero su acumulación descontrolada puede convertirse en una bomba de relojería, especialmente cuando afecta a países con un papel determinante en la economía global. Sin embargo, recientemente la elevada carga y eventos de tensión en el mercado han hecho preguntarse hasta qué punto pueden ser sostenibles los niveles actuales. La duda es dónde es más preocupante esta situación y en qué lugar puede emerger la próxima 'crisis'. El problema de realizar un vaticinio certero es que los candidatos son muchos y no paran de llamar a la puerta. En este contexto, países como Italia, España, Francia, Estados Unidos o Japón se perfilan como focos de riesgo potencial, no solo por el volumen de deuda, sino por su peso en la estabilidad financiera internacional.