El verano pasado Ucrania salvó un 'match ball', una batalla decisiva que tendría más importancia en la guerra de lo que puede parecer en un principio. En aquel momento, el país europeo afrontaba una rebelión de tenedores de deuda que daban por hecho que los 20.000 millones de dólares prestados a Kiev se habían apilado en una "deuda insostenible". En consecuencia, se negaron a una moratoria, tal y como si aceptaron en 2022. Finalmente, el conjunto de inversores claudicaron y aceptaron postergar el pago a cambio de la promesa de más dinero, evitando que el 'default' del país eslavo fuera total. Ahora estamos a escasos días de que se de otro incumplimiento muy diferente, pues se ha activado una de las 'letras pequeñas' del intrincado cruce de promesas de la deuda del país.