
Durante décadas, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha sido sinónimo de disciplina 'cartelaria' (de cártel) y coordinación estratégica. Pero bajo la superficie de los recientes aumentos de producción acordados, el cártel, se esconde una amenaza silenciosa que podría desmantelar su frágil arquitectura: Emiratos Árabes Unidos. Aunque países como Kazajistán o Irak se han llevado las culpas públicas por romper los límites de producción, los expertos del mercado, los informes de la AIE y en última instancia un análisis reciente de The Economist revela que es Abu Dabi es quién está socavando las normas internas del cártel y tiene pensado seguir haciéndolo a lo grande, un caballo de Troya con un 'cañón' de petróleo de mucho más alcance que Kazajistán. Y lo hace a sabiendas, respaldado por su creciente capacidad de producción (la capacidad de producción del país no para de aumentar), sus necesidades presupuestarias más flexibles y el miedo que genera en Riad.
Los curiosos datos de EAU y el petróleo
Oficialmente, Emiratos asegura producir 2,9 millones de barriles diarios (nadie se lo cree), justo en línea con su cuota asignada. Pero múltiples fuentes independientes, desde firmas de rastreo de tanqueros hasta analistas del Golfo, estiman que su producción real ronda los 3,3 o incluso 3,4 millones de barriles. Las cifras que la OPEP publica (recopiladas por consultoras privadas que temen perder contratos con Adnoc o Aramco) perpetúan una ficción conocida por todos los implicados. Incluso algunas firmas generan dos cifras: una interna, realista, y otra edulcorada para consumo externo. En este juego de espejos, la credibilidad de la OPEP se va desmoronando, mientras Emiratos gana tiempo y músculo.
En su último S&P Global se mostraba incluso más optimista con la producción Según sus datos "a pesar de que acordó una cuota de 2,912 millones de barriles diarios, las exportaciones de crudo registradas a través de sus barcos han sido consistentemente superiores a 3 millones de barriles diarios y a finales de 2024 alcanzaron una media de 3,6 millones".
La agencia indicaba que "las elevadas cifras de exportación podrían indicar que los EAU están extrayendo mucho más de su cuota, ya que solo capturan los barriles enviados al mercado internacional y no incluyen los volúmenes de crudo procesados ??en las refinerías nacionales" Su principal refinería es el complejo Ruwais de Abu Dhabi National, con una capacidad de 837.000 barriles diarios, mientras que instalaciones más pequeñas se ubican en el puerto oriental de Fujairah.
Iman Nasseri, director gerente para Oriente Medio de la consultora FGE, declaró a Commodity Insights que calcula la producción del país entre 3,1 y 3,2 millones de barriles diarios. El banco de inversión JP Morgan, en una nota de investigación del 22 de noviembre de 2024, situó la producción de crudo de los EAU para octubre en 3,525 millones de barriles diarios. Si bien puede haber diferencias a la hora de medir el incumplimiento, pocos tienen duda que este existe y que es el mayor de toda la OPEP, superando a Kazajistán, Irak y el resto de rebeldes.
Arabia Saudí está atrapada
¿Por qué entonces Arabia Saudí, el guardián tradicional del cartel, tolera este desafío abierto? La respuesta está en el miedo a una ruptura catastrófica, según revelan desde The Economist. No obstante, las tensiones entre ambos países vienen de lejos. En 2021 y 2023, Emiratos ya amagó con abandonar la OPEP cuando se sintió marginado en el reparto de cuotas. Un portazo emiratí sería devastador para la organización: se trata del tercer mayor exportador del grupo y, junto con Arabia Saudí, uno de los pocos miembros con capacidad ociosa significativa. Riad prefiere por ahora aguantar la presión antes que arriesgarse a que Abu Dabi desate un colapso total del cartel.
Además, las motivaciones económicas de cada uno no están alineadas. Mientras que Arabia Saudí necesita precios cercanos a los 90 dólares por barril para sostener sus ambiciosos megaproyectos, Emiratos puede equilibrar sus cuentas con precios en torno a los 50 dólares. Esta diferencia estructural permite a Abu Dabi producir más sin preocuparse por una eventual caída de precios. De hecho, la estrategia emiratí parece orientada a ganar cuota de mercado en un entorno en el que la demanda de petróleo podría alcanzar su pico en la próxima década. Con 62.000 millones de dólares en inversiones en marcha y una capacidad que ya roza los 5 millones de barriles diarios, Emiratos se prepara para un escenario post-OPEP.
El problema de fondo es que el sistema de cuotas actual ha quedado obsoleto frente a la evolución de las capacidades reales de producción. Emiratos ya logró en 2023 un aumento de 300.000 barriles en su cuota, pero considera insuficiente el ritmo de ajuste. La revisión general del sistema, prevista para este año, ha sido pospuesta hasta 2027. Mientras tanto, Abu Dabi rompe las reglas con total impunidad. La frustración crece en Riad, pero también la impotencia. Un enfrentamiento abierto podría hacer estallar el pacto tácito que ha mantenido en pie a la OPEP desde los años 60.
El desorden al que se dirige la OPEP
El desenlace más probable, según analistas con contactos en ambos gobiernos, es un choque frontal entre Arabia Saudí y Emiratos que arrastre al cartel a un escenario de desorden. Si los dos mayores actores del Golfo no logran consensuar un nuevo marco de cooperación basado en la transparencia y el reparto justo de cuotas, la OPEP podría entrar en una fase terminal. La paradoja es que, mientras todos los focos apuntan a Kazajistán o a Irak como los díscolos del grupo, el verdadero desafío a la supervivencia del cartel tiene su epicentro en Abu Dabi.
Abu Dabi, a diferencia de Arabia Saudí no tiene tantos incentivos en mantener alto el precio del barril y la realidad es que le compensa pisar el acelerador aceptando el riesgo de unos precios más bajos. Para empezar, pesando que la demanda repuntaría y en un megaproyecto que buscaba volver a situar Emiratos en el mapa, el país tiene planes de inversión de 150.000 millones de dólares en nueva producción con lo que espera llegar a bombear con el tiempo más de 5 millones de barriles.
Más allá del incumplimiento actual, este megaplan hace que sus intereses choquen frontalmente con los de sus vecinos. La compañía petrolera nacional de los EAU, Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC) no solo ha hecho público este objetivo de 5 millones de barriles, sino que el año pasado dio un paso clave al adelantarlo a 2027 frente a la fecha inicial, 2030.
De hecho, las principales ampliaciones de este plan se dieron en 2022, con expansiones de los campos ya existentes y nuevos proyectos que se pusieron en marcha. Según Morfor Intelligence, a pesar de la oscuridad en las cifras, para comienzos de 2022 el país tenía una capacidad total de más de 4,02 millones de barriles diarios. Es decir, estaría ya realmente cerca del objetivo y de no haber puesto más barriles encima de la mesa estaría sufriendo un duro golpe.
Por su parte, desde el mismo gobierno local estiman que solo necesitan el petróleo ligeramente por encima de los 50 dólares para cuadrar sus presupuestos. Situación radicalmente opuesta que la que vive el Reino saudí, que se ha lanzado de cabeza a una enorme inversión pública conocida como Vision 30, en la que quiere desarrollar todas las áreas de su economía a golpe de talonario. Para pagar estos cuantiosos planes, que van desde la energía solar, a la minería, pasando por la Liga de Fútbol local, necesitan el barril entre los 80 y 90 dólares. Una diferencia clave que fomenta que desde Abu dabi no haya tanta presión por mantener elevados los precios, mientras que en Riad es un imperativo. A pesar de que tienen una deuda muy baja, que el agua vuelva a su cauce es clave para poder seguir con su enorme gasto de forma sostenible en sus cuentas.
En cualquier caso, este enfrentamiento, sea por lo que sea, lleva al cártel a una amenaza mucho mayor. Ya no solo porque Emiratos Árabes Unidos sea el tercer mayor productor y más influyente que Kazajistán. La realidad es que es un choque incluso fundacional y existencial. Este 'rebelde' se ha escondido, es una nube de datos confusos y, probablemente, falsos y no se ha metido en un conflicto abierto como Kazajistán, diciendo a las claras que va a incumplir. Sin embargo, sumar a Abu Dabi a la lista de 'incumplidores' llevaría al cártel a un punto crítico que puede sacudir por completo los cimientos de la alianza.