La inflación fue la protagonista del año pasado, y lo sigue siendo. Tras empezarlo con la guerra de Ucrania, el alza de los precios se hizo rápidamente un hueco en los titulares. El alza de los carburantes, mitigada por un descuento de 20 céntimos por litro, fue el primer presagio de lo que estaba por venir, con el coste de las energías también disparado. Era lógico, pues, que la cesta de la compra y todos los sectores en general vieran sus precios abocados a una subida fatal para el ciudadano medio.