Opinión
- 09/01/2017, 21:33
Las estimaciones macroeconómicas muestran que en 2016 el crecimiento de la economía española ha sido uno de los más importantes del mundo desarrollado. Pero esta situación puede ser afectada por una reacción social que elimine toda racionalidad de la política en todos sus aspectos, del económico al de la convivencia, como consecuencia del impacto de fenómenos de corrupción. Por eso, actualmente el impacto electoral puede ser muy peligroso, y capaz de abrir el paso al poder a grupos populistas, los cuales hunden las posibilidades de una política económica seria. El desempleo, la inflación, la caída de la renta y del consumo, la necesidad de emigrar surgen derivados de la reacción social ante fenómenos de corrupción. La raíz de esto se encuentra en que existe una realidad generada por la evolución de nuestra estructura productiva, que se encuentra larvada por un fuerte intervencionismo administrativo, lo que en España se ve agravado por la superposición del procedente el Estado y el generado por las autonomías, con cierto añadido a causa de decisiones de los Ayuntamientos, esto último importante en relación con las grandes zonas urbanas.