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El turismo y la terciarización económica

  • El sector servicios crece no sólo por la iniciativa privada
Foto: Archivo

Es fundamental la observación del retraso que la economía española había tenido respecto a la Revolución Industrial. Siempre hay que citar el asombro maravillado de Flórez Estrada contemplando, en su exilio en Inglaterra, cómo en el río Clyde, todo un amplio conjunto de realidades industriales desconocidas entonces en España, se presentaban ante él. La consecuencia fue el intento de lograr esa nueva realidad a través de una combinación de protección arancelaria. En vanguardia se situó la opinión empresarial de Cataluña que, tras las presiones de Fomento del Trabajo Nacional, acabó por triunfar con la Ley Arancelaria de Cambó en 1922, con disposiciones corporativistas impulsadas sobre todo por Maura desde 1907, y con la convicción de que esta industrialización era necesaria para disponer de medios defensivos que permitiesen mantener la independencia política generada por una neutralidad en el concierto internacional. La culminación en este sentido tuvo que ser la aparición de empresas estatales industriales, en la línea, por ejemplo, de lo que tenía entonces lugar en Alemania con la Herman Göring Werke. Fue el modelo, en polémica con Larraz, quien pretendía seguir el modelo bancario del IRI italiano, pero se decidió con la creación del Instituto Nacional de Industria, fundamentalmente de acuerdo con Suanzes, a más de complementos intervencionistas importantes para la industria privada, aparte del enlace de déficit del sector público-político crediticio encabezada por el Banco de España y sostenida por una Banca privada encajada en la Ley de Ordenación Bancaria Cambó de 1921, heredera de la crisis del Banco de Barcelona, como probaron trabajos de los profesores Juan Muñoz y García Delgado.

Todo esto tuvo un tope, cuando la Escuela de Economistas de Madrid, en este caso sobre todo encabezada por Manuel de Torres, consideró que el futuro de la economía española debía encontrarse en actividades competitivas en las que España tuviese ventaja. Desde entonces, el punto de vista doctrinal, como lo señala Elena San Román en su aportación Protección e intervención en el primer tercio del siglo XX, en la pág. 1.035 del volumen 6 de la obra dirigida por Fuentes Quintana, Economía y economistas españoles: "Es de sobra conocida la influencia que el nacionalismo del primer tercio del siglo XX ejerció sobre las autoridades económicas civiles en la inmediata posguerra. En especial se ha destacado cómo sobrevivió la idea de ese Estado entre los más ilustres teóricos de la autarquía, entre los que cabe citar a Higinio Paris Eguilaz o Antonio Robert". Basta citar lo que significó desde un punto de vista sociológico la obra de este último, Un problema nacional: la industrialización necesaria.

Cuando en la revista De Economía se planteó la cuestión de la posible aplicación a España de mensajes derivados de la Teoría General de la Ocupación, el interés y el dinero, quedó claro que las tesis de apertura de la economía que, desde 1941, con un artículo sobre las tesis de Eucken por parte de Valentín Andrés Álvarez habían sido defendidas por la Escuela de Madrid desde el Instituto de Estudios Políticos (en donde ya se encontraba Ullastres, y habían pasado las tesis keynesianas, sobre todo a través de Torres, y de modo muy inteligente, a la economía española). Éstas se aceptaron por las nuevas promociones de licenciados en Ciencias Económicas en la Universidad de Madrid. Uno de ellos fue quien señaló el papel del turismo para el desarrollo de la economía española en el trabajo titulado Comunicación en relación con la propuesta del Sr. Fuentes, en De Economía, marzo-abril 1951.

Precisamente, el director de De Economía, Eduardo del Río, licenciado en Ciencias Económicas en la primera promoción, había pasado a trabajar con Gabriel Arias Salgado en la Secretaría de la Presidencia del Gobierno para la Ordenación Económico Social de las Provincias. Del Río se dio cuenta de que para huir de la decadencia existente en zonas costeras españolas, precisamente el turismo podía ser una palanca importante. En sus investigaciones encontró, por ejemplo, que Bermúdez Cañete había señalado con el nombre de Costa del Sol a un futuro venturoso para la economía de la costa andaluza centrada en Málaga. Los planes de "desarrollo económico-social" que comenzó a elaborar para Andalucía y para Canarias pasaron a centrarse en buena parte en el turismo. Esto es lo que explica que Gabriel Arias Salgado, al ser designado ministro de Información y Turismo, llevase a Eduardo del Río de secretario general técnico. Los cimientos de la vinculación del turismo con el impulso de la economía española nacieron así, de estos enlaces para un cambio radical de la política económica española.

Arias Salgado, pues, puso los cimientos de este cambio y estuvo en esa cartera hasta 1962. Por tanto, el turismo se convirtió en una fuerza de apoyo a la política de apertura de Ullastres con el Plan de Estabilización de 1959. Y en 1962, al suceder en ese ministerio Manuel Fraga a Arias Salgado, precisamente por los continuos enlaces que el nuevo ministro había tenido en las ideas de la Escuela de Madrid de Economía (recordemos, por ejemplo, su respaldo a la Revista de Economía Política que había pasado a dirigir Enrique Fuentes Quintana, hizo que considerase el impulso del turismo como algo fundamental para España).

Y acertó. Esta línea iniciada en 1951, sirvió para comprender el papel que el turismo, y con él, el sector de los servicios tenía para fundamentar el desarrollo de nuestra economía. Se asumió lo acertado que había sido William Petty, quien en tantas cosas fue un gran y adelantado economista desde el siglo XVII, del que proceden aportaciones definitivas como ésta: "Hay mucho más que ganar en la manufactura que en la agricultura y más en el comercio que en la manufactura". Y el colmo llegará con A. G. B. Fisher, quien señalaría que sólo interesan los bienes en cuanto prestan servicios. El trigo interesa convertido en parte del servicio de la alimentación o un automóvil en cuanto sirve para el servicio del transporte.

Dentro del sector servicios en España el del Turismo ha tenido un impacto regional dispar. Lo expuson muy bien el grupo de Clemente del Río, Miguel González Molero y M. Ángel Marcos Calvo, en el capítulo XVII del tomo II, Los servicios en el proceso de crecimiento económico español (1898-1998) publicado en esa obra impulsada por Antonio Escámez y la Fundación BSCH, 1900-2000. Historia de un esfuerzo colectivo. Cómo España superó el pesimismo y la pobreza es una obra a destacar, aunque parece ignorada por muchísimos políticos y pretendidos historiadores de nuestro reciente acontecer. En la página 149 se señala, y como fondo se oye a Petty,‑que "el desarrollo de los procesos de desagriculturización y sobre todo el de industrialización han inducido, a su vez, un avance de los servicios y la terciarización,‑ pero más intenso en aquellas economías con un mayor ritmo de industrialización, o que a principios de los años sesenta ya manifestaban una potencial orientación hacia las actividades relacionadas con el turismo, debido a su especial localización geográfica".

Así es como surgieron las bases de un sector, tras esos preludios, y los académicos de Fuster Lareu y Cuadrado Roura han podido concluir ahora mismo, con lo que se indica en el artículo de los profesores Andrés Fernández Alcantud, José María López Morales y José Francisco Perles Ribes, La situación de la actividad turística en España ante nuevos records y retos publicado en Economistas en diciembre 2016, que "el sector turístico español ha jugado un papel clave como motor de crecimiento económico y catalizador de la recuperación de la economía nacional, resultando estratégico en una economía de servicios como la española, con una contrastada capacidad de expedición de servicios turísticos...

La necesidad de avanzar en la introducción de mecanismos de apoyo al turismo se ve reforzada ante el innegable rol que tiene nuestro país como una de las principales potencias mundiales en la industria turística... España (de acuerdo con el World Economic Forum (2015)‑ lidera el ranking mundial de competitividad turística).

¿Cómo, pues, no recordar a quienes pusieron los primeros jalones para que esta espléndida realidad llegase a efectuarse? No todo ha sido únicamente iniciativa privada.

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