El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, constató esta semana lo que ya sabíamos: los rebrotes están empeorando la caída de la economía. El Gobierno revisa a la baja en más de un punto la caída del PIB, al igual que el déficit, mientras que la deuda escalará hasta el 118% del PIB, hasta tres puntos peor de lo esperado. España se convierte así en la economía más azotada por el virus del mundo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). En unas circunstancias tan complicadas y ante la ausencia de un superávit fiscal al que echar mano para financiar los gastos, como tienen los países del norte de Europa, Sánchez solo tiene una salida: recurrir a los fondos europeos. Sin ellos, estaríamos al borde de la quiebra.
Hasta aquí la situación es comprensible, si no fuera porque el presidente quiere hacer de la necesidad virtud. En vez de reconocer que el dinero de Europa llegará con cuentagotas, lo que dificultará la recuperación, el miércoles pasado reunió a lo más florido de la sociedad civil a través de Zoom para anunciarles que gastará 27.000 millones el próximo año y que su Gobierno está dispuesto a adelantar esa cantidad para evitar los molestos retrasos.
No habrá creación de trabajo. El nuevo empleo apenas compensará a las pérdidas por Ertes
La primera mentira, como el presidente dejó leer entrelíneas, proviene de que no está garantizado que el dinero llegue ni en los tiempos ni en las cantidades que anunció. A España le correspondería disponer el primer año del 10% de los fondos, es decir, la mitad de la cuantía prometida por Sánchez. Italia, con ayudas por 170.000 millones de la UE, tiene previsto disponer el primer año de 14.000 millones, una proporción más adecuada.
En nuestro país existe la dificultad añadida de que el porcentaje de ejecución de los fondos europeos apenas supera el tercio del montante asignado, debido a la falta de agilidad de las administraciones. Unas trabas burocráticas, que el propio presidente reconoció en su discurso, y que han disparado los rebrotes en todo el territorio nacional y encendido las guerras entre autonomías. ¿Cuántos de esos 27.000 millones se ejecutarán en 2021? Si hacemos caso de la estadística, alrededor de 6.000 millones, muy poco para impulsar la economía nacional.
Sánchez no entró en profundidades, ni explicó, probablemente porque ni lo sepa, de dónde sacará los 27.000 millones. Si la deuda pública excede ya en más de 20 puntos lo prudente, la barrera del cien por cien del PIB, y el BCE tiene limitadas sus compras al 11% del endeudamiento, el margen para pedir prestado en los mercados será cada vez menor.
La segunda gran falacia proviene del empleo. El presidente aseguró que crearía 800.000 puestos de trabajo en los próximos tres años, aunque es de esperar que la mayoría se concentre en 2021. Sin embargo, la tasa de desempleo previsto en el cuadro macroeconómico presentado por la vicepresidenta Nadia Calviño baja en solo dos décimas de un año para otro, del 17,1% de 2020 al 16,9% de 2021. ¿Dónde están todos los nuevos empleos?
El dinero de la UE no se sabe cuándo llegará ni siquiera si nos lo darán. Hay que cumplir condiciones
La explicación es sencilla. En la actualidad hay más de 700.000 personas acogidas a Expedientes de Regulación de Empleo (Ertes) y esos puestos jamás se reincorporarán al trabajo en su mayoría. El Ejecutivo aspira, como máximo, a compensar con empleo nuevo una parte de las pérdidas que se produzcan a partir de este momento. Apenas existirá, por tanto, creación neta de puestos de trabajo.
Además, el empleo que se genere como consecuencia de las inversiones en transformación ecológica y digital será más cualificado, por lo que miles de ciudadanos se quedarán descolgados del mercado laboral, como ya ocurrió en anteriores crisis. El Banco de España anima, por ejemplo, a la reconversión laboral en la hostelería, porque es evidente que el empleo en este sector tardará años en recuperarse.
El tercer error está en realizar un reparto previo, con porcentajes de las actividades a las que irá destinado el dinero de la Unión Europea. Este solo vendrá si existen proyectos interesantes, no se trata de una subvención a fondo perdido, como lo presentó Sánchez. Entre las diez políticas tractoras que enumeró están ausentes los fondos para el fortalecimiento de la actividad industrial, que apenas representa el 14% del PIB.
Además, los fondos están condicionados al cumplimiento de las recomendaciones hechas a cada país. En el caso español, Europa pide que no se toque la reforma laboral, se adopten políticas para acabar con el empleo temporal y se fortalezca el sistema de pensiones. Ni una ni otra parece que estén en el ideario del Gobierno de coalición.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, reitera su intención de modificar aspectos esenciales de la legislación laboral, como los convenios de empresas, mientras que en el Pacto de Toledo se debaten propuestas como ligar las jubilaciones a la inflación, que pondrá en tela de juicio su supervivencia.
El dinero para las Generaciones Futuras (Next Generetion) está condicionado, asimismo, a un plan de reformas, que aún se desconoce. El Presupuesto no contiene ni una reforma, al revés, va en dirección contraria, ya que recoge un incremento del gasto desmesurado hasta casi 200.000 millones, con un aumento del 53%, inédito en la historia de nuestro país. Pese al incremento de los recursos, el déficit apenas bajará en 3,5 puntos, el próximo ejercicio cerrará por encima del 7%.
Se trata de un porcentaje muy elevado, teniendo en cuenta que al año siguiente se reactivará el Pacto de Estabilidad y habrá que recuperar tasas inferiores al 3%, con muchos menos recursos procedentes de Europa. Encima, las denominadas tasas Google (a las tecnológicas) y Tobin (a las transacciones financieras) es improbable que entren en vigor el año próximo, ya que tendrán que adaptarse al ritmo de introducción en el resto de Europa para evitar más embargos comerciales por parte de Estados Unidos, y cuando empiece su recaudación puede ir a las arcas de la Unión Europea.
¿Cómo piensa el Gobierno recortar el déficit en 2022 y años sucesivos? Ya se lo imaginan, con una subida de los impuestos, cuyas grandes figuras como Sociedades quedará aparcado, de momento, entre otras cosas porque no recaudarían mucho más. Estos Presupuestos incluirán solo alza de los tributos ideológicos, aquellos como Patrimonio o la subida del IVA a Sanidad y Educación, con la intención propagandística de fastidiar a los denominados ricos.
Todos los planes de recuperación de los grandes países del euro como Alemania, Francia o Italia recogen reducciones de los tributos, menos el español. El nuestro contiene un montón de mentiras y gordas, como se ve. El Gobierno confía en los 72.000 millones a fondo perdido prometidos por Europa, lo que oculta es que no se sabe cuándo llegarán o si siquiera si nos los darán. Es como vender la piel del oso de la recuperación antes de cazarlo.