Finanzas Personales
El Potosí de la renta fija bancaria se agota ¿qué alternativas hay?


Autor: Redacción de Servicios de comparación financiera
Actualizado: 1 de mayo de 2025, 18:29Durante el último año y medio, aproximadamente, los productos de renta fija de los bancos como las cuentas remuneradas, las cuentas de ahorro y los depósitos a plazo fijo han ofrecido unos intereses extraordinariamente altos para lo que nos tienen acostumbrados estos instrumentos en tiempos recientes, con rentabilidades que en algunos casos han superado el 4% TAE.
Esos grandes beneficios, con el añadido del escaso riesgo de los productos de renta fija, han hecho que muchos usuarios hayan apostado por estos instrumentos para sus ahorros, pero ahora el escenario está cambiando y la rentabilidad que ofrecen es cada vez menor. El motivo de este repentino descenso hay que buscarlo en el mismo factor que potenció su gran escalada desde mediados de 2023: el Banco Central Europeo (BCE).
El órgano comunitario comenzó a subir sus tipos de interés oficiales desde el verano de 2022 como medida para tratar de frenar la enorme inflación que se había adueñado por aquel entonces de Europa. En apenas un año, entre septiembre de 2022 y el mismo mes de 2023, los tipos pasaron del 0 al 4%, la subida más grande y acelerada de los últimos 30 años en el Viejo Continente. La consecuencia de esto fue el que subieron los intereses de todos los productos bancarios, tanto de los préstamos (el dinero lo presta el banco a particulares) como de los depósitos (el dinero lo prestan los particulares a los bancos mediante instrumentos de renta fija).
De esta forma, la inestabilidad económica que ha atravesado Europa en los últimos años, en particular desde principios de 2022, ha potenciado la rentabilidad de cuentas remuneradas, cuentas de ahorro y depósitos a plazo fijo. Pero ahora la situación ha mejorado bastante, hasta tal punto que el Banco Centra Europeo ha reducido en cuatro ocasiones sus tipos de interés oficiales desde junio de 2024, no se descarta un recorte más antes de que termine el presente año y, probablemente, acometerá al menos cuatro o cinco más a lo largo de 2025.
Así pues, las reducciones de los intereses que muchos usuarios han percibido en la renta fija de los bancos en los últimos meses no son más que los primeros síntomas de una realidad ineludible: los altos beneficios de las cuentas remuneradas, las cuentas de ahorro y los depósitos a plazo fijo tienen los días contados. Por eso, no son pocos los que se preguntan qué hacer ahora con sus fondos para seguir consiguiendo una buena rentabilidad. Las opciones son múltiples, desde las más seguras y parecidas a la renta fija de los bancos como los bonos del Estado hasta las más arriesgadas como los dividendos de acciones.
A continuación te explicamos cuáles son las distintas opciones, cómo conseguir ingresos recurrentes con instrumentos de deuda pública y privada o con los dividendos de las acciones y cómo seguir aprovechando los intereses de la renta fija de los bancos por el momento, entre otros aspectos.
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Bonos del Estado y corporativos: la mejor alternativa a la renta fija de los bancos
Los usuarios que busquen una alternativa a la renta fija de los bancos de características parecidas, en especial en lo que se refiere a los riesgos, probablemente deberían optar por los bonos del Estado o por los bonos corporativos, pues en ambos casos tanto la devolución de los ahorros del inversor como los intereses están prácticamente asegurados.
Los bonos, tanto los del Estado como los corporativos, son títulos de deuda que emiten grandes entidades públicas y privadas para conseguir financiación a gran escala para sus proyectos. Por lo tanto, son un préstamo en el que los particulares dejan dinero a estas instituciones, y se rigen por mecanismos muy similares a los créditos: por contrato, el deudor está obligado a devolver los fondos más los intereses pactados en el tiempo y forma establecidos.
A pesar de que son muy similares, los bonos del Estado tienen una importante ventaja respecto a los corporativos: son aún más seguros. Esto se debe a que uno de los pocos riesgos de los títulos de deuda es que el emisor no tenga liquidez suficiente para pagar los intereses o devolver los fondos al usuario, algo que es mucho más difícil que ocurra con un país que con una empresa.
Además de su seguridad, los bonos son también los instrumentos que más se parecen a la renta fija de los bancos en lo que se refiere a tiempos y pagos, en particular a los depósitos a plazo fijo. Es habitual que estos títulos de deuda sean a tres o cinco años, y pagan regularmente los intereses generados, unas liquidaciones que en este caso reciben el nombre de cupones. De esta forma, el usuario puede recibir cada tres o seis meses, o una vez al año, la rentabilidad que va generando, y recuperar la totalidad de sus fondos al vencimiento.
En lo que también se parecen los bonos del Estado y corporativos a los depósitos a plazo fijo es en la inmovilización del dinero: los propietarios de títulos de deuda no pueden recuperar la totalidad de sus ahorros hasta la fecha de vencimiento, tan sólo irán cobrando poco a poco los cupones, por lo que si les surge un gasto inesperado podrían tener problemas. Eso sí, con los bonos existe una posibilidad de recuperar, al menos, parte de los fondos: venderlos en el mercado secundario. Pero con esta opción es posible que el usuario tenga que traspasarlos por un importe menor al precio de compra, por lo que existe el riesgo de perder dinero.
Aparte de los bonos, existen otros títulos de deuda parecidos que sólo difieren en algunos aspectos concretos. En lo que se refiere a la pública, tenemos las letras del Tesoro y las obligaciones del Estado. Las primeras son instrumentos a corto plazo (tres, seis, nueve y doce meses) que no ofrecen cupones, sino que se venden en subasta por debajo de su valor nominal (el dinero que se devolverá en la fecha de vencimiento al usuario), de tal forma que la rentabilidad se obtendrá por la diferencia entre el valor de compra y el de reembolso. Los segundos son prácticamente iguales que los bonos del Estado, la única diferencia es que son a largo plazo: a quince, treinta y cincuenta años.
En lo que se refiere a la deuda privada, aparte de los bonos se pueden encontrar los pagarés, similares a las letras del Tesoro en plazos y pagos, y las obligaciones, de características muy parecidas a sus homónimas públicas.
Cómo comprar bonos del Estado y corporativos
Un aspecto más que puede resultar interesante a los clientes de renta fija bancaria de los bonos es su facilidad de adquisición, pues se pueden comprar por vías diferentes y muy accesibles, al contrario que, por ejemplo, las letras del Tesoro, con las que las opciones son más reducidas.
Todos los títulos de deuda pública (las letras del Tesoro, los bonos y las obligaciones del Estado) se pueden adquirir directamente en las subastas que organiza el Tesoro Público. Para ello, el usuario tiene que suscribirse a las subastas y abrir una cuenta directa en el Banco de España, que es donde se almacenarán los instrumentos adquiridos. Este proceso se puede realizar online a través de la web del Tesoro Público o de forma presencial en una de las sucursales del Banco de España.
Pero los bonos del Estado también se pueden adquirir por otras vías más sencillas, como los brókers de activos financieros. Esta vía será particularmente interesante para usuarios que ya utilicen estas plataformas para otros fines, como comprar productos como las acciones o beneficiarse de los intereses de una cuenta remunerada, pues no tendrán que cambiar de intermediario ni darse de alta en otro sitio.
En los brókers, además, el usuario también tendrá acceso a múltiples bonos corporativos y a algunas obligaciones, tanto públicas como privadas.
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Invertir en acciones y ETF: las alternativas más arriesgadas
Otra alternativa para los que busquen rentabilidad por sus ahorros es invertir en acciones, ETF o algún activo similar. Con ellos, eso sí, se asumen muchos más riesgos, los beneficios no están en absoluto garantizados y es muy posible tener pérdidas. Además, para tener buenas perspectivas de obtener beneficios, el usuario tiene que estar constantemente atento al mercado, al contrario de lo que ocurre con la renta fija de los bancos o los bonos del Estado, que no exigen prácticamente dedicación.
Una diferencia más de los activos respecto a los productos bancarios es que no ofrecen ingresos regulares, por eso se engloban dentro de los instrumentos de renta variable. Las cuentas remuneradas, las cuentas de ahorro y los depósitos a plazo fijo tienen una cifra de intereses constante, mientras que los dividendos de acciones y ETF pueden cambiar de un año a otro, o incluso de un reparto a otro, si la empresa gana más o menos durante el ejercicio. Además, algunos de estos instrumentos ni siquiera ofrecen dividendos.
Asimismo, hay que tener en cuenta que ese reparto de beneficios suele ser mucho menos frecuente que con la renta fija de los bancos, en especial si hablamos de las cuentas remuneradas y las cuentas de ahorro, en las que son habituales las liquidaciones mensuales.
Como vemos, las diferencias entre la renta fija y la renta variable son considerables, pero, aún así, pueden ser una buena alternativa para quienes deseen seguir consiguiendo rentabilidad cuando los intereses de los productos bancarios dejen de ser atractivos siempre que el usuario esté dispuesto a asumir más riesgos y, muy importante, si tiene conocimientos y experiencia en el mercado de valores.
Aunque seguridad sea menor, es posible reducir los riesgos al invertir en acciones y ETF si se opta por activos estables y consolidados, como los títulos de grandes empresas. Y en lo que se refiere a la regularidad de los beneficios, se pueden rastrear compañías y fondos de inversión cotizados que venga ofreciendo cifras de dividendos más o menos regulares a lo largo de los últimos años y que mantengan una trayectoria ascendente, con resultados económicos sólidos ejercicio tras ejercicio y proyectos innovadores, pues así será más probable que mantengan o incrementen su rentabilidad en los repartos futuros.
Para reducir riesgos al invertir en acciones y ETF también es buena idea diversificar, es decir, comprar diferentes activos para que las posibles pérdidas de valor de unos se compensen con las ganancias de otros. Esto, además, también puede ser utilizado por el usuario para conseguir ingresos todos los meses: la mayoría de las empresas reparten dividendos cada tres o seis meses, pero no lo hacen todas al mismo tiempo y, de hecho, hay pagos de este tipo todos los días laborables del año. Así, es posible configurar una cartera con acciones de empresas distintas cuyos respectivos repartos de dividendos cubran todos los meses del año en conjunto.
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Depósitos a plazo fijo: un último baile
Como hemos comentado al principio de este artículo, los productos de renta fija de los bancos son cada vez menos rentables, pero la caída de sus intereses todavía no ha sido acusada y aún es posible conseguir una buena remuneración con ellos. Esto es particularmente relevante con los depósitos a plazo fijo, unos instrumentos que mantienen sus beneficios hasta la fecha de vencimiento. Por lo tanto, si se contratan ahora mantendrán sus réditos hasta que se agote su plazo.
En el mercado de los depósitos a plazo fijo existe una amplia oferta, con periodos de duración que van desde los tres meses a los cinco años, por lo que es posible invertir en ellos a corto, medio y largo plazo. En la actualidad todavía se pueden conseguir intereses de hasta el 3,5% TAE con estos instrumentos, una cifra que con toda probabilidad se reducirá a partir de 2025 de forma generalizada. Así pues, quienes los contraten ahora se asegurarán una rentabilidad elevada y sin riesgos por mucho tiempo sin importar lo que ocurra el próximo año.
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Cuentas remuneradas y de ahorro: la ventaja de su flexibilidad
Al igual que ocurre con los depósitos bancarios, las cuentas remuneradas y las cuentas de ahorro aún mantienen unos intereses más que aceptables, pero eso va a cambiar en los próximos meses. De esta forma, todavía es posible aprovechar esa rentabilidad elevada, pero con estos instrumentos no será posible prolongarla a largo plazo porque las entidades pueden cambiar sus condiciones, incluido el porcentaje de su retribución, en cualquier momento.
Esto es así porque la legislación española contempla que los bancos pueden modificar las condiciones de sus cuentas de duración indeterminada de forma unilateral, con la única restricción de que deben informar a los afectados con al menos dos meses de antelación para que puedan ejercer su derecho de desistimiento.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las cuentas remuneradas y las cuentas de ahorro tienen una ventaja muy importante que se puede aprovechar en esta situación: no inmovilizan el dinero de sus titulares, como sí ocurre con los depósitos a plazo fijo, por lo que el usuario puede retirarlo con total libertad y sin penalización cuando lo desee. De esta forma, puede contratar ahora uno de estos instrumentos con altos intereses y, cuando el banco los reduzca y dejen de resultarle beneficiosos, simplemente retirar sus fondos y destinarlos a una inversión más lucrativa.
Asimismo, dada esta gran flexibilidad, las cuentas remuneradas y las cuentas de ahorro pueden ser una buena opción para que los fondos propios vayan generando algo de rentabilidad los próximos meses mientras el usuario estudia qué alternativa a la renta fija de los bancos le interesa más para invertir su dinero en el futuro.
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Otra ventaja de este producto financiero es que sólo tiene límite por debajo, pues se tienen que depositar al menos 1.000 euros para abrirla, pero no los tiene por arriba, por lo que el usuario, si lo desea, puede ingresar 1.000.000 de euros en la cuenta para generar intereses con ellos.
Hemos estudiado los productos disponibles en el mercado con el fin de crear un listado que ofrezca a los usuarios información directa y fácil de comparar para que puedan encontrar lo que están buscando. Para hacerlo, nos hemos centrado en las características que pensamos que el cliente valorará más y, siempre bajo nuestro criterio, hemos clasificado los productos de la manera que el interesado pueda encontrar primero el que más características positivas reúne. Antes de elegir un producto no se debe olvidar que la decisión final depende del usuario y que esta debe tomarse teniendo en cuenta sus necesidades y los factores que sean importantes para cada uno de ellos. En el presente artículo se han incluido productos financieros de diversa índole: activos de inversión e instrumentos de renta fija. Por ello, para crear la metodología en la que se basa la inclusión y clasificación objetiva de cada uno de ellos hemos elaborado tres listados con criterios diferenciados, que a continuación detallamos. Los mejores brókers:Los mejores productos financieros para invertir en 2025: ¿qué se ha tenido en cuenta?
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