Después del covid, el virus de la inflación. Ese podría ser el resumen de lo vivido por los españoles en los tres últimos años. Pero dentro de lo lesiva que ha sido la subida de los precios para los hogares, el abrasivo repunte en la cesta de la compra ha infligido especial daño a las familias.
En el último dato de Índice de Precios al Consumo (IPC) publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), relativo a abril, el precio de los alimentos aún mostraba un aumento interanual del 12,8%. Una lectura más baja que la de meses previos (pico del 16,7% en febrero), pero todavía en unos niveles de pesadilla para el bolsillo de los ciudadanos (13 lecturas seguidas en los dos dígitos). Aunque los pronósticos son de progresiva relajación de los precios, todavía persisten amenazas de fondo como la sequía que no permiten lanzar las campanas al vuelo.
Un repaso al resto de porcentajes que deja el INE da una verdadera idea de lo que está ocurriendo. Desde que estallase la guerra en Ucrania en febrero de 2022, el azúcar se ha disparado un 52,4%, el aceite de oliva y la mantequilla más de un 38%, la leche y los huevos más de un 32%, las patatas y las legumbres y hortalizas frescas más de un 27%, el arroz un 24%, la carne de cerdo un 23,8%, el queso un 21,7%, la carne de ave y de vacuno más de un 14%, el chocolate también más de un 14%, el pan un 13,7%, la pasta un 12,7%, el pescado fresco un 11,8% y el café un 11,3%. Solo en lo que va de 2023 -cuatro meses de datos-, las legumbres y hortalizas frescas suben un 14,6%.
La explicación a esta vorágine hay que atacarla desde diferentes frentes. El primero, pasa irremediablemente por la guerra de Ucrania y la subida de los precios de la energía derivada del vuelco geopolítico por la decisión de Rusia de invadir a su vecino. "La escalada inicial de los precios de la energía se ha trasladado tanto a los precios de consumo de los alimentos como a los del componente subyacente de la cesta del IPC armonizado -esto es, los bienes industriales no energéticos y los servicios-. Esta traslación se ha producido con cierto retardo, pero, a tenor de la evidencia disponible, con mayor intensidad que en otros episodios anteriores. Por otra parte, la guerra ha motivado el encarecimiento de algunas materias primas agrícolas, al dificultar su producción y comercio internacional", explican los economistas del Banco de España en su Informe Anual de 2022, publicado hace unos días.
Esta coyuntura explica el fuerte incremento de los costes de producción en el sector primario y en la industria alimentaria. Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el precio de los consumos intermedios del sector primario se incrementó un 31,1% en 2022, principalmente, debido al alza de los precios de energía (59,4%), fertilizantes (74,3%) y piensos y alimento para el ganado (31,7%).

Otro factor que está empujando al alza los precios de los alimentos es la importante caída de las cosechas agrícolas debido a la sequía, inducida por el reducido nivel de precipitaciones en diversas regiones mundiales. Según datos de Eurostat para España, el rendimiento (toneladas por hectárea) de las cosechas cayó alrededor de un 18% en 2022, en línea con la caída en el volumen de precipitaciones anuales, que, según datos de AEMET, fueron de alrededor de 537 litros/m2, un 16% por debajo del promedio histórico.
Esta menor producción agrícola también ha presionado los precios al alza. La caída de producción en España durante el año 2022 fue muy generalizada. Tan solo en el caso de la producción en viñedos (+1,9%) y de patata (-7,0%) se evitaron caídas de dos dígitos según los datos recopilados por los economistas de CaixaBank Research. Además, las caídas de producción parecen estar persistiendo en lo que llevamos de 2023, debido a que la sequía no parece tocar fin.
Ofreciendo una mejor radiografía del proceso, en el boletín del Banco de España relativo al segundo trimestre de 2023, los economistas Fructuoso Borrallo, Lucía Cuadro-Sáez, Matías Pacce e Isabel Sánchez ahondan en los porqués de las subidas de precios de dos componentes clave como los cereales y la leche. En el caso de los cereales, el mercado en la UE es relativamente abierto, por lo que los precios internos evolucionan de forma similar a la de los precios internacionales.
"Desde 2021 algunos determinantes por el lado de la oferta limitaron la producción de cereales a escala mundial: las menores cosechas por la sequía en algunos de los principales productores de grano, como son Canadá, EEUU y Rusia, los cuellos de botella en las cadenas de suministro, las restricciones temporales a la exportación relacionadas con la pandemia y un notable aumento de la demanda de China. En febrero de 2022, esta situación se vio agravada por la disrupción del comercio de trigo en el Mar Negro tras la invasión rusa de Ucrania y la reducción de las cosechas esperadas en este país. Así, la producción de cereales se situó por debajo de los niveles de consumo a escala global, lo que dio lugar a una reducción de los stocks tanto en 2021 como en 2022", explican los autores.
Una dinámica retroalimentada por el fuerte incremento en los precios de los insumos de los agricultores: fuerte alza de los precios energéticos y del precio observado en los fertilizantes, debido la subida del gas, insumo necesario en su fabricación, añaden. Este aumento de los precios de los cereales se ha ido trasladando a lo largo de la cadena de valor, tanto en España como en el área del euro. Así, desde la segunda mitad de 2021 se observa la traslación, con un cierto desfase temporal, del incremento de los precios de las materias primas (cereales) a los precios industriales de productos elaborados con este tipo de granos, por ejemplo, la harina.
En lo relativo a la leche, la secuencia es parecida, con los principales determinantes de la evolución reciente del precio relacionados con factores de oferta a escala europea. Por un lado, los costes de producción de la leche en Europa comenzaron a aumentar con intensidad a partir de la primavera de 2021, debido, sobre todo, al repunte de los costes de la alimentación del ganado, que representa en torno al 60% del total de los costes para la producción lechera. Este acusado incremento de los costes de alimentación del ganado estaría determinado, en gran medida, por los desarrollos descritos en el epígrafe anterior respecto al precio de los cereales a escala global, agravados por la guerra en Ucrania, cuyos efectos también derivaron en un fuerte incremento de los costes energéticos que enfrentan los productores de leche", pormenorizan los economistas del Banco de España.
Por otro lado, continúan, la climatología adversa derivada en la prolongada sequía -que afectó a la calidad de los pastos para la alimentación- también propició temperaturas anormalmente elevadas que perjudicaron los rendimientos de la producción lechera. En este contexto, durante gran parte de 2021 y comienzos de 2022, los productores de leche enfrentaron un aumento significativo de sus costes y una reducción de sus márgenes. "Además, estos productos también se han visto afectados por el aumento de otros costes que afectan a sus procesos de producción y distribución. Por ejemplo, en el caso de la leche, el coste del envasado y embalaje suponía, en 2021, en torno al 20% de los costes de producción, costes que han aumentado de forma significativa a lo largo de 2022 por el fuerte incremento de los precios del plástico asociados al encarecimiento de la energía", apostillan los autores.
Polémica con los beneficios empresariales
Más allá de estos factores, y con el daño generado a las familias por la subida del precio de los alimentos en el foco, existe una intensa controversia a nivel nacional sobre quién es el 'culpable' real. Como suele suceder en España, el debate está polarizado entre quienes acusan directamente a los supermercados de inflar los márgenes y aprovechar la inflación para disparar su beneficio, y los que hablan de un shock de oferta que nada tiene que ver con los márgenes de las grandes superficies.
Todo hace indicar que, como se ha explicado, la mayor parte de la subida de la inflación alimentaria se debió al drástico incremento de precios que sufrieron las materias primas de forma global, mientras que los márgenes de las empresas y los salarios tuvieron un impacto negligible sobre el precio final de la comida. Así lo indica un recuadro publicado por el propio Gobierno de España su último Programa de Estabilidad, en el que se señala directamente a los mayores costes de importación. La guerra de Ucrania ha encarecido sobremanera ciertos alimentos cuyas cotizaciones son globales y, por ende, en un mundo interconectado se ven afectadas de forma muy similar, aunque haya miles de kilómetros por medio.
El documento del Gobierno reza que "los costes importados explicaron casi el 95% del incremento de precios de los alimentos. A lo largo de 2022 el incremento de las cotizaciones internacionales de materias primas, incluyendo las alimentarias, contribuyó en 11 puntos a la subida de los precios de los alimentos (11,6%). Por lo tanto, la evolución de los componentes domésticos de los precios -márgenes y salarios de la cadena alimentaria- no está en el origen de este tensionamiento de precios".

Un buen ejemplo de ello son los resultados de Mercadona. La cadena líder de supermercados en España (con una cuota de mercado que supera el 25%) ha estrechado sus márgenes en 2022. Mientras que los titulares se han centrado en el crecimiento de su beneficio, la realidad es que Mercadona ha obtenido un margen inferior por cada producto vendido. El margen de mercado ha caído en 0,6 puntos, lo que sitúa la rentabilidad de la compañía en una de las más bajas de su historia, 0,025 euros (por cada euro vendido), frente a los 0,027 euros de 2021, según se desprende de sus cuentas anuales publicadas en marzo. Estos datos apoyarían la hipótesis de que los márgenes no están detrás del encarecimiento de los alimentos.
Además, el informe del Gobierno desgrana que la rebaja del IVA de los alimentos aprobado por el Ejecutivo para comienzos de año se trasladó completamente al precio final de los bienes que se vieron favorecidos por esta medida. "La reducción del IVA de los alimentos se ha trasladado de forma íntegra y alivia las tensiones inflacionistas. A partir del pasado mes de enero se aplicó una reducción del IVA para una amplia cesta de alimentos frescos y elaborados. De acuerdo con los datos de IPC de marzo, se mantiene la traslación completa de la rebaja del IVA de alimentos. Los precios de la cesta de alimentos que fueron beneficiados por la medida han experimentado un incremento acumulado de 0,4% desde el 31 de diciembre de 2022. Esta diferencia en la evolución de los precios de ambas cestas también ha sido recogida por el indicador interno de precios de los alimentos.
El director general de AECOC (Asociación de empresas de fabricantes y distribuidores), José María Bonmatí, explicaba recientemente que la subida del precio de los alimentos "tiene sus causas en el incremento de los costes de producción". El responsable de AECOC ha señalado que el aumento del precio de los alimentos no es un fenómeno exclusivo de España, sino que se debe al aumento de los costes de producción y afecta a todos los países europeos.
Desde la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex) se ha trasladado que la subida continuada de los costes de producción y también el descenso de la oferta de frutas y hortalizas debido a condiciones climáticas adversas están provocando la evolución alcista de los precios. Junto a la subida de costes generales que afectan a todo el sector alimentario, como los de la energía, fertilizantes..., el secretario general de Fepex, José María Zalbidea, ha destacado, además, que existen otros indicadores negativos que ya afectan a la producción de frutas y hortalizas y que afectarán en mayor medida en el futuro, como los costes relacionados con el agua o los costes laborales, consecuencia en gran medida de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI).
¿Qué puede pasar en el futuro?
La subida de los precios de los alimentos es una realidad, mientras que su causa es una cuestión relevante y atractiva pero que también pertenece al pasado. Ahora, quizá, la clave está en intentar pronosticar que sucederá en los próximos meses. Hacer un ejercicio de futuro es complicado en materia de precios, pero hay tendencias que marcan lo que puede venir por delante. En lo que va de año, la fruta fresca, por ejemplo, cae un 3,4%.
El profesor y economista Javier Santacruz, comenta en declaraciones a elEconomista.es que, "como todas las materias primas, los alimentos se rigen por superciclos". "Ahora estamos en una fase muy alcista, pero llegará el momento en que vuelvan a bajar. No probablemente a muy corto plazo, pero sí en un horizonte razonable", aclara este experto".
Aunque parezca que las excusas se reproducen, este superciclo de los alimentos está basado en una suerte de tormenta perfecta que va desde unas políticas monetarias y fiscales muy expansivas que dispararon el consumo en 2021 y 2022, hasta unos fenómenos climatológicos, bélicos (guerra de Ucrania) y de salubridad que están trastocando las cosechas y ganaderías en medio mundo. Baste como ejemplo la sandía y el melón, que el verano pasado se dispararon y podrían volver a hacerlo dado el impacto del clima en su cosecha. No obstante, todo hace indicar que antes o después debería volver la 'normalidad', al menos parcial (el clima seguirá siendo un problema), y con ello una moderación en los precios de origen.
"Hasta la fecha (y no hay ningún indicio de que pueda pasar lo contrario) el ser humano ha sido capaz de producir muchos más alimentos de los que se consumen, con lo cual la capacidad de almacenamiento y gestión de provisiones que ahora es escasa (agotamiento tras la pandemia, malas cosechas, política china de aprovisionamiento de materias primas, el efecto de la inflación monetaria sobre las inversiones necesarias en el campo...) volverá a recuperarse más tarde o más temprano. China está diversificando enormemente su aprovisionamiento de carne fundamentalmente de porcino para gestionar mejor sus inventarios. Y por el momento lo está consiguiendo con señales de precios que van a la baja, justo la tendencia contraria al mercado global", añade Santacruz.
Cuidado con el precio de la carne
Para Javier Ibáñez de Aldecoa Fuster, economista de CaixaBank Research, una de las claves para adelantar la dinámica de precios de los alimentos para los próximos meses es la transmisión de los precios en origen a los precios de consumo, pasando por los precios de producción de la industria alimentaria.
El incremento acumulado desde el cierre de 2020 de los precios en origen ha sido de alrededor del 63% tanto en la UE (datos hasta marzo) como en España (datos hasta enero). En este sentido, la inercia alcista de los precios domésticos de la UE se ha frenado, mientras que la de España, afectada por la sequía, todavía no. La transmisión de estas alzas a los precios de producción de la industria alimentaria y a los precios de consumo ha sido parcial. Concretamente, estos acumulan un aumento del 36% y del 26%, respectivamente.

Si bien la transmisión de precios no tiene que ser pareja entre el origen y el consumo, explica Ibáñez de Aldecoa, el hecho de observar diferencias todavía importantes sugiere que aún podría quedar cierto margen de transmisión a los precios finales. "Al efectuar este mismo análisis separando por tipo de producto, los datos apuntan a que la transmisión entre precios de origen y consumo tiene mayor recorrido para productos cárnicos. Por el otro lado, el recorrido para cereales (y derivados), productos lácteos y, sobre todo, aceites parece más escueto", ahonda el economista.
Santacruz también se pronuncia sobre los riesgos a los que se enfrenta el precio de la carne: "La carne es uno de los alimentos que mayor consumo de agua tienen en su proceso de producción, ya que el animal es consumidor de agua durante su vida (como cualquier ser vivo mamífero) y posteriormente en el proceso de transformación para la hidratación, conservación y otras operaciones de la industria cárnica. Con lo cual, aún siendo una industria muy eficiente en el consumo de agua, cualquier restricción que se pudiera producir afectaría negativamente a los precios. Pero también porque una sequía prolongada supone la muerte de la cabaña ganadera (el agua es imprescindible, y su fuente tiene que ser dulce, no puede venir de regeneración o de desalación) y, por tanto, escasez de carne en el mercado".
También hay precauciones respecto a posibles caídas de precios. En el Informe Anual de 2022 del Banco de España se avisa de posibles asimetrías en la respuesta de los precios de consumo: "En particular, podría suceder que, ante las caídas que se están observando recientemente en los precios de algunas materias primas, los precios de los bienes y servicios de consumo reaccionaran -a la baja- de forma más lenta que cuando se elevaron como consecuencia del encarecimiento que esos mismos insumos experimentaron durante buena parte de 2021 y 2022". Este sería el caso de las materias primas alimenticias, contempla el informe haciendo mención a un paper que constata que en la zona euro, "el encarecimiento de estos insumos se transmite de manera más intensa a los precios de consumo de los alimentos que un abaratamiento de la misma magnitud".
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