El Banco de España ha revisado a la baja unas previsiones marcadas por la guerra en Ucrania y la inflación. El instituto monetario ha rebajado las expectativas de crecimiento para la economía en 2022 en casi un punto, hasta el 4,5% frente al 5,4% estimado en la proyección presentada en diciembre de 2021. El gran cambio se produce en la previsión de inflación, que aumenta en casi cuatro puntos: el BdE espera que el IPC medio en 2022 sea del 7,5%, frente al 3,7% de las anteriores previsiones (en marzo ya se situó en el 9,8%).
Que la inflación duplique la cifra esperada en diciembre (un 7,5 en estas nuevas proyecciones frente al 3,7% medio esperado en diciembre) tiene que ver con las "sorpresas inflacionistas" que arrastraba la economía española ya antes de la guerra, desde la segunda mitad del 2021. En particular, el contexto de inflación elevada a nivel global se estaba reflejando también en expectativas de un cierto tensionamiento de la política monetaria y, en consecuencia, en un endurecimiento moderado de las condiciones de financiación del sector privado.
El contexto de la tensión de precios global agrava la situación en España, que arrastra también la tendencia al alza de la inflación en los países del euro. En parte, señala el Banco de España, el pico del 9,8% alcanzado en marzo "estaría reflejando directamente el impacto de la guerra, por la vía del encarecimiento de la energía. Pero también sería el resultado desfasado de la dinámica de aceleración de precios de los meses precedentes y de otros factores que guardan una relación indirecta con el conflicto bélico, como el desabastecimiento de algunos productos originado por la huelga del transporte de mercancías por carretera".
La guerra alimenta la inflación
Así, las consecuencias de la guerra han alimentado las fuertes tensiones inflacionistas que acarreaba la economía española, y los precios energéticos aún presionarán hasta alcanzar el pico en el segundo semestre del año. La senda ascendente que dibuja el banco central explica que "la persistencia de las alteraciones en las cadenas de suministros y la transmisión de las alzas pasadas de costes, que se ha intensificado recientemente, harán que el componente de alimentos y la inflación subyacente (y, con ellos, el indicador general) repunten algo más en los dos trimestres centrales del año". Es decir, las cotas altas de inflación se mantendrán hasta el tercer trimestre del año antes de moderarse.
La senda de la tasa subyacente, que excluye la volatilidad de la energía y los alimentos sin elaborar, se colocaría por debajo del 3% medio este año, si bien también crece un punto desde las proyecciones de diciembre, aunque la revisión al alza es más contenida. A corto plazo, este índice es el más esclarecedor sobre la inflación general, que "tiende a converger", tal y como ha explicado Gregorio Izquierdo a este medio en diversas ocasiones.
Para 2023 la tasa general se moderaría al objetivo del Banco Central Europeo (BCE) del 2%, y para 2024 se colocaría en el 1,6%. La inflación se mantendría en el 1,8% y el 1,7% los dos próximos años, señala el Banco de España.
No obstante, otra causa derivada de la guerra que plantea el BdE es un cierre del comercio con Rusia. En el peor escenario de capacidad de sustitución baja, esta ruptura energética sumaría un 1,5 puntos al IPC y restaría más de un 1,2% al crecimiento del PIB respecto al escenario central en 2022. "La capacidad de los países de la UE de sustituir esos insumos energéticos procedentes de Rusia es limitada y costosa en el corto plazo, lo que daría lugar a efectos potencialmente severos sobre el PIB y la inflación, también en España a pesar de su menor dependencia de esas importaciones", se apoya el BdE.
Otro escenario habla de los temidos efectos de segunda ronda (el impacto de la inflación en toda la cesta y los salarios). De producirse este comienzo de espiral, el PIB podría verse reducido en el periodo 2022-2024 en cerca de 1,5 puntos respecto a sus proyecciones actuales, mientras que a la inflación armonizada esperada habría que sumarle alrededor de 3 puntos adicionales en el conjunto de estos tres años. "La prolongación del episodio inflacionista también aumenta la probabilidad de que las empresas trasladen los costes de los consumos intermedios a los precios finales en mayor medida de lo visto hasta ahora".
Menos crecimiento
La invasión de Rusia a Ucrania ha modificado de forma notable las previsiones de crecimiento dando lugar a un escenario de recuperación más lento. La actividad real no solo crecerá más despacio de lo esperado en 2022, el próximo año (2023) el PIB avanzará un 2,9% frente al 3,9% que se vaticinó en las previsiones de diciembre de 2021.
Para el primer trimestre de 2021 se espera un tímido crecimiento trimestral de solo el 0,9%. La incertidumbre y el alza de precios está ralentizando sobremanera la recuperación de la economía. En el cuarto trimestre de 2021, la actividad avanzó un 2,2% y en el tercero un 2,6% intertrimestral.
Con estos datos, el Banco de España calcula que la economía no recuperará los niveles de PIB real previos a la pandemia hasta principios de 2024. Precisamente ese año es el único en el que el BdE ha revisado al alza su crecimiento hasta el 2,5%, frente al 1,8% de la anterior proyección. De este modo, lo que en un principio iba a ser una recuperación rápida y vigorosa (recuperación en forma de V), se está convirtiendo en una recuperación de años con el crecimiento repartido a través de varios ejercicios.
Los rebrotes del covid-19 y las mutaciones del virus han impedido que la recuperación de la economía muestran una tendencia lineal. La actividad ha vivido una suerte de montaña rusa que ha bacheado la recuperación. Ahora que la situación epidemiológica mejora de forma casi definitiva, el conflicto en Ucrania está lastrando a la economía a través de la confianza de los agentes (que afecta directamente al consumo y la inversión), el encarecimiento de las materias primas (reduce el poder adquisitivo de familias y márgenes de las empresas) y del canal comercial (que genera a su vez escasez y precios más altos).
Por otro lado, el BdE ha mejorado de forma notable las previsiones del mercado laboral: se espera que la tasa de paro caiga al 13,5% (media anual) en 2022 frente al 14,2% que se esperaba en diciembre. No obstante, las horas de trabajo crecerán a un ritmo inferior (un 1,9% anual frete al 3,8%) de lo previsto, por lo que se producirá un 'reparto' del empleo más que un aumento real.
Plan de choque
El plan de respuesta frente a las consecuencias de la guerra y la crisis energética que presentó el Gobierno el 29 de marzo en el Consejo de Ministros para contrarrestar las presiones inflacionistas tendrá un impacto limitado en los precios a corto plazo y consecuencias impredecibles en las cuentas públicas y los incentivos a largo.
La batería de medidas supone una disminución del coste de diversas fuentes energéticas y la fijación de límites a la revalorización de los alquileres de vivienda. Sin embargo, de acuerdo con las estimaciones realizadas por la institución, este conjunto de medidas restaría entre un 0,5% y un 0,8% a la tasa de inflación media de 2022, tal y como adelantó este medio. Por otro lado, estas medidas pueden reducir los incentivos que generan los precios en la oferta y prolongar el reequlibrio del mercado, tanto del alquiler como del energético.
El Banco de España, a su vez, critica la falta de un plan de consolidación fiscal. El déficit de las Administraciones Públicas (AAPP) seguirá siendo muy elevado en 2024, del 4,7% del PIB, más de 1% por encima de lo que se proyectaba en diciembre pasado. Como resultado de las trayectorias proyectadas para el saldo de las AAPP y para el PIB nominal, la ratio de endeudamiento público presentaría un modesto descenso, de forma que en 2024 se situaría en el 113,5 % del PIB, 6,5 puntos por debajo de la cota máxima alcanzada en 2020 y 18 puntos por encima del nivel de finales de 2019.