La inflación amenaza con mantenerse elevada, al menos la primera mitad de 2022. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó este viernes los datos definitivos del Índice de Precios de Consumo (IPC) del mes de diciembre, en los que revisó a la baja la tasa general (ahora en un 6,5%, frente al 6,7% observado en el avance) y confirma la tasa subyacente en un llamativo 2,1% que pone en alerta a algunos economistas: el motor de la economía, la inflación subyacente, supondrá un nivel de precios que se prolongará más de lo esperado en las anteriores previsiones.
Con la corrección del INE, la tasa de variación mensual de los precios en diciembre fue del 1,2%, por debajo del 1,3% que se había comunicado. La subida que experimentaron los precios en diciembre fue la más alta desde hace casi 30 años, en mayo de 1992. El impulso de de los precios sigue influenciado principalmente por el encarecimiento de los precios de la electricidad, un 23,3% más altos que en diciembre del año anterior.

"Ahora mismo estamos más lejos que nunca de que la inflación sea transitoria", declaró contundente a este medio el economista Javier Santacruz en una consulta sobre el avance del mes de diciembre. Ayer, el INE cifró en un 3,1% el IPC promedio (el dato más alto desde 2011, cuando fue un 3,2%)en un año anómalo en cuanto a los precios se refiere. Este dato supone una carga extra para las cuentas de la Seguridad Social, que toman el IPC medio para revalorizar las pensiones públicas. El dato de diciembre será el primero que se utilice para calcular la subida en 2023.
Que la escalada de la inflación alcance una tasa general del 6,5% en diciembre, parece, es el mal menor. José E. Boscá, investigador asociado de Fedea y catedrático de la Universidad de Valencia, explica a elEconomista que prevé un nivel de precios elevado hasta verano, cuando comenzarán a moderarse.
No obstante, Boscá también concuerda que la inflación supone un problema mayor de lo estimado en las proyecciones de verano y octubre. Su postura en estos momentos descarta una inflación que penetre de forma persistente en la economía, si bien teme cierta persistencia de unas tasas elevadas a lo largo de la primera mitad de 2022.
La inflación promedio de 2021 se coloca en el 3,1%, el dato más alto en una década
Sobre la tasa subyacente -que no tiene en cuenta la volatilidad de los alimentos y los productos energéticos-, cree que el 2,1% no se sale demasiado de los parámetros establecidos por el Banco Central Europeo (BCE).
Precisamente, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, lanzó esta semana un sutil cambio de mensaje del organismo sobre el carácter de la inflación, al afirmar que "quizás la alta inflación no sea tan transitoria como preveíamos hace unos meses". Ayer mismo, la presidenta del organismo, Christine Lagarde reiteró que se toman "muy en serio" la preocupación ciudadana por el aumento del coste de vida.
Efectos de segunda ronda
Las consecuencias de la inflación también ocupan gran parte del análisis. Uno de los efectos derivados de la volatilidad del índice general, arrastrado por los precios energéticos principalmente, es el efecto contagio: la inflación coyuntural podría permear en la tasa subyacente, provocando un enquistamiento del IPC y llegando a provocar un carácter persistente a la inflación, según adelantó la OCDE.
Sobre estos efectos de segunda ronda alerta Boscó y la mayor organización empresarial de España, la CEOE. Sobre la mesa, temas como la pérdida de competitividad de las empresas españolas frente al entorno europeo. Pese a que la Eurozona continúa marcando máximos históricos con una tasa general del 5% y una subyacente del 2,6%, por encima de las expectativas, las cifras que han de soportar las empresas españolas están por encima de la media de los vecinos miembros del euro, restando capacidad al sector privado.
La CEOE expone que esta inflación "implica una reducción significativa de los márgenes empresariales en estos sectores en un momento delicado para muchas empresas tras meses de crisis y restricciones a la actividad", en línea con el aviso de Boscó. Para evitar el efecto contagio o arrastre, el Banco Central Europeo aconseja evitar el traslado del impacto del encarecimiento de las materias primas al precio final o salarios.
Precisamente los salarios supondrían un atenuante para la inflación. Elevar las retribuciones tomando como referencia los datos sesgados de un año anómalo supone otro riesgo para los precios. Esta subida, expone Boscó, debería fijarse a "dos o tres años vista", cuando la recuperación estuviera consolidada.
Funcas: 5% de inflación en 2022 y 'efecto contagio'
Funcas revisó este viernes al alza sus previsiones de inflación para 2022 tras haberse registrado en diciembre de 2021 un resultado superior al previsto a causa de los mayores precios de la electricidad y de los alimentos, según informó la entidad. Así, en su escenario central, Funcas estima que las tasas del IPC se mantendrán por encima del 5% en los primeros meses de este año antes moderarse.
El escenario que plantea Funcas contempla un descenso del precio del petróleo hasta los 75 dólares y una caída del precio de la electricidad para la primavera, en línea con los precios reflejados en los mercados de futuros.
Para diciembre de 2022, Funcas proyecta un escenario totalmente moderado, con precios muy dispares a los observados actualmente: espera una tasa de inflación del 0,6%, frente al 0,4% estimado anteriormente, y una tasa media anual del 3,7%, frente al 2,9% proyectado previamente. Por el momento y según se observa, Funcas escenifica una inflación con carácter coyuntural.
Pero el organismo lanza un gran aviso: el efecto contagio que se está produciendo desde ya en los precios. "El incremento de la inflación en diciembre ha tenido un origen muy generalizado, lo que indica que se está produciendo un traslado de los mayores costes de producción hacia los precios finales al consumo", advierte María Jesús Fernández, economista senior de Funcas.
De esta manera, entre los propios analistas hay sorpresa negativa por el comportamiento de los precios respecto a los estimado previamente. La previsión para la cifra de diciembre fue del 5,8%, con una desviación del 0,7% sobre el IPC general observado. De igual manera, la desviación sobre la inflación subyacente fue del 0,2%, proyectando un 1,9% frente al 2,1% definitivo cifrado por el INE.
Los productos energéticos elevaron su tasa interanual hasta el 40,2%, con un ascenso mensual de la electricidad de casi el 20%. La electricidad es un 72% más cara que hace un año. Además, otro producto básico como la alimentación elaborada, ítem también dentro de la subyacente, creció otro 1%.
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