La resurrección de la inflación es un fenómeno que está afectando prácticamente a todo el mundo (aún así hay alguna excepción). Sin embargo, aunque el desencadenante de esta subida de precios es global, unos países están sufriendo unas tasas de inflación mucho más altas que otros, lo que puede tener consecuencias negativas para competitividad de los países más afectados y para los hogares más vulnerables. España se encuentra entre las economías que sufren una mayor tasa de inflación, sobre todo si se compara con el resto de grandes potencias de la Eurozona. ¿Cuál es la explicación a esta 'anomalía' de la economía española?.
Esta semana, el Instituto Nacional de Estadística publicó que la inflación en España se situó en el 9,8% interanual en marzo, el dato más elevado desde 1985. Mientras tanto, en Francia el IPC está en el 5,1%, en Portugal en el 5,3%, en Italia en el 7%, en Alemania en 7,6% y en la zona euro en el 7,5%. Una combinación de particularidades está generando esta brecha de inflación entre España y las grandes economías de la zona euro.
Desde la agencia Moody's han publicado un análisis esta semana que analiza el diferencial entre la inflación de España y las grandes potencias de la Eurozona: "Los efectos de la subida de los precios de la energía han sido más pronunciados en España que en el resto de Europa porque la factura de la luz está muy ligada a la evolución de los precios mayoristas del gas. Por ejemplo, en febrero, los precios de la energía en España habían aumentado un 43,7% respecto a febrero de 2021, frente al 32% en la Eurozona".
Este hecho está, por tanto, relacionado el elevado precio que se paga en España por la electricidad y con la polémica metodología que utiliza el INE para calcular el IPC, que no incluye a los consumidores que se encuentran con contratos del mercado libre, aunque el 60% de los hogares tienen ese tipo de tarifa que presenta unos precios menos volátiles y que no están ligados en tiempo real a los mercados mayoristas.
Los economistas de CaixaBank Research publicaron una nota en la que ponían de relieve las distorsiones que genera este cálculo. Según los analistas del banco catalán, si se incorporasen los precios del mercado libre y no sólo los del mercado regulado, España habría cerrado el año 2021 con una inflación general en el 4,7% en lugar del 6,5% oficial y con un promedio anual en 2021 del 2,2% frente al 3,1% oficial. No solo la metodología, también el funcionamiento de este mercado es clave para entender por qué Portugal tiene una inflación mucho más baja que España pese a que ambos países comparten mercado eléctrico.
Por todo lo anterior y alguna otra particularidad, la brecha es enorme: la electricidad en España ha subido un 80% en el último año, frente al 33,4% de la zona euro. Aquí hay parte de verdad y parte de distorsión metodológica. Otra economía europea con un sistema eléctrico muy ligado a la volatilidad del mercado mayorista es los Países Bajos, donde la inflación se ha situado por encima del 11% impulsada por un incremento del precio de la electricidad del 94%.
No obstante, la propuesta del Gobierno de España y Portugal para topar el precio del gas, de salir adelante, tendrá un impacto a la baja importante sobre la inflación. También tendrá un impacto notable la bonificación de la gasolina. El Gobierno de Países Bajos también está tomando medidas para sofocar la situación.
Por otro lado, desde Moody's apuntan que también hay que tener en cuenta la mayor participación de la energía en el índice de precios (11,7%) de España respecto a la media de la Eurozona (10,9%). Esto no es casualidad, puesto que estas ponderaciones se realizan según la intensidad con la que las economías usan cada componente (consumidores y empresas). España para producir una unidad de PIB, probablemente, necesita consumir más energía que otras economías con una producción más eficiente en este sentido (según los últimos datos del Banco Mundial). De modo que si el precio de los bienes energéticos sube, esto afecta en mayor medida a la economía de España y su sistema productivo.
La gasolina y los impuestos
Los expertos también destacan el menor peso en España de los impuestos fijos sobre los combustibles. Este baja imposición relativa permite que España tenga uno de los precios finales de la gasolina y el diésel más baratos de la zona euro, sin embargo cuando la materia prima se encarece, la subida del precio es mayor en porcentaje respecto a los países que tienen impuestos más elevados en los combustibles. Esto explicaría en parte por qué el precio de los combustibles en España ha subido más de un 52% respecto al año pasado, mientras que en la media de la zona euro el encarecimiento ha sido del 42%.
Analizando el boletín sobre combustibles que publica de forma mensual el Gobierno de España se puede ver que el precio del litro de gasolina en España (1,58 euros) era un 47,3% impuestos, frente al 54% de la zona euro (1,77 euros). En el caso del diésel, el 43,2% del precio final eran impuestos en España y en la zona euro este porcentaje ascendía al 52%. Una buena parte de estos impuestos son fijos (impuestos especiales), cuyo peso se reduce a medida que sube la materia prima (petróleo), rebajando así el porcentaje de impuestos. Aunque España sigue teniendo una gasolina más barata que la media de la zona euro, su precio ha subido mucho más rápido en los últimos meses.
Los últimos datos definitivos de inflación en España pertenecen todavía al mes de febrero (el dato de marzo es preliminar), cuando la tasa del IPC fue del 7,62% anual. De esos 7,62 puntos, 4,75 puntos fueron por incrementos de precios en la energía (electricidad, combustibles...). No obstante, también es verdad que poco a poco el resto de componentes están empezando a mostrar tasas de crecimiento preocupantes, prueba de ello es que la inflación subyacente alcanzó el 3,4% en marzo.
Otras explicaciones para la brecha
Por otro lado, también pueden existir otras explicaciones cuya demostración es prácticamente imposible a corto plazo. Por ejemplo, una economía en la que la competencia es relativamente baja suele absorber de forma más rápida y directa el incremento de costes que provienen del exterior. Las empresas que no se enfrentan a un mercado competitivo (muchas empresas similares luchando por un mismo público) tienen un mayor control sobre los precios y más posibilidades de mantener sus márgenes sin perder cuota de mercado.
Frente a periodos pasados en los que los costes laborales fueron causa de la mayor inflación española, ahora se puede concluir que casi la totalidad del diferencial de inflación entre España y los grandes países de la zona euro se debe al componente energético, producto de un mercado eléctrico cuyos precios son más volátiles, a una metodología incompleta del IPC, una mayor ponderación de la energía en el índice, la menor imposición de los combustibles y, probablemente, otros factores residuales que ahora mismo es imposible descifrar.