
No por sabido resulta menos impactante. Todo hacía indicar que la inflación en la zona euro iba a marcar un nuevo máximo histórico tras las abultados datos publicados por España, Alemania o Francia, pero lo cierto es que aún así las cifras de IPC no dejan de ser sorprendentes. La Eurozona estaba luchando por salir de la deflación hace menos de dos años y ahora la tasa del IPC multiplica por más de tres el objetivo del Banco Central Europeo, dejando a la institución presidida por Christine Lagar en una situación un tanto peliaguda.
La inflación general en la Eurozona se ha situado en el 7,5% en el mes de marzo, el dato más elevado de la corta historia del euro. A lo largo de la semana se han ido publicado los datos nacionales en España (9,8%), Alemania (7,6%) o Italia (7%) que ya aseguraban un nuevo récord histórico en la zona euro.
Desde CaixaBank Research añaden que el aumento de precios fue generalizado por componentes, siendo más pronunciado en el energético y en el de los alimentos no elaborados. "En los componentes subyacentes, bienes industriales y servicios, el aumento fue más moderado, ligeramente por debajo de lo que nosotros y el consenso de los analistas esperaba. No obstante, los datos confirman cómo las presiones alcistas en los precios se están extendiendo cada vez más en los distintos componentes del índice, un patrón agudizado desde el inicio de la guerra en Ucrania", sentencia la nota emitida por el banco catalán.
La inflación viene de lejos
Son muchos los factores que están disparando los precios en la zona euro y aunque la guerra en Ucrania ha agudizado el problema, esta es una tendencia que viene de lejos. Los precios comenzaron a despertar a principios de 2021 (la gran reestructuración de la inflación), después de un 2020 en el que la zona euro coqueteó con la deflación.
La escalada de las materias primas, la súbita recuperación económica y unas políticas monetarias y fiscales ultraexpansivas crearon el caldo de cultivo perfecto para el resurgir de la inflación. No fue hasta mediados de 2021 cuando el IPC comenzó a dar signos de extrema fortaleza, rebasando con facilidad el objetivo del 2% del BCE y mostrando un crecimiento implacable, alimentado por la escasez de ciertos inputs y una demanda global que superaba a una oferta aún adormilada por el impacto de la pandemia.
Desde el BCE y el resto de bancos centrales se trató este fenómeno como algo puramente temporal y cuyo principal propulsor eran los efectos de base (la comparación de los precios con el año 2020). Sin embargo, a medida que 2021 iba llegando a su fin se comenzó a vislumbrar la verdadera fuerza de este fenómeno que no iba a ser cosa de dos días. Cada dato de inflación en la Eurozona superaba las expectativas y el Banco Central Europeo tuvo que anunciar el principio del fin de sus estímulos.
Para colmo, este 2022 ha comenzado con la invasión de Ucrania por parte de Rusia que no ha hecho sino agudizar aún más los problemas en las cadenas de suministro y dar otra vuelta de tuerca a los precios de las materias primas. Lo que era transitorio ahora parece mucho más permanente y precisamente esa 'permanencia' de la inflación es lo que puede hacer que esta situación se retroalimente generando una espiral entre precios y salarios.
El BCE está acorralado
Los bancos centrales han cambiado el tono y ahora buscan ajustar su política monetaria lo más rápido posible, pero sin desencadenar un terremoto financiero y económico, una misión casi imposible en una región como la zona euro, donde la fragmentación sigue siendo visible y los niveles de deuda están en máximos histórico.
No obstante, las opciones parecen pocas. Itsaso Apezteguia, market analyst de Ebury, comentaba en declaraciones a elEconomista esta semana que "cada vez somos más escépticos en cuanto a la posibilidad de que el BCE pueda esperar hasta finales de 2022 para subir los tipos de interés, tal y como están valorando los mercados, y pensamos que es muy posible que los datos que se vayan conociendo obliguen al banco central a actuar antes del verano".
Este experto señala esperan una nueva recalibración del programa APP del Banco Central Europeo en abril y que esto abra la puerta a una primera subida de tipos a partir del tercer trimestre del año, que es cuando se espera que terminen las compras netas de activos (el banco central indicó que cualquier ajuste de los tipos de interés tendría lugar "algún tiempo" después del final de la APP).