En el corto plazo, la economía española va a sufrir una recesión muy dura. El PIB per cápita podría retroceder a niveles de 2015 si la economía cae finalmente más de un 10% este año, algo que parece bastante probable a día de hoy. Tras el temporal, quizá vengan dos o tres años, en el mejor de los casos, de un crecimiento por encima de la tendencia por el efecto rebote de esta recesión. Sin embargo, en el largo plazo la situación puede ser bastante compleja, protagonizada por décadas de crecimiento muy bajo o cero en el peor de los casos.
Cuando el PIB vuelva a acercarse a los niveles previos a la pandemia, la economía tendrá que enfrentarse a un endeudamiento históricamente alto, a una demografía adversa, un mercado laboral cuya tasa de empleo está a la cola del mundo desarrollado y una productividad que crece muy despacio. Cada uno los componentes que impulsan el crecimiento económico se enfrenta a limitaciones importantes, lo que podría condenar a España a sufrir décadas de estancamiento económico.
Determinantes del crecimiento a largo plazo
Los economistas coinciden en que en el corto plazo (trimestres o un año), la demanda determina el nivel del crecimiento económico. Por ejemplo, si un año como este llega una pandemia que aterra a consumidores y empresas, la demanda interna se hunde (consumo e inversión) y el PIB se desploma pese a que la economía tiene capacidad para producir mucho más. Del mismo modo, una demanda más fuerte puede dar lugar a un aumento del PIB solo temporal.
Una demanda cada vez más fuerte (sin una mejora estructural de la oferta) en el largo plazo solo se traducirá en una mayor inflación. Cuando se habla de medio y largo plazo, el crecimiento depende de la capacidad de la economía (el lado de la oferta) para producir más (demografía, tasa de empleo, educación, productividad...). Precisamente, estos factores que determinan el crecimiento a largo plazo son los puntos débiles de la economía española.
No es fácil encontrar previsiones económicas a tan largo plazo. No obstante, en España, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) suele trabajar con estos plazos para calcular, por ejemplo, el gasto de las pensiones a futuro. Hace unas semanas publicó este documento en el que vaticinaba que el PIB crecerá de media un 1,4% anual en el periodo 2020-2050. Un crecimiento bajo, pero que mantendría activo el avance del PIB en las próximas décadas, un vaticinio que puede pecar de demasiado optimista.
Un descenso de la población
Estas previsiones cuentan con un aumento de la población hasta los 54 millones (por un fuerte llegada de inmigración), que la tasa de actividad crecería 2 puntos hasta 2050, mientras que la tasa de paro se iría reduciendo hasta alcanzar en 2050 una tasa próxima al 7% (nivel nunca alcanzado durante la democracia) de la población activa. Por otro lado, la productividad crecería de media un 0,9% al año, igual al promedio histórico (2000-2019), como resultado de asumir una convergencia en 2035 al 1,1% desde los valores actuales.

Sin embargo, los analistas de Scope Ratings (agencia de calificación alemana) son algo menos optimistas. Estos economistas explican que la demografía y la inclusión del mercado laboral son determinantes cada vez más importantes del crecimiento en las economías avanzadas, donde la productividad está en declive estructural. En un estudio publicado recientemente analizan el impacto de las tendencias demográficas en el crecimiento económico futuro, asumiendo que el crecimiento de la productividad y el crecimiento de las tasas de empleo se mantienen constantes. Es probable que las tasas de crecimiento del PIB disminuyan en todos los países en las próximas décadas, pero existen grandes diferencias entre las economías avanzadas.
Usando las proyecciones demográficas de la ONU, el resultado difiere bastante del presentado por la Airef para España. Mientras que la Airef asume un incremento de la población por una fuerte entrada de inmigrantes, la ONU prevé un escenario mucho más adverso para la demografía, en el que España pasa de los 46,7 millones de habitantes de 2020 a 43,6 millones en 2050, un descenso de 3 millones de habitantes, al no prever una llegada de inmigrantes tan fuerte como la apuntada por la Airef. La demografía es importante para el crecimiento del PIB puesto que determina la cantidad de población activa disponible para trabajar. Una mayor cantidad de 'factor trabajo' eleva el PIB potencial de una economía.

Por otro lado, desde Scope Ratings creen que la tasa de empleo se mantendrá constante en todos los países desarrollados, incluida España. La tasa de empleo es mejor indicador que la tasa de paro porque considera a la vez la población potencialmente activa (entre 15 y 64 años según Eurostat), analizando así a la vez la tasa de actividad (que es la población que está dispuesta a trabajar en una economía), y la propia tasa de paro. La tasa de empleo (proporción de la población en edad de trabajar que está ocupada) es otro factor determinante para el crecimiento potencial. De poco sirve tener una población en edad de trabajar muy grande si no pueden o no quieren trabajar.
Scope Ratings: "Es probable que el PIB se estanque en las próximas décadas. Las tendencias demográficas adversas contrarrestarán las ganancias esperadas en productividad y del empleo"
Con estas variables, desde Scope Rating concluyen que en España "es probable que el PIB se estanque en las próximas décadas. Las tendencias demográficas adversas contrarrestarán las ganancias esperadas en productividad y del empleo". Aunque la productividad seguirá creciendo (poco), una menor cantidad de personas disponibles para producir lastrarán el crecimiento total del PIB. Sin embargo, esto no impedirá que el PIB per cápita (mejor indicador del bienestar) siga creciendo. Aunque la economía se estanque en términos agregados, cada español será de media más 'rico', al menos para las estadísticas. Para que la estadística se fiel a la realidad, se necesitará que esa riqueza esté relativamente bien repartida.
"Alemania y España se encontrarán entre las economías avanzadas con un crecimiento estancado, incluso suponiendo que persistan las ganancias de productividad pasadas, ya que en el mejor de los casos, solo serán suficiente para contrarrestar la dinámica demográfica adversa. El caso de España también destaca la importancia de las mejoras en la tasa de empleo, que en los próximos años es poco probable que se repita dado el shock del covid-19", sostienen los expertos de la agencia de rating alemana.
Pese al lúgubre futuro que le espera a la economía española, todavía hay países que salen peor parados, como Italia y Japón. Por el contrario, EEUU, Reino Unido y Francia quedan en una mejor posición, registrando crecimiento del PIB en las próximas décadas, gracias a una demografía más favorable: "Japón y especialmente Italia, se enfrentan a una dinámica demográfica muy desfavorable que conduce a grandes disminuciones en su población en edad de trabajar. Para compensar este lastre del crecimiento económico, se necesitan importantes ganancias de productividad en el futuro".
La comparación del mejor (EEUU) y el peor (Italia) rendimiento a lo largo del tiempo resalta la magnitud del problema: para 2050, el PIB de EEUU podría alcanzar el 115% respecto a su nivel de 2020 en términos reales (sin contar la inflación), mientras que la proyección para Italia sugiere su PIB puede ser un 90% respecto a lo que es hoy. Es decir, la economía Italia podría ser un 10% más pequeña en 2050 de lo que es hoy.
Desde Scope Rating explican que la demografía es un factor significativo en la tendencia a la baja del crecimiento económico de las economías avanzadas en las últimas décadas. Es probable que el envejecimiento de la población siga siendo un factor importante que restrinja el crecimiento del PIB en las economías desarrolladas, especialmente con la generación del baby boom que comienza a jubilarse en los próximos años.
La demografía impacta el crecimiento económico a través de diferentes canales. Primero, una población que envejece reduce la disponibilidad de insumos laborales (factor trabajo) a medida que disminuye el tamaño de la población en edad de trabajar. En segundo lugar, el envejecimiento tiene un impacto sobre una población que tiende a ahorrar más y a consumir menos. En tercer lugar, la estructura cambiante de la población también afecta el crecimiento de la productividad, aunque la dirección no está clara: los trabajadores mayores pueden disfrutar de una mayor productividad debido a la acumulación de experiencia laboral, mientras que los trabajadores más jóvenes pueden beneficiarse de una mejor salud, la capacidad de adaptarse más rápidamente a los cambios tecnológicos y una mayor tasa de emprendimiento que conduzca a una mayor innovación. "Estas dos fuerzas compensatorias pueden producir un patrón en forma de U invertida entre la edad y la productividad, siendo los grupos de edad de 40 años los más productivos", concluyen los expertos de Scope Ratings.