Economía

¿Por qué en España crece la productividad cuando la economía se hunde y no cuando se expande?

  • La productividad cae por la fuerte creación de empleo en sector poco productivos
  • Se genera mucho trabajo temporal con baja formación que reduce la productividad
  • Durante las recesiones se destruye mucho empleo y sobreviven los indefinidos
Típico restaurante de playa en Lloret de Mar, Cataluña. Alamy

Parece un sinsentido absoluto. La productividad es el motor del crecimiento económico y sin embargo en España parece ocurrir todo lo contrario. En periodos de expansión económica la productividad comienza a desacelerarse incluso llegando registrar tasas de crecimiento negativas, mientras que en las recesiones España suele liderar el crecimiento de la productividad en Europa. La explicación a este fenómeno reside, entre otros factores, en el mercado laboral español, uno de los más disfuncionales de los países desarrollados, con un peso elevado del empleo temporal y donde la creación de empleo se concentra en las fases de recuperación en sectores de baja productividad. Los buenos datos de empleo (hasta la semana pasada) de los últimos trimestres han venido acompañados de caídas reales en la productividad por persona empleada, una historia que se repite en las últimas décadas y que impide que España alcance los estándares de vida de los países punteros en Europa.

Teniendo en cuenta tanto expansiones como recesiones, el crecimiento medio de la productividad laboral en la economía española ha sido mucho más lento que el de la la zona euro o países como EEUU. Por otro lado, la productividad total de los factores (PTF), que refleja la eficiencia con la que se usan de forma conjunta el empleo y el capital (equipos, maquinaria, infraestructuras, edificios, etc), ha crecido en España una media del 0,2% anual en las dos últimas décadas, frente al 0,4% de media de la zona euro y del casi 0,6% de Alemania.

Además de ese menor crecimiento a lo largo del tiempo, resulta curioso el comportamiento de la productividad en España, que registra los mayores aumentos cuando la economía se contrae y destruye empleo (crecimiento pasivo), mientras que se estanca o incluso retrocede cuando el ciclo es expansivo y la creación de trabajo es robusta, al contrario que en países como Alemania, Reino Unido o EEUU, que sí registran crecimientos activos de la productividad.

Mientras que en estos países la inversión de las empresas en capital está muy ligada al crecimiento económico, en España lo es la inversión en factor trabajo (contratación de más trabajadores), algo que tiene que ver mucho con el tipo de modelo productivo de cada país. Aunque sea una simpleza y una reducción de algo mucho más complejo, el peso del turismo, la hostelería y la construcción (sectores muy intensivos en factor trabajo y poco productivos) en la economía española impiden que la productividad avance al mismo ritmo que en otros países de alrededor durante las expansiones, en los que el crecimiento está más ligado a la inversión en maquinaria o la tecnología, sectores que generan mayor valor añadido.

Las características del modelo productivo de cada país son elementales para el comportamiento de la productividad. Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España dedicó un discurso entero a esto en mayo de este año en el que recalcaba que "en España la correlación entre crecimiento y productividad no es particularmente elevada. En otras palabras: no siempre ganan cuota de mercado las empresas más productivas".

De Cos explicaba que la economía española mantiene un tejido empresarial dominado por un gran número de empresas de reducida dimensión, escasamente productivas, y un grupo relativamente menor de empresas grandes, que aunque están mejor posicionadas para mostrar un mejor comportamiento, "también presentan una productividad algo inferior a la de sus contrapartes europeas".

¿Qué explica esta situación?

De Cos argumentaba, como se ha hecho otras tantas veces, que el sistema educativo español debe afrontar todavía retos importantes, entre los que destacan el elevado abandono escolar y el bajo rendimiento de los alumnos españoles a escala internacional. Parece relativamente probado que la calidad del capital humano es fundamental para la productividad de las empresas y para la atracción de inversión extranjera directa en sectores de valor añadido e innovación. "Más allá de mejorar la formación de los trabajadores, es importante que estos actúen en un entorno innovador. En este sentido, la inversión en actividades de I+D en España es aún muy reducida tanto en la vertiente pública como en la privada... como consecuencia, la brecha de capital tecnológico en relación con la Unión Europea se ha seguido ampliando", aseguraba De Cos en su discurso.

Al final esta situación se convierte en una especie de bucle: ante la orientación del modelo productivo español (turismo, servicios de bajo valor añadido, construcción...) los estudiantes españoles podrían ser más propensos a abandonar su formación en momentos de expansión económica para incorporarse al mercado laboral, mientras que a su vez esa falta de formación (y de calidad de la educación) supone un lastre para la productividad y para crear un escenario adecuado para la inversión en investigación y desarrollo o en sectores más intensivos en capital.

Como señalaba el boletín anual del BdE de este año, desde el punto de vista sectorial, el patrón de aumento de la ocupación desde mínimos de la crisis es relativamente similar al del ciclo iniciado en 1993. Se han producido los mayores crecimientos en el sector de la construcción (aunque no con tanto peso como en el anterior ciclo expansivo) y en los servicios de mercado. Por otro lado, la recuperación ha sido más débil en la industria y en los servicios de no mercado.

"El intenso crecimiento del empleo está alineado con el de la actividad a escala sectorial, lo que ha dado lugar, como en anteriores ciclos expansivos de la economía española, a un perfil de escaso crecimiento de la productividad del trabajo. La temporalidad sigue también un patrón similar al de anteriores recuperaciones, aunque se encuentra aún por debajo de los máximos alcanzados en el período precrisis, y los desarrollos más recientes en el sector privado de la economía muestran un descenso del peso de los contratos temporales sobre el total en 2018", concluía el informe del Banco de España.

Este tipo de actividad que predomina en España también guarda relación con el uso del contrato temporal. Es cierto que el problema de la temporalidad es menos agudo que hace una década, ya que el empleo temporal sobre el empleo total ha caído al 27% frente al 32-33% de la anterior fase expansiva. No obstante, el peso sigue siendo mucho más elevado que la media de la zona euro y este tipo de trabajo es un lastre para la productividad por varias razones, entre las que destaca el menor gasto en formación que las empresas dedican a este tipo de trabajadores que no son indefinidos.

Este empleo temporal crece con fuerza en fases de expansión y se destruye con violencia en fases de recesión, lo que hace que la productividad en España sea contracíclica (va en contra del ciclo, crece cuando el ciclo es recesivo y baja cuando el ciclo es de crecimiento). Los economistas de CaixaBank Research recalcaban en un documento analítico mensual que "los motivos por los que la productividad es procíclica en la mayoría de los países desarrollados son positivos, y que en España sea contracíclica no es una buena noticia. Efectivamente, detrás de este fenómeno se encuentra la elevada dualidad del mercado laboral español, que favorece que los ajustes de capacidad de las empresas durante las recesiones se concentren en el factor trabajo".

A pesar de lo preocupante de la situación hay motivos para la esperanza. Aunque la inversión al sector de la construcción ha vuelto a escena no ha sido con la misma intensidad que en décadas pasadas incluso a pesar de los bajos tipos de interés bajos. Por otro lado, De Cos aseguraba en mayo que "la asignación del crédito parece estar siendo más eficiente. Concretamente, los recursos tienden a dirigirse hacia empresas que presentan una situación económica y financiera comparativamente más favorable y que son más productivas". También se está cerrando la brecha en lo que a abandono escolar se refiere a la par que el empleo temporal ha perdido algo de peso. El mercado laboral ha ganado algo de flexibilidad en los últimos años, lo que también puede haber contribuido a mejorar la asignación de los recursos humanos.

Se han hecho cambios, pero muchos de ellos tardarán años o décadas en dar sus frutos de forma tangible. Por ahora, la productividad real por trabajador acumula tres trimestres seguidos de descensos (tras un año de estancamiento), coincidiendo (otra vez) con un crecimiento del empleo que ha sido robusto y una fase expansiva de la producción o PIB. Si una nueva recesión vuelve a azotar a España, probablemente se destruirá empleo más rápido de lo que cae la producción y la productividad del trabajo volverá a crecer de forma pasiva.

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