
Alemania recuperará el nivel de PIB previo a la pandemia en algún momento de 2021, mientras que España no lo hará hasta finales de 2023 o incluso 2024. La diferencia es más que notable para dos países desarrollados, que comparten divisa y política monetaria, y que se encuentran en el mismo continente. La brecha económica se abre de nuevo en Europa, y España lo tiene todo para ser el alumno rezagado. Una mala gestión de la pandemia, un sistema productivo orientado hacía las ramas de menor valor añadido del sector servicios, un mercado laboral precario e intensivo en temporalidad... esta es la situación de España. Por el contrario, la de Alemania parece prácticamente la opuesta.
Las diferencias se pueden definir de una forma sumaria y simplificada al máximo así: (i) una buena gestión del covid frente a otra cuestionable, (ii) un país exporta coches BMW (bienes con gran valor añadido y de marca) y el otro turismo barato y (iii) un mercado laboral alemán que parece indestructible frente a otro que se desmorona en cada crisis. Aunque también es cierto que en este caso entra en juego el factor suerte, (pues era imposible de prever la irrupción de un virus que fuera a cambiar la forma de vida del globo) todas esas diferencias han propiciado que el golpe sea muy superior en España y que la recuperación vaya a ser más lenta e inestable ahora. Antes de la crisis España aún estaba muy lejos de Alemania en renta per cápita, tasa de paro o deuda pública, pero tras esta crisis la brecha será aún mucho mayor.
Primero, el desplome de la actividad ha sido muy superior en España. Por un lado, el covid-19 ha tenido un impacto y propagación superior en España que en Alemania, lo que a su vez ha afectado en mayor medida a la economía. Por otro, una mayor parte del sistema productivo de Alemania pudo seguir funcionando (teletrabajando o manteniendo la industria en marcha) gracias a la mayor orientación de su economía hacia ciertos bienes industriales y servicios de mayor valor añadido que no requieren de tanto contacto social.
Así, la caída trimestral del PIB en España fue del 17,8% y en Alemania del 9,7% (en países con menor incidencia del covid y muy digitalizados como Estonia la caída fue solo del 5,6%). La diferencia entre ambos países fue causada por una mayor corrección en el consumo privado de España (cuatro puntos más que en Alemania), y en las exportaciones y la inversión. Para colmo, el consumo público, el único componente que contribuyó de forma positiva, fue en Alemania también dos décimas mayor (Berlín cuenta con mayor espacio fiscal).
Ahora, la recuperación está siendo más sólida y estable en Alemania (aún así no es tan perfecta como la de China). Una vez más, la gestión del covid y el sistema productivo tienen la respuesta. Las exportaciones germanas están impulsando la vuelta al crecimiento del PIB, junto con una política fiscal muy expansiva (bajadas de impuestos y gasto público discrecional). Los expertos descifran estas diferencias: "Esperamos que las exportaciones de servicios, en particular las relacionadas con el turismo, sigan deprimidas, mientras que las exportaciones de bienes muestran una sólida recuperación e incluso podrían sorprender al alza", aseguran Daniela Ordonez y Katharina Koenz, economistas de Oxford Economics.
"Esto significa que las perspectivas para las exportaciones son marcadamente desiguales entre los estados miembros de la Eurozona, y los que dependen de las exportaciones de servicios de viajes y transporte (España) son los que más sufren y lo harán durante más tiempo, mientras que los que se centran en productos manufacturados probablemente se recuperen más rápidamente (Alemania)", sentencian estas economistas en una nota publicada esta semana.
Además, Alemania está aprovechando la recuperación en 'V' de la economía China, que se ha convertido en su principal mercado para las exportaciones (descontando la zona euro) tras rebasar a EEUU este verano. Alemania exporta, sobre todo, vehículos y maquinaria industrial al 'gigante asiático', que es el único país de los grandes que logrará crecer este año pese a haber sido el primer epicentro de la pandemia. Por el contrario, el turismo sigue sin llegar a España y podría tardar un tiempo en hacerlo.
Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, comentaba este verano que "la estructura económica del país (España) es un factor clave para explicar el impacto. Un importante sector turístico, un mercado laboral con una alta proporción de contratos temporales y muchas pequeñas y microempresas explican por qué el impacto económico ha sido tan devastador".
Hasta 2024 no habrá una recuperación al completo
Todo ello está complicando la recuperación de una economía que podría seguir destruyendo empleo en los próximos meses. Raymond Torres y María Jesús Fernández, economistas de Funcas, muestran cierto pesimismo: "La previsión para el conjunto de 2020 es una caída del PIB del 13%, como resultado de dos realidades distintas: la actividad se contraerá un 35,5% en los sectores asociados al turismo y actividades de ocio y cultura, y un 4% en el resto de sectores. El rebote previsto para final del presente año se retrasará a 2021", sostiene en un documento que analiza la recuperación de la economía española publicado esta semana.
Desde Funcas prevén un crecimiento del 7,9% para 2021, pero advierten de que "la recuperación no será total hasta 2023, o incluso hasta 2024, dependiendo de la senda de la política económica". Esta senda depende de que el Gobierno apruebe reformas orientadas a mejorar el PIB potencial, la productividad y reducir las desigualdades, a la par que se usan los fondos europeos de una forma inteligente. Estos expertos creen que la tasa de paro llegará al 20%.
La recuperación total podría postergarse hasta 2024, mientras que en Alemania se cree que el próximo año ya se podría cerrar la brecha negativa que esta crisis ha abierto en el PIB. Dos realidades muy diferentes dentro de una misma unión monetaria. "Si no se implementan reformas orientadas a reducir los déficits económicos y sociales, las ayudas (europeas) apoyarían un plus de actividad, gracias a los estímulos fiscales y a la inversión pública. Sin embargo, a falta de reformas, la expansión derivada del incremento del gasto público sería transitoria, y el crecimiento potencial convergería hacia su nivel inercial (estimado en 1,6% anual). El resultado es una recuperación incompleta, una tasa de paro que solo alcanzaría su nivel precrisis en 2024, y una deuda pública que apenas suavizaría su escalada, hasta cerca del 133% en 2027", sentencian los economistas de Funcas.
Estos expertos advierten de la brecha que se puede generar con Alemania y con Europa en general. A más largo plazo, "la principal amenaza es la pérdida de ritmo de la economía española con respecto a sus socios europeos", aseguran. Es cierto que desde que España accedió a las instituciones europeas, la renta per cápita ha tendido a avanzar a un ritmo superior a la media europea durante los periodos de expansión. No obstante, ese proceso de convergencia se interrumpe con la llegada de la recesión de principios de los 90, y con la crisis financiera, que devolvieron a España prácticamente a la casilla de salida.
"En esta ocasión el esfuerzo que será necesario no tiene parangón, porque nunca antes la política económica se había enfrentado a un reto tan complejo, el de poner en marcha simultáneamente dos políticas. Por una parte, una política de gestión de la incertidumbre que rodea la pandemia, y que exige limitar el cierre de numerosas empresas que están al borde de la insolvencia, y la pérdida de miles de puestos de trabajo que actualmente se sostienen –en cada vez más casos de manera artificial– gracias a los ERTE y las reducciones de jornada. Por otra parte, se trata de sembrar las bases de un crecimiento inclusivo, algo que requiere de reformas que se habían aplazado durante la etapa de expansión, y de mejoras de gestión para aprovechar las ayudas europeas", culminan los expertos de Funcas.