El mercado laboral español destruye mucho más empleo que del resto de países europeos cuando la economía se deteriora (también es cierto que crea más trabajo cuando la economía crece), una anomalía que lastra el crecimiento a largo plazo y la productividad. Ante esta deficiencia, Nadia Calviño, vicepresidenta de Asuntos Económicos, ha asegurado que quiere acabar con esos vaivenes y buscar un ajuste por horas en lugar de por trabajadores, un mecanismo similar al que se ha puesto en marcha durante esta crisis con los Ertes, pero que vaya "más allá" del carácter temporal de esta medida, a través de ajustes internos en las empresas, señaló la ministra. Este tipo de ajustes darían mayor estabilidad al mercado laboral, pero su aplicación aislada (aunque tentadora por los resultados alcanzados en países como Alemania) en una economía como la española no sería sencilla. Las diferencias en la composición de ambos tejidos productivos y unos mercados de trabajo distintos pueden impedir un resultado tan exitoso como el germano.
La flexibilidad interna en Alemania va más allá de los 'Ertes': las empresas pueden hacer ajustes internos a través de bolsas de horas acumuladas por los trabajadores en los tiempos de bonanza
En países como España, donde la tasa de paro en los últimos 20 años parece una montaña rusa, es normal que se mire con envidia a la 'sobrenatural' estabilidad del desempleo de países como Alemania. No obstante, aunque es cierto que en Alemania el paro se ha mantenido estable y a la baja desde las reformas de 2003 y 2005, cuando vienen mal dadas también se producen ajustes, la diferencia es que estos se centran en las horas trabajadas en lugar de en los puestos de trabajo.
Por ejemplo, entre 2007 y 2013, las horas trabajadas por empleado en Alemania cayeron un 4,3%, mientras que la tasa de paro se redujo del 8,7% al 5,2% (sí, cayó el paro durante la crisis), según la base de datos de la OCDE. En España, las horas trabajadas por empleado no se movieron apenas, es más, aumentaron los primeros años de la crisis mientras se destruían millones de empleos, y la tasa de paro pasó del 8,2% al 26,1%, un incremento de casi 18 puntos porcentuales. A primera vista parece más deseable los ajustes por horas que por cantidades o trabajadores.

Estos ajustes cobran relevancia en las crisis económicas a través de los sistemas de empleo a corto plazo (en España conocidos como Ertes), que de una forma u otra se lleva usando en Alemania desde el año 1910, según explican Jens Boysen-Hogrefe y Dominik Groll profesores del Kiel Institute for the World Economy en documento que analiza el comportamiento del mercado laboral alemán durante la Gran Recesión. Estos esquemas se acoplan casi a la perfección al sistema productivo germano, no solo en tiempos de crisis, también durante los ciclos expansivos, donde la flexibilidad interna en las empresas (siempre bajo el marco legal de la negociación colectiva) permite hacer ajustes (de horas y salarios) que mantienen la competitividad de la economía y la fortaleza del mercado laboral en casi todo momento. Extrapolar este sistema a España puede tener aspectos positivos (sobre todo en comparación con lo que hay hasta ahora), pero quizá el resultado no sea tan bueno como en Alemania. España tiene un sistema productivo diferente, en el que sectores como el turismo, la hostelería o la construcción tienen un mayor peso, y un mercado laboral con excesivo protagonismo de la temporalidad, lo que puede reducir la eficiencia de esta flexibilidad interna en gran parte del tejido empresarial.
¿Hubiera sido útil en 2008?
Por ejemplo, cabe preguntarse si esta receta hubiera sido tan eficiente (como lo fue en Alemania) en España durante la crisis de 2008, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria que forzó a una reasignación masiva del capital humano (trabajadores) en el mercado laboral, que además nunca llegó a completarse (muchos trabajadores de la construcción no han vuelto a trabajar de forma regular). Si la demanda de vivienda no volvía a los niveles previos a 2007-2008 (como no volvió), una reducción de horas para los trabajadores de la construcción no habría evitado el despido de la gran mayoría o el cierre de empresas. Además, esos trabajadores habrían perdido un tiempo precioso para reciclarse o cambiar de trabajo durante el periodo en el que se les aplicó la reducción temporal de horas (trabajadores 'zombi', según Allianz). En sectores con elevada temporalidad en el empleo (como el turismo) y muy sensibles al ciclo económico, esta medida simplemente podría prolongar la agonía y ralentizar la reasignación de los recursos hacia los sectores al alza. Por eso, como destacaba esta semana Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, que destacaba la importancia de las políticas activas de empleo y la formación, no solo para los parados, también para los trabajadores en Ertes.
Los ajustes por horas funcionan bajo unos parámetros más o menos concretos, según revela la OCDE en una nota publicada este miércoles: "La experiencia alemana muestra que estos esquemas, de uso flexible y de rápido acceso, pueden ayudar a reducir los efectos de una crisis económica en el mercado laboral y salvar empleos viables cuando la recesión es de corta duración, la composición sectorial de la economía no se ve afectada y cuando resulta muy costoso para la empresa despedir y contratar (rotación) al capital humano necesario". Volviendo al ejemplo de 2008, el estallido de la burbuja inmobiliaria supuso un cambio drástico en la composición sectorial de la economía española, que tuvo que reducir sobremanera la dependencia del ladrillo. Ahora, con la crisis del covid-19 se corre el riesgo de que suceda algo similar con el turismo, por lo que los ajustes por horas en lugar de por trabajadores podrían no dar el resultado esperado.
La OCDE también aclara que la flexibilidad interna funciona mejor en las economías que presentan una mayor proporción de empleos cualificados: "Despedir y volver a contratar es más costoso para las empresas que requieren una cualificación específica, como ocurre en la producción intensiva en tecnología. En el momento de la Gran Recesión, los costes de rotación para los trabajadores poco cualificados eran de alrededor de 7.000 euros en Alemania, mientras que eran casi cinco veces más altos para los trabajadores cualificados. Los hallazgos de la OCDE muestran que la intensidad tecnológica y de habilidades está relacionada positivamente con las tendencias de ajustes internos por horas durante las recesiones económicas. En este contexto, la importancia relativa de la fabricación intensiva en tecnología y que requiere cualificaciones específicas en Alemania puede ayudar a explicar por qué se destruyó tan poco empleo durante las crisis".
Una flexibilidad interna constante
Más allá de estos esquemas de trabajo (conocidos en Alemania como Kurzarbeit) específicos que se pueden usar de forma temporal en cada crisis, "las medidas de flexibilidad interna, como las cuentas de horas de trabajo y las reducciones en las horas semanales o en las horas extraordinarias, juegan un papel importante en los ajustes del horario de trabajo en Alemania y ayudan a amortiguar los efectos de las recesiones cíclicas. Dichas medidas de flexibilidad interna a menudo se cubren mediante acuerdos de negociación colectiva o acordados entre los interlocutores sociales, que podrían ser difíciles de transferir a otros países", destaca la nota de la OCDE. La responsabilidad y profesionalidad de empresarios y sindicatos es vital. Por otro lado, frente a la flexibilidad interna existe cierta rigidez externa, es decir, la indemnización por despido en Alemania es una de las más altas de Europa junto a la española.
Los empresarios alemanes tienen varias herramientas para ajustar las horas de trabajo
Más allá de los Ertes o esquemas de trabajo a corto plazo, "los empresarios alemanes recurrieron a las reducciones de la jornada laboral que se encuentran dentro de la negociación colectiva, que generalmente están asociados con una reducción proporcional de la remuneración. Esto representó alrededor del 25% de la reducción del tiempo de trabajo durante la crisis", destaca el documento de los profesores del Kiel Institute for the World Economy. Por otro lado, los saldos positivos en las cuentas de tiempo de trabajo (donde se apuntan las horas que se han trabajado de más y que se compensan cuando baja el volumen de trabajo de la empresa) se redujeron y probablemente alcanzaron territorio negativo en muchos casos. Esto representó otro 17%. Además, se redujo el volumen de horas extras pagadas, lo que representa otro 19% de la reducción total de las horas trabajadas. A la vez se aceleró la tendencia hacia el empleo a tiempo parcial, que fue responsable de otro 18% de la reducción del tiempo de trabajo.
"El grado de flexibilidad interna al que pueden recurrir las empresas alemanas en tiempos de crisis ha aumentado considerablemente en las últimas dos décadas. Los convenios colectivos ahora permiten mucho más desviaciones del horario laboral semanal regular. En este aspecto, las cuentas del tiempo de trabajo juegan un papel crucial: permiten a los trabajadores acumular un excedente de horas de trabajo en los buenos tiempos, cuando la producción es alta y recuperar ese tiempo cuando la producción es baja", sentencian estos profesionales. Por otro lado, Alemania no contaba con un salario mínimo legal durante la Gran Recesión. No fue hasta 2014 cuando se aprobó esta medida.
La temporalidad como obstáculo
Por otro lado, volviendo a los esquemas de trabajo a corto plazo, la experiencia muestra que este tipo de flexibilidad interna ayuda a contener el auge del desempleo entre los trabajadores con contrato indefinido y cierta antigüedad, por lo que su eficacia podría reducirse en mercados laborales como el español, que cuenta con la tasa de temporalidad más alta de toda Europa con un 21,9% de todo el empleo. Por ello, quizá sería necesario reducir esta dualidad del mercado laboral español antes que aplicar una fórmula que podría incrementar la segmentación del mercado.
"El impacto positivo de este sistema se limitó a los trabajadores con contratos permanentes, aumentando así la segmentación del mercado laboral entre los trabajadores con empleos regulares y los trabajadores en trabajos temporales... Esto sugiere que los esquemas de trabajo a corto plazo terminan apoyando algunos empleos que se habrían mantenido en ausencia del subsidio", según explican los profesores Alexander Hijzen y Sebastien Martin en el IZA Journal of Labor Policy.
Uno de los problemas del mercado laboral español es el uso abusivo de los contratos temporales, que es precisamente donde se centra toda la destrucción de empleo en los primeros meses y años de las crisis. En 2006 había 5,2 millones de trabajadores con contrato temporal en España, mientras que en 2013 la cantidad se había reducido a 3,2 millones por los efectos devastadores de la Gran Recesión y la crisis de deuda soberana europea. Mientras exista esta dualidad y desigualdad en el mercado laboral (con unos trabajadores temporales con menos derechos) será complicado acabar con los ajustes por cantidades o trabajadores. Reducir la variedad de contratos y la convergencia en los derechos de los mismos podría aliviar la situación.
Por todo ello, el éxito absoluto de la aplicación de la flexibilidad interna y de los esquemas de trabajo a corto plazo en el mercado laboral español no está asegurado, puesto que las diferencias son más que notables entre ambos países. La gran pregunta es si las deficiencias del mercado de trabajo en España fomentan este tipo de sistema productivo de bajo valor añadido y elevada temporalidad y estacionalidad, o si es el sistema productivo el que da lugar a un mercado laboral disfuncional, precario y dual. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?