Economía

El lado oscuro del salario mínimo en Alemania puede ser un aviso para España

  • El salario mínimo ha sido terrible para las empresas más pequeñas
  • Aunque aumentó el salario por hora trabajada, no creció el salario mensual
  • El SMI ayudó a mejorar la productividad y redujo la desigualdad salarial

El Gobierno de Angela Merkel aprobó en 2015 la imposición de un salario mínimo en Alemania (que ha ido escalando hasta los 9,19 euros por hora), una economía que hasta el momento había carecido de esta norma que pone suelo a la remuneración de los trabajadores. Tras cinco años se pueden extraer varias conclusiones entre las que destacan que las empresas más pequeñas han sufrido por un incremento de costes que no siempre han podido asumir, lo que ha producido un trasvase de trabajadores desde las empresas pequeñas a otras más grandes, que a su vez suelen ser más productivas. Esto, a su vez, ha reducido el número de estas pequeñas empresas, que en el caso de España conforman el 95% del tejido empresarial. También se ha observado una reducción de las horas trabajadas en las personas que han sido afectadas por el salario mínimo.

También es cierto que ha supuesto una mejora considerable de la remuneración de los trabajadores que se encuentran en la décila (el 10% con sueldos más bajos) más baja de la renta, además de no haberse destruido empleo en términos netos. ¿Cómo ha absorbido el mercado el aumento del salario mínimo sin reducir el empleo? Con el trasvase de trabajadores desde empresas pequeñas (no son capaces de afrontar el salario mínimo) a empresas más grandes, productivas y con mayores márgenes. Otros expertos también argumentan que algunas empresas han decidido compensar la subida del salario reduciendo las horas de trabajo de sus empleados.

"Nuestros hallazgos muestran que el salario mínimo induce a los trabajadores con bajos salarios a cambiar a empresas con tasas de rotación más bajas, y a empresas con una fuerza laboral mejor formada que pagan primas salariales más altas", reza el informe.

Así, los efectos salariales y laborales desde el punto de vista regional confirman los resultados que se han apreciado desde enfoque individual: "El salario mínimo incrementa el salario medio, sin reducir el empleo. Por lo tanto, el salario mínimo no solo ayudó a reducir la desigualdad salarial entre las personas, sino que también entre las regiones, sin causar pérdidas de empleo entre las personas desfavorecidas o en las regiones desfavorecidas".

El lado oscuro de estos resultados

Sin embargo, este trasvase supone el fin de muchas empresas pequeñas que son incapaces de competir con otras más grandes, que suelen contar con mayores márgenes, ser más intensivas en capital y gozar de una capacidad para invertir superior a las pequeñas.

"Específicamente, mostramos que el número de empresas y la proporción de microempresas -con menos de 3 empleados- disminuyó, mientras que el tamaño de las empresas y la proporción de firmas más grandes aumentó, en las regiones más expuestas al salario mínimo respecto a las regiones menos expuestas, en los años posteriores de su introducción. Además, encontramos que el salario mínimo aumentó la prima salarial media de las empresas, lo que sugiere que el salario mínimo ha supuesto un cambio de composición orientado hacia las empresas que pagan más", destacan los economistas Christian Dustman, Attila Lindner, Uta Schonberg, Matthias Umkehrer y Philipp vom Berge.

Aunque a nivel agregado la introducción del salario mínimo ha generado tanto resultados positivos como negativos, siempre hay sectores concretos que sufren con mayor crudeza las consecuencias. Al igual que la clase media de Occidente ha sido la principal víctima de la globalización, en este caso han sido las pequeñas empresas. Las regiones donde el salario mínimo ha tenido mayor efecto (aquellas en las que había salarios más bajos) y donde estaban establecidas más pymes (pequeñas y medianas empresas) "han sufrido una caída del número de empresas... Esta caída ha sido incluso más pronunciada en las micro empresas con no más de dos empleados".

Los economistas que han realizado este trabajo recuerdan que esto "estaría en línea con la hipótesis de que el salario mínimo expulsa del mercado a las firmas menos productivas". Esto deja en el aire el efecto de la subida del salario mínimo en España, donde el 95% de las firmas son pequeñas y solo el 30% del empleo total pertenece a empresas grandes, que son las que absorben con menos problemas las subidas del salario mínimo.

Diferencias entre España y Alemania

En Alemania la mayor parte del empleo lo crean las grandes y medianas empresas (las que tienen más de 250 empleados y las que se encuentran entre 50 y 249 empleados). Las empresas de mayor tamaño tienen una capacidad superior de inversión en este tipo de capital que suele tener un coste inicial muy elevado, pero que sin duda contribuye a mejorar la productividad.

En Alemania se ha protegido, fomentado y ayudado a las compañías industriales de gran tamaño. En España ocurre todo lo contrario, las empresas entre 1 y 9 empleados dan trabajo a una mayor porción de los ocupados. Este tipo de firmas pequeñas tienen más dificultades para emprender inversión en maquinaría de alta tecnología. Los últimos datos de empleo en España dejan entrever algunos de los efectos negativos del SMI sobre la agricultura.

Por último, Oliver Bruttel, economista y director del centro de negocios e información para salarios mínimos en Berlín, explicaba en un trabajo publicado en 2019 que "nuestra investigación sugiere que el nuevo umbral salarial ha llevado a un aumento significativo en los salarios por hora para aquellos que ganaron menos de 8,50 euros por hora antes de la introducción del salario mínimo. Sin embargo, este aumento en los salarios por hora no se traduce completamente en un aumento en los salarios mensuales, ya que la evidencia disponible sugiere que las horas de trabajo se han reducido al mismo tiempo".

Este experto argumenta que incluso cuando algunas investigaciones encontraron algún efecto en el empleo, ya sea positivo o negativo, su tamaño ha sido insignificante en relación con el número total de empleos. Además, este experto añade que "como en otros países, el salario mínimo no ha ayudado a reducir la dependencia del bienestar y el riesgo de pobreza... mientras que las empresas que tuvieron que aumentar los salarios porque pagaban a algunos de sus empleados menos que el salario mínimo antes de 2015 vieron disminuir sus beneficios". Por último, algunas industrias con una alta proporción de trabajadores con salario mínimo se vieron obligadas a aumentar los precios, que a la postre se trasladaron al consumidor.

La introducción del salario mínimo en Alemania y las posteriores revisiones han ayudado a incrementar la renta por hora trabajada de los empleados con salarios más bajos, sin embargo no hay evidencia de que se hayan incrementado sus sueldos mensuales (las empresas han podido reducir las horas de trabajo). Aunque la desigualdad de rentas se ha reducido (medida por el coeficiente de Gini) no ha reducido de forma sustancial el número de hogares en riesgo de pobreza ni su dependencia del Estado de Bienestar.

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