Director adjunto de elEconomista. Asesor del Fondo Tressis Cartera Eco30. Promotor del Eco10 y Eco30 Stoxx
Opinión: Cortito y al Pie del Ibex

Los que no tenemos chupa de cota de malla contra la desdicha y vivimos entre los tontos por cientos (gracias otra vez tocayo Sabina) empezamos a hacer números de cuánto de cara está la bolsa americana en los precios actuales. Especialmente, porque una fuerte caída del mercado director nos puede dar un gran disgusto con una posición muy larga en mercado.

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Hay un público en el mundo de la inversión, que es la cúspide de la pirámide, al que toda firma quiere llegar. Son los llamados 5J. Los ahorradores que alcanzan el medio millón de euros. A los que se les considera banca privada. En realidad con este patrimonio entran de puntillas por el umbral de un selecto club, con la perspectiva de que se conviertan en clientes que cada década multipliquen su patrimonio por dos porque generen más ahorro o porque, con una asunción algo agresiva del mismo, la banca privada les ayude a sacar un 7% de rentabilidad anual.

El próximo 29 de septiembre Línea Directa cumplirá cinco meses de su estreno en bolsa, tras el listing que hizo Bankinter. Desde entonces acumula una revalorización del 43% frente a la media de un sector que se mantiene en los mismos niveles a los que cotizaba entonces. Carlos Rodríguez, director financiero de la aseguradora, reconoce que la liquidez es limitada y es la consecuencia de unos accionistas muy fieles que no han querido vender desde su debut -55.000 accionistas-. Define a la compañía como un "animal diferente" en España, con un modelo de negocio muy rentable, con un ROE del 35% -el triple que el de las cotizadas nacionales- y que ya ha hecho toda una declaración de intenciones con el reparto en julio de su primer dividendo: la prioridad es retribuir al accionista.

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Por muchos debates que nos queramos hacer en mercado solo hay uno al que atender: la inflación y su conversión en estanflación. Algo más sencillo, que el kilo que compramos la economía esté construido porque el crecimiento de los beneficios superen las previsiones -en el caso de los países el PIB- y que los precios también lo hagan (inflación).

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Esta semana hemos tenido la revisión del índice más representativo de la bolsa europea, el EuroStoxx 50. Entre las firmas españolas nos hemos encontrado el regreso de BBVA y la salida de Amadeus, fuertemente penalizada por el Covid. La compañía más tecnológica de la bolsa española se queda fuera por la simple lógica del cambio. Malo de quién lo acepte, aunque casi todos queremos cambiar el mundo sin querernos cambiar a nosotros mismos.

El comienzo de curso tras el verano nos deja una foto muy parecida a la de años precedentes, las grandes compañías de la bolsa española se compran baratas respecto a sus beneficios. Sin embargo, lo barato no en todas las ocasiones es rentable, de la misma forma que el dinero del pobre va dos veces al mercado frente al del rico que puede adquirir cosas de mayor calidad.

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Ya comenté que mi receta para que un inversor conservador no pierda la carrera frente al incremento de la inflación es apalancar una quinta parte del ahorro disponible en renta variable durante una década, en una cesta de fondos de inversión de calidad diversificada. ¿Pero cuál es momento idóneo para hacerlo? La respuesta es sencilla y el termómetro reconocible. Cada vez que los medios de comunicación hablamos de desplome bursátil y el miedo se instala en mercado es un buen momento para entrar en bolsa.

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Uno de los motivos por los que confío en que los inversores conservadores, en muy poco tiempo, se adapten a la guerra contra la inflación que viene y no pierdan parte de su patrimonio radica en esa máxima militar que consiste en que nunca hay que combatir demasiado con el mismo enemigo, porque se acaba adaptando a tus tácticas.

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Lamentablemente, en la evangelización para que un inversor defensivo se convierta en uno más agresivo no sirve solo asustarle con que la inflación se va a comer durante la próxima década un 20% de su ahorro. A quien le quita el sueño la simple posibilidad de ver pérdidas cada vez que revisa el estado de sus posiciones no le vale la autodeterminación de quienes pensamos que solo porque estuviésemos derrotados cien años antes no es motivo para no intentarlo.

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Hay una generación de ahorradores que es imposible que por su edad y circunstancias puedan convertirse en inversores de riesgo y no son conscientes del acantilado por el que se va a despeñar su ahorro. Han pasado toda su vida entre los depósitos remunerados, renta fija de alta calidad, y las pocas incursiones en bolsa han sido las timofónicas o algún banco en el que para recuperar el capital invertido se necesitan dos vidas.