Bolsa, mercados y cotizaciones

¿Está caro Wall Street? Hay muchos tontos por cientos

Centro de Evergrande en Shanghái, China. Foto: Reuters.
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Los que no tenemos chupa de cota de malla contra la desdicha y vivimos entre los tontos por cientos (gracias otra vez tocayo Sabina) empezamos a hacer números de cuánto de cara está la bolsa americana en los precios actuales. Especialmente, porque una fuerte caída del mercado director nos puede dar un gran disgusto con una posición muy larga en mercado.

Si utilizamos una reversión a la media del multiplicador de beneficios que históricamente se ha pagado en el S&P 500, el precipicio al que nos enfrentamos es para matarnos: hablamos del 20%.

Además se ha instalado en mercado un relato alarmante de que viene el lobo, que no olvidemos que siempre es un argumento de aquellos que se les ha escapado el becerro de oro y en los precios actuales les da vértigo entrar en bolsa. En mi opinión, vamos a tener que comprar bolsa americana cara durante mucho tiempo.

Esta misma semana ha quedado clara la división entre los miembros de la Fed para subir tipos en 2022 (el inicio de la retirada de estímulos ya lo teníamos bastante claro en el calendario). Aceptamos que vamos a vivir con una inflación alta y un crecimiento algo más moderado de lo previsto, pero solo con que se cumplan tres cuartas partes del plan de ruta que Powell tiene entre manos, hay crecimiento suficiente para que esa reversión a la media no se vaya a producir.

El crecimiento del PIB para el año que viene se ha elevado al 3,8% frente al 3,3% anterior; para 2023 ha mejorado una décima (2,5%); y ya aparece en el horizonte 2024, con un 2%. ¡No está mal! El 75% del crecimiento a largo plazo previsto es del 1,5%... para los que hablan de estanflación.

Pongo sobre la mesa más: la previsión de beneficio por acción del S&P 500 para 2022 es del 3,5%; y del 3,2%, para 2023. Mientras no haya un deterioro importante de estos tontos por cientos Wall Street tendrá la oportunidad de revertir progresivamente a la media de su PER (veces que el beneficio está recogido en su cotización), sin un desplome abrupto del mercado.

Correcciones con tendencias bajistas (las que superan el 20%) se pueden ver. Excusas las hemos podido tener esta misma semana con Evergrande. La caída de la mayor inmobiliaria china provocó el lunes el pánico a que se produjese un serpentín de quiebras similares y, tras ellas, una corrida bancaria por el impacto en balance de los impagos producidos.

Se llegó a balbucear que iba a ser otro Lehman por los efectos que provocaría. Hoy, con más tiempo para reflexionar, da la sensación de que si buscamos un paralelismo es más claro el de Enron. Si aquella fue la mayor quiebra de los EEUU, ahora vamos a ver la mayor de la historia de China. Evergrande ha arriado velas en el cabo de poca esperanza.

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