Pocas alternativas de refugio está encontrando el inversor en 2022, un año en el que los bancos centrales parecen decididos a atajar una inflación que no deja de crecer mes a mes. Los fondos centrados en metales preciosos –donde el oro ocupa un papel predominante y que invierten en compañías relacionadas con la extracción y tratamiento–, que siempre han servido como una alternativa de seguridad en momentos de incertidumbre tampoco han cumplido su papel y ya pierden de media un 19,5%, en un ejercicio en el que el metal dorado está sufriendo una caída de más del 6%.