Redactor de elEconomista

Uno de los mayores gestores del mundo de renta fija, la gestora estadounidense Pimco, ha llevado a cabo su revisión anual de perspectivas seculares, y confirma a sus clientes el atractivo que ha alcanzado la deuda en el contexto macroeconómico y de mercado actual. La oportunidad ahora es muy atractiva, tanto, que Richard Clarida, asesor económico global de la firma y exvicepresidente de la Fed, y Marc Seidner, director de inversiones de estrategias no tradicionales, no veían una situación similar en décadas. La capacidad de la Fed de bajar tipos, junto a unas rentabilidades de los bonos que son muy atractivas, y el poder de diversificación que tienen en un momento de recalentamiento de los mercados financieros, son los principales argumentos a favor de los bonos.

Desde que Trump lanzase sus aranceles masivos a comienzos de abril contra el mundo, algo ha cambiado en la mentalidad de los inversores. Aunque el republicano haya optado por dar marcha atrás y poner encima de la mesa treguas para negociar acuerdos, los inversores tienen claro que se está produciendo una gran rotación que tiene un gran ganador: la bolsa europea. Aunque también ha afectado a otros mercados como el de renta fija, las acciones europeas se han convertido en un verdadero faro para el dinero que huye de EEUU en una tendencia que ha disparado Donald Trump y que diversos analistas han etiquetado como "Make Europe Great Again" (MEGA).

La famosa ‘Big Beautiful Bill’ que ha presentado el Gobierno de Donald Trump incluye una cláusula que ha dado mucho de qué hablar entre los expertos de los mercados financieros: el artículo 899 de la ley plantea la imposición de una tasa a los inversores que cobren dividendos, o cupones, de activos estadounidenses, si estos inversores provienen de países que la administración considere que llevan a cabo políticas “discriminatorias” contra Estados Unidos. La tasa parece diseñada como medida de presión por parte de la administración, para poder negociar nuevos acuerdos con bloques como la Unión Europea o China. El problema para EEUU es que puede estar apuntando con una ‘pistola de agua’ a su socio comercial europeo: un impuesto, aunque sea indirecto, a la inversión en EEUU, mejorará el atractivo de los activos europeos para los mercados globales. Durante años Europa ha tratado de proteger a su industria financiera contra el gigante estadounidense, y ahora que se preparan emisiones de deuda para financiar la defensa, el movimiento de Trump puede acabar siendo una amenaza con muy poca efectividad contra Bruselas. Ya hay organismos, como el Banco Central Europeo, que avisan de “una ventana de oportunidad” que hay que aprovechar.

Con la reunión del Banco Central Europeo de este jueves y el recorte de tipos de 25 puntos básicos todo parece indicar que ya solo quedan dos caminos posibles: tregua o fin total de las bajadas. Independientemente de la impresión que pueda generar entre los expertos, desde Bloomberg apuntan, citando fuentes internas del banco central, a que en el propio BCE están dando por hecho una pausa, o incluso el fin del camino. Según los mismos, la incertidumbre de los aranceles de Trump hace que pensar en esa ‘tregua’ como el escenario más probable. De este modo se rompería la racha de siete reducciones de tipos consecutivas y 8 desde que empezó el ciclo de recortes.

El Banco Central Europeo (BCE) ha recortado este jueves los tipos de interés por séptima reunión consecutiva y por octava vez en el actual ciclo de bajadas, emprendido el pasado verano. Con este nuevo recorte de 25 puntos básicos, la magnitud habitual, la tasa de depósito desciende hasta el 2% (el tipo de referencia ahora mismo, el que reciben los bancos por aparcar su exceso de liquidez), el tipo aplicable a las operaciones principales de financiación queda en el 2,15% y la facilidad marginal de crédito en el 2,4%. Esta bajada de tipos del BCE estaba ampliamente descontada ante un contexto marcado por la debilidad económica, el sólido descenso de la inflación y una amenaza comercial por parte de EEUU que puede exacerbar una caída de los precios (más deterioro de la actividad y más oferta de baratos productos chinos) ya empujada por los menores costes de la energía (mención especial el acusado descenso del petróleo). Tanto es así que, en la actualización de sus proyecciones trimestrales, el BCE ha corregido hasta 0,3 puntos porcentuales a la baja las relativas a la inflación. Aunque esto se podía interpretar como que hay margen para nuevas bajadas, el mensaje del organismo que ha calado es que el final del ciclo de bajadas está muy cerca. La reunión también ha servido para que la presidente del BCE, Christine Lagarde, aclare su futuro profesional, subrayando que no abandonará su cargo antes de expirar su mandato para presidir el célebre Foro de Davos.

Después de que este fin de semana el cártel de productores de petróleo, OPEP+ (la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios externos, como Rusia), acordasen un nuevo incremento de la producción para el mes de julio de 411.000 barriles diarios, el tercero consecutivo, fuentes de la Organización están apuntando a que Arabia Saudí, el líder indiscutible del cártel, está presionando a sus socios para que llegue un nuevo aumento de oferta el mes que viene. Según la filtración a la agencia Bloomberg, el reino saudí quiere seguir apretando el acelerador y aprovechar la situación antes de que termine la época del año en la que el consumo de crudo suele subir. Por el camino, socios como Rusia, Argelia u Omán, sufrirán las consecuencias: fueron los tres miembros del cártel que durante el fin de semana pelearon por evitar el incremento de producción.

La deuda pública ha sido históricamente una herramienta esencial de política económica (aumenta a través de déficits para estimular la economía y se reduce en épocas de bonanza), pero su acumulación descontrolada puede convertirse en una bomba de relojería, especialmente cuando afecta a países con un papel determinante en la economía global. Sin embargo, recientemente la elevada carga y eventos de tensión en el mercado han hecho preguntarse hasta qué punto pueden ser sostenibles los niveles actuales. La duda es dónde es más preocupante esta situación y en qué lugar puede emerger la próxima 'crisis'. El problema de realizar un vaticinio certero es que los candidatos son muchos y no paran de llamar a la puerta. En este contexto, países como Italia, España, Francia, Estados Unidos o Japón se perfilan como focos de riesgo potencial, no solo por el volumen de deuda, sino por su peso en la estabilidad financiera internacional.

En la primera parte de la entrevista en elEconomista.es, Daniel Lacalle, (Madrid, 1967), defiende cómo el dólar no está en peligro como moneda de reserva mundial porque "no hay una alternativa viable". "Es como un colegio en el que, como todos suspenden, el que menos suspende, gana", explica. Ahora, la segunda parte del encuentro el economista jefe de Tressis Gestión se centra en analizar el papel protagonista que han tenido los bancos centrales en el ataque de las fuerzas estatistas contra la libertad.

La combinación de políticas fiscales irresponsables, apoyadas por un banco central que se convierte en el prestamista de primer recurso, y no de último, como ya introduce Lacalle en la primera parte de la entrevista, explica gran parte del problema, algo en lo que incide en su último libro publicado, "El nuevo orden mundial" (Deusto). Además, el economista explica las trampas que se tienden con las lecturas de la inflación, un fenómeno que considera "una política", y no una casualidad.

Para Daniel Lacalle (Madrid, 1967), "dar la batalla cultural" es ahora indispensable para frenar el avance del "estatismo depredador". Su última contribución en la cruzada por la defensa de las libertades del individuo frente al estado se titula "El nuevo orden económico mundial" (Deusto, 2025), un ensayo en el que el economista jefe de Tressis Gestión repasa cómo el frente estatista ha ido tomando posiciones en los últimos años con herramientas como la Teoría Monetaria Moderna que ahora aplican los grandes bancos centrales del planeta, la censura o la Agenda 2030.

Lacalle explica a elEconomista.es los puntos clave de su último libro, explica el auge de Trump como un "antídoto contra el estatismo woke mundial", y repasa los grandes desafíos que tiene la nueva administración estadounidense por delante, como la lucha contra un enorme endeudamiento público, común en otras grandes economías, como Japón o la zona euro, o la aparente amenaza del dólar como divisa de reserva del mundo. A su juicio, todas estas cuestiones están relacionadas con el avance de un frente estatista, "consecuencia de generar desincentivos a defender la libertad".

En Europa, la diferencia entre el núcleo y la periferia cada vez se disipa más. En los últimos años, el perfil de crédito de Francia se ha deteriorado, y el país galo, antaño un bastión de responsabilidad fiscal en Europa, se ha convertido en una economía híper endeudada. Al mismo tiempo, Italia, que en los años de la Gran Crisis Financiera era uno de los enfermos de Europa, poco a poco está consiguiendo revertir la situación, y aunque todavía tiene un duro trabajo por delante, la mejora en la perspectiva de su calificación por parte de Moody's confirma que el país está en el buen camino. Las primas de riesgo de ambos países cada vez se estrechan más, en un momento en el que el Fondo Monetario Internacional le pide a Francia más esfuerzos para reducir su endeudamiento, ya que con el plan actual no habrá manera de cumplir el compromiso que ha asumido el Gobierno.