El petróleo se estaba asomando al abismo y se cayó. Los futuros de crudo (tanto Brent como West Texas) acumulan una caída que supera ya el 16% en dos meses (desde principios de julio). Este descenso resulta un tanto sorprendente, puesto que se ha producido en un mercado físico (petróleo al contado) ajustado y con los inventarios cayendo. Es más, el desplome del crudo ha llegado con el mercado en estructura de backwardation (el crudo físico es más caro que los futuros), lo que deja entrever que en este preciso momento la demanda es incluso más fuerte que la oferta. Sin embargo, la tormenta perfecta que se cierne sobre el mercado de petróleo ya ha provocado una fuerte caída de precios que podría acentuarse si termina estallando. Los nubarrones que conforman esta tormenta son potentes: el principio del fin de los recortes de la OPEP (aumenta la oferta), la probable vuelta al mercado del petróleo libio (aumenta la oferta), la notable desaceleración de la economía de China (reduce la demanda) y el riesgo de recesión en Occidente (también reduciría la demanda). Si todos estos riesgos terminan materializándose, el mercado de petróleo podría terminar patas arriba. El año que prometía ser alcista podría terminar siendo todo lo contrario.