
La guerra de Ucrania tiene centenares de implicaciones, sin embargo, la energética ha estado siempre en primer plano para Europa. El continente, que se había acostumbrado al gas y crudo rusos baratos, ha tenido que 'independizarse' a velocidad récord, provocando un vuelco en el mercado a nivel mundial, con todo el caos que eso conlleva. Sin embargo, hay otra batalla que definirá el futuro del viejo continente y que se definirá con la guerra: el próximo pulmón energético del continente (y una de las regiones con más potencial del mundo) está bajo asedio, el Mar Negro.
Según el último sondeo realizado por Turquía tras anunciar una oleada de nuevos proyectos, bajo las aguas de este mar cargado de tensión geopolítica se esconden 10.000 millones de barriles de crudo y cerca de 2 billones de metros cúbicos de gas. Para hacerse una idea de las dimensiones de este potencial, y lo que puede suponer para Europa, las reservas que quedan en el Mar del Norte, el corazón energético de Europa y cuyos precios son la referencia del viejo continente, llegan a los 24.000 millones de barriles. Noruega, el gran dominador de estas aguas, tiene unas reservas de 7.500 millones de barriles. Respecto al gas, ahí es donde reside el gran potencial pues, de confirmarse las previsiones de Turquía, la región albergaría más reservas que la propia potencia energética Noruega, que apenas cuenta con 1,98 billones de metros cúbicos.
Y no solo es el gas y el petróleo, la exploración parcial del Mar Negro ya ha revelado depósitos colosales de sulfuro de hidrógeno , un gas del futuro que potencialmente puede ayudar a la producción de energía limpia al mezclarse con gas natural para crear emisiones de dióxido de carbono mucho más bajas.
Desde Atlantic Council van más allá y creen que estas aguas, hasta ahora marcadas por la guerra y el conflicto, pueden ser la clave del futuro de Europa y la región Para la firma "el desarrollo de las reservas de gas del Mar Negro que se están explorando en las zonas costeras de cada estado ribereño, es clave. Pues, "estas reservas podrían convertirse en el eje de una economía regional integrada".
Estos recursos pueden ser el futuro, pero para entender ese futuro y las complicaciones que entraña conviene primero echar un vistazo al pasado. Los antiguos imperios que luchaban hace años por estas aguas y territorios, hoy lo hacen por el gas y el petróleo, pero las rivalidades son prácticamente las mismas. Aunque Turquía y Rusia aparentan mantener una buena relación (Putin y Erdogan se parecen mucho), ambos países son eternos enemigos y el Mar Negro era una de las fuentes de disputa. Y es que las tensiones en el Mar Negro no son nuevas; están profundamente entrelazadas con las disputas históricas entre el Imperio Ruso y el Imperio Otomano. Desde el siglo XVIII hasta el siglo XX, estos dos gigantes lucharon por la dominación de esta región clave, considerada una puerta de acceso vital para el comercio, la expansión territorial y la proyección de poder.
El Imperio Ruso, bajo los zares, buscaba expandirse hacia el sur para obtener acceso permanente a puertos cálidos, asegurando su presencia naval en el Mediterráneo. Para lograrlo, necesitaba controlar los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, controlados por el Imperio Otomano. Por otro lado, los otomanos veían al Mar Negro como un bastión estratégico esencial para su seguridad, conectando sus territorios en Europa y Asia.
"Las batallas en el sur del país están frenando el potencial energético de la región"
Estas rivalidades dieron lugar a múltiples guerras rusos-otomanas, la más notable de las cuales fue la Guerra de Crimea (1853-1856), en la que las potencias europeas también se vieron involucradas. Al final, los otomanos se vieron debilitados, y el poderío ruso en la región creció, aunque las tensiones no cesaron. Incluso tras la caída de ambos imperios, la influencia de sus enfrentamientos sigue resonando en la geopolítica actual del Mar Negro. Hoy, Turquía y Rusia, herederas de estos antiguos imperios, vuelven a estar en una situación de competencia en el Mar Negro (con Ucrania y Crimea copando también la actualidad), mientras que países como Bulgaria y Rumanía, ambos miembros de la OTAN, también están profundamente involucrados en la dinámica regional.
En ese sentido, Crimea (la Crimea de hoy bajo control ruso), que se adentra en el mar y tiene un gran número de proyectos en sus costas, se enmarca como la posición de mayor potencial en ese sentido. Olya Korbut experta del Instituto de Estudios Estratégicos del Mar Negro (Ucrania) comenta que las batallas en el sur del país están "frenando el potencial energético de la región". Respecto a Crimea, la experta sentencia que es tal su importancia que este fue uno de los factores esenciales para entender el conflicto, ya desde 2015. "Los yacimientos de gas descubiertos por Ucrania fueron una de las razones por las que Rusia se anexó la península".
Independientemente del crudo y el gas de Crimea, las costas que Ucrania tenía antes de la guerra albergaban cerca de 37.500 millones de metros cúbicos aunque desde el Instituto de Estudios Estratégicos del Mar Negro comentan que "pueden ser mucho mayores". Un territorio que se ha dejado de explorar en busca de nuevas prospecciones y que está viendo como ataques con drones a las plataformas que ya hay se convierten en la norma.
"Todo el resto de países, que tradicionalmente han dependido de importaciones de energía podrían ver como su situación cambia de golpe (convirtiéndose en productores)"
Respecto a los ataques, desde Kiev llevan en marcha desde el inicio de la guerra, el mismo 2022 ataca las plataformas Chernomorneftegaz, unos bombardeos que han seguido siendo la tónica del conflicto. En 2023 dio un paso más allá y directamente tomó varias de las explotaciones situadas en la costa de Crimea, concretamente se hizo con las "Torres Boiko". En resumen, las plataformas y proyectos que están diseminados por la región se han considerado objetivos bélicos de primer orden.
En cualquier caso, este no es un tema íntegramente de Rusia y Ucrania, compitiendo por los recursos. Desde Tenaris comentan que cambiaría por completo la realidad de todos los países que comparten este mar y, por ende, de la UE, pues algunos de sus miembros tienen soberanía en sus costas. "Todo el resto de países, que tradicionalmente han dependido de importaciones de energía podrían ver como su situación cambia de golpe (convirtiéndose en productores)", comentan desde Tenaris, el gran fabricante de infraestructura energética. La empresa explica que hasta ahora la enorme riqueza energética de esta zona estaba limitada por la tecnología pues donde parece que abundan los recursos es en zonas de agua ultraprofundas que requiere diseños muy sofisticados.
Desde Atlantic Council comentan que "se necesitan más inversores que aporten tecnología, apoyo financiero y conocimientos técnicos para ayudar a los países de la región puedan desarrollar una estrategia integrada que aborde los desafíos compartidos". Sin embargo esto es difícil por la situación de guerra y caos que reina, con buques rusos realizando operaciones militares en la región, noticias de bloqueos y drones ucranianos haciendo implosionar estaciones.
Un pulmón bloqueado
Rumania sería otro de los grandes beneficiados de una eclosión del Mar Negro como un gran campo petrolero y gasista. El país de la UE , que durante la primera mitad del siglo XX ya vivió una primavera petrolera. De hecho la región fue una de las primeras de todo el mundo en descubrir 'oro negro' y llegó a ser la primera potencia de Europa en producción solo por detrás de la URSS, cuyo suministro venía en aquel entonces de Asia (Azerbaiyán y el Caúcaso).
Sin embargo, los descubrimientos en otras partes del mundo y, especialmente el agotamiento de sus reservas, han ido desplazando al país balcánico a un rol testimonial produciendo 56.000 barriles diarios, en el puesto 49 a nivel mundial, por detrás de países testimoniales como Dinamarca. Sin embargo, Rumanía sueña con recuperar algo de su edad dorada y poder convertirse así en un eslabón clave en el suministro del viejo continente.
En virtud de esa esperanza desde Bucarest han ido anunciado proyectos en el Mar Negro. En 2023 se comprometieron a invertir cerca de 4.000 millones de euros dedicados a este fin. En junio del año pasado, OMV Petrom y Romgaz cerraron un proyecto con el que esperan producir cerca de 100.000 millones de metros cúbicos de gas natural en diez años. "Para ilustrar la magnitud del proyecto: la producción equivale a la demanda anual actual de gas natural de unos 4,3 millones de hogares multiplicada por 30", comentaba Christina Verchere, directora general de OMV Petrom.
La idea es seguir esa línea con nuevos proyectos pero el país se ha encontrado con serios problemas. "Rumanía sigue adelante, pero el proceso es más lento debido al comportamiento de Rusia. El mar no es sólo un campo de batalla, sino que también está plagado de minas a la deriva que representan un peligro para el transporte marítimo y las plataformas petrolíferas. Cuando se lanzó una nueva plataforma el año pasado, estaba situada a sólo 45 kilómetros de la Isla de las Serpientes en Ucrania", comentaban desde Atlantic Council.
"No estamos en una zona de guerra, pero estamos lo suficientemente cerca y claramente tiene un impacto. Hemos detectado minas cerca de la plataforma, hemos tenido buques de guerra que se han acercado a nuestra plataforma y hemos tenido aviones sobrevolando nuestra plataforma", dijo el director ejecutivo de Black Sea Oil & Gas, Mark Beacom.
Con todo, Rusia ha consolidado su presencia militar en la región, sobre todo después de la anexión de Crimea en 2014, un movimiento que le otorgó el control directo sobre puertos clave y bases navales estratégicas en la península. Esta expansión ha sido vista como una amenaza directa por sus vecinos occidentales y Turquía, que comparten las orillas del Mar Negro.
Turquía, por su parte, tiene una posición dual: es miembro de la OTAN, pero mantiene una relación compleja con Rusia, especialmente en el ámbito energético y en conflictos regionales como Siria y Libia. No obstante, Ankara no ha dejado de fortalecer su influencia en el Mar Negro, a menudo como contrapeso al expansionismo ruso.
Por otro lado, Bulgaria, también un actor importante, teme el creciente poder militar de Rusia en la región. Como miembros de la OTAN, sus alianzas con Occidente los han llevado a reforzar sus defensas y a aumentar su presencia naval en el Mar Negro, a menudo coordinándose con Estados Unidos y otras potencias de la Alianza Atlántica para contener las ambiciones rusas.