Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La crisis del mar Rojo está perdiendo relevancia en los medios y en los informes de las casas de análisis, pero lo cierto es que sigue modificando y transformando las cadenas de suministros y su funcionamiento a nivel global, generando cambios importantes a miles de kilómetros del propio mar Rojo. España y, más en concreto, el Puerto de Algeciras, es un buen ejemplo de ello. Este puerto está viendo un fuerte incremento de la actividad de bunkering (repostaje de buques), tornándose en el epicentro del Mediterráneo de esta actividad que es una suerte de 'deporte nacional' en zonas como Singapur. De este modo, el Puerto de Algeciras se está convirtiendo en el 'Singapur español', con varias gasolineras flotantes abasteciendo de combustible a otros buques 'exhaustos', que tras bordear África hacen una parada en España antes de seguir con su ruta.

La capacidad de la industria petrolera para inundar el mundo de crudo será históricamente alta en cuestión de años. Esta frase, que parece exagerada, resume la previsión de medio plazo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Es cierto que la demanda de petróleo no va a parar de crecer en los próximos años, pero según la AIE estamos a las puertas de una de las etapas de mayor capacidad excedente en el mercado de toda la historia. Esta es la conclusión que arroja el último informe de la Agencia Internacional de la Energía en el que explican que, a pesar de que el camino hacia 2030 va a venir con más consumo de energía fósil, la realidad es que una ola de producción que vendrá de más allá del Atlántico proporcionará un superávit total que deje "los mercados petroleros totalmente abastecidos".

La economía de Suecia, su modelo social y su estado de bienestar han sido durante años una referencia a seguir para muchos países de Europa y, del mundo, pero sobre todo para ciertas facciones políticas que abogan por un Estado grande y protector. Los elevados niveles de desarrollo de la economía sueca (aunque no se pueden atribuir ni mucho menos solo a esas variables) y un crecimiento aceptable han avalado esas posturas durante mucho tiempo. Sin embargo, más allá del PIB per cápita o de la tasa de paro general, que siguen manteniendo el tipo, hay otros indicadores, no solo económicos, que ofrecen una realidad muy distinta de Suecia. Una realidad que está llevando al foco de la actualidad el supuesto deterioro del modelo sueco. Un buen ejemplo, aunque no el único ni el mejor, se puede observar en la tasa de paro juvenil sueca: su tendencia al alza, junto al buen comportamiento del mercado laboral español, está generando una convergencia que parecía inimaginable hace tan solo unos años. ¿Qué está pasando en Suecia? ¿Es el fin del modelo social más laureado en Europa?

Renta fija

La incertidumbre política en Francia ha sido la gota que ha colmado el vaso de los mercados con la deuda del país. El bono francés a 10 años no ha sido capaz de aguantar la presión por los resultados de las elecciones europeas, y su rentabilidad a vencimiento ya se encuentra a niveles del bono portugués, algo que no ocurría desde el año 2006. La tendencia de la deuda francesa lleva ya mucho tiempo siendo negativa frente a sus comparables europeos debido al enorme endeudamiento del país y a los problemas que está teniendo para enderezar esta situación. Francia tiene problemas económicos por no conseguir contener su gasto público ni cuadrar las cuentas presupuestarias. Ahora, ante la perspectiva de nuevas elecciones y el auge de la derecha populista, el bono ya da prácticamente el mismo interés que la deuda lusa: el título francés ofrece una rentabilidad del 3,20%; frente al 3,21% del portugués. El país luso ha seguido el camino contrario a Francia, el de la responsabilidad y la contención fiscal, y ya está recogiendo los frutos. Tanto, que parece que el acrónimo despectivo PIGS que se acuñó durante la crisis de deuda europea, en 20212 (Portugal, Italia, Grecia y España), va a ser sustituido por unas nuevas iniciales: los FIGS.

El dólar sigue siendo la divisa dominante, se mire por donde se mire. Tanto en operaciones con mercancías, con servicios financieras o como activo de reserva, el dólar aparece como el activo más usado. Sin embargo, profundizando en los datos se puede observar una tendencia naciente: algunos bancos centrales muy poderosos cada vez acumulan menos dólares en favor de otros activos como el oro o el yuan chino, lo que está llevando a que el peso del dólar como divisa de reserva caiga a su nivel más bajo en varias décadas, tal y como revela el Fondo Monetario Internacional y la Fed de Nueva York en dos notas publicadas recientemente. ¿Supone esto un vuelco del sistema monetario? No, ni mucho menos, pero sí es una tendencia clara de hacia donde se dirige la economía global: un sistema monetario multilateral.

Europa y el mundo están inmersos en una enorme batalla que ha centrado toda la atención: derrotar a una enconada inflación. El propio BCE en su última actualización macro en la reunión de junio habla de que no volverá al objetivo del 2% hasta finales de 2025 y que no logrará un IPC anual atado por debajo de esa marca hasta 2026. En ese sentido, los altos cargos de la institución monetaria se han encomendado a un delicado equilibrio de altos tipos de interés en el medio plazo para conseguir un objetivo muy complicado: lograr ese descenso final mientras se mantiene viva la llama de la recuperación económica. Una labor repleta de peligros y uno de ellos que ha estado bajo el radar durante meses y meses está cobrando fuerza para los expertos: una guerra arancelaria y comercial que eleve los precios… y al mismo tiempo sacuda con contundencia la economía de Europa.

Cada año se publican decenas de previsiones que ponen fecha al principio del fin del petróleo. La poderosa irrupción del coche eléctrico, las mejoras en la eficiencia de los motores de combustión o el menor uso de los hidrocarburos en las industrias de los países desarrollados han llevado a que la se hable de esta década como la última en la que aumentará algo la demanda de petróleo mundial. Sin embargo, son tantos los factores que pueden influir en el consumo de crudo en un periodo de años, que las 'apuestas' son variadas y todas parecen tener lógica y fundamento. Una de las últimas ha sido la de Goldman Sachs que, frente al consenso marcado por la Agencia Internacional de la Energía, cree que la demanda de crudo seguirá creciendo unos cuantos años más. Así será el último baile entre el petróleo y la economía.

Menos de 24 horas después de aprobar la primera bajada de los tipos de interés en la eurozona desde 2016, el Banco Central Europeo (BCE) ha recibido un nuevo dato que cuestiona esta decisión. Muy preocupado por un persistente repunte de los salarios que amenaza con mayores presiones inflacionarias en la región, los funcionarios del banco central han recibido este viernes sobre su mesa el siguiente dato: la remuneración por asalariado aumentó un 5,1% en la zona euro respecto al año anterior en el primer trimestre, frente al 4,9% revisado de los tres meses anteriores. El fantasma de la espiral precios-salarios vuelve a hacer su aparición en una eurozona con un mercado laboral 'caliente' y con una tasa de paro en mínimos históricos.

A veces puede ser mejor romper una promesa que llevarla hasta sus últimas consecuencias. Esto es lo que debió pensar Robert Holzmann antes de entrar este jueves a la reunión del Banco Central Europeo en la que fue el único que dijo "no" a la primera bajada de tipos de interés desde 2016. Siempre que hay rumores de bajadas de tipos, de la implementación de un plan de estímulos (compra de bonos) en la eurozona o de cualquier otra medida con cierta connotación expansiva en la política monetaria sale a escena el gobernador del banco central austriaco, el halcón (siempre defiende una política monetaria más restrictiva) entre los halcones del BCE, que no son pocos. Este economista de 75 años y rostro de anciano entrañable es un defensor a ultranza de los tipos de interés altos y de una política monetaria tensa que mantenga a raya a los 'despilfarradores'. Su notorio gesto rompiendo el consenso revela la existencia de los miedos dentro del Consejo a que un paso en falso haga descarrilar la lucha contra la inflación y arruine todo el trabajo hecho desde 2022 solo por aferrarse a su promesa de bajar los tipos en junio. Una promesa que puede salir muy cara.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha tenido una de esas reuniones complicadas en las que ha tenido que contestar a preguntas incómodas y difíciles de responder para cualquier mandatario. El BCE ha bajado los tipos de interés en 25 puntos básicos justo cuando la inflación parece que coge algo de impulso y el crecimiento de la economía despierta (lo que a través de la demanda puede dar fuerzas renovadas a la inflación). Lagarde ha tenido que responder a las preguntas que han puesto el foco precisamente en esto: ¿Por qué baja el BCE los tipos de interés cuando eleva las previsiones de inflación y crecimiento?