Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Ni España, ni Grecia, ni Portugal. El país que podría poner contra las cuerdas al Banco Central Europeo y a la zona euro en su conjunto es Francia. La segunda mayor economía del euro está sufriendo un incremento notable de su prima de riesgo (la deuda gala ya paga más que la portuguesa) en medio de un déficit público descontrolado, una deuda pública creciente y un panorama político incierto que puede terminar prendiendo la mecha de toda esa pólvora en algún momento futuro. Probablemente, no sea ni mañana ni pasado, pero la tendencia de la política fiscal gala es preocupante. No obstante, el BCE sí está dotado hoy de los instrumentos necesarios para, al menos, intentar evitar que suceda algo similar a la crisis de deuda soberana de 2010-2011. El BCE tiene dos escudos para los primeros envites y un 'arma secreta' que se anunció con la última revisión del marco operativo de la política monetaria.

En los últimos 70 años, la economía de España ha disfrutado en líneas generales de un crecimiento relativamente intenso que ha permitido que cada nueva generación tenga un nivel de vida superior a la anterior. Sin embargo, hay algo muy importante que amenaza y pone en duda esta tendencia: la vivienda, ese bien fundamental sobre el que gira la vida de cada familia, ha sufrido un incremento de precios que supera con creces al crecimiento económico (y los salarios), sobre todo en las ciudades, donde se encuentran las oportunidades de trabajo y donde casi todo el mundo quiere vivir. Comprar una casa es cada vez más difícil. No hay vivienda para todos en las zonas más 'calientes'. La demanda supera a la oferta. Aquí surge la pregunta: si el mercado (por varios motivos) es incapaz de generar la cantidad suficiente de ese 'bien', ¿por qué no se construyen viviendas públicas para aliviar el problema de millones de españoles?

La prosperidad económica de un país depende de muchos factores. Pero uno de ellos es sin duda su capacidad de crecimiento y de producción. Para crecer es necesario contar con los denominados factores de producción (trabajo, capital, tierra y quizá se pueden incluir otros como tecnología o capacidad empresarial), que son los motores que mueven el PIB. España y otros países desarrollados se van a enfrentar a la repentina pérdida de fuerza de uno de esos motores: si no se encuentra reemplazo para la generación del baby boom, el PIB per cápita de España podría caer hasta un 20% en las tres próximas décadas, sufriendo el mayor descenso de todos los países desarrollados, según ha publicado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Todos los países que han encontrado recientemente petróleo bajo tierra o bajo mar sin tener experiencia en esta industria tienen claro a quién quieren parecerse. Estos países firmarían ahora mismo poder seguir el camino de la pequeña Guyana, un país de 800.000 habitantes que ha pasado de producir cero barriles en 2019 a los 650.000 de la actualidad. Pero de todos los candidatos a ser la 'nueva Guyana' solo hay dos con potencial real: Surinam y Namibia. Si el objetivo es parecerse a Guyana, entre estos dos, parece claro que Surinam parte con ventaja en el corto plazo por el tipo de crudo que extrae, por su geografía e incluso por historia y cultura. Este país es un gran desconocido en el mundo del petróleo, pero todo hace indicar que muy pronto podría dejar de serlo. Con solo 620.000 habitantes y una superficie de 163.000 kilómetros cuadrados, este país lo tiene todo para convertirse en la 'nueva Guyana'.

Las grietas del 'imperio dólar' se han convertido en uno de los temas más recurrentes en los mercados y los círculos económicos en los últimos meses. El descenso de la cuota del dólar como divisa de reserva a nivel global es una realidad. Aunque es cierto que esta tendencia solo está impulsada por un puñado de países (aunque todos ellos son poderosos), el todopoderoso dólar está cediendo terreno ante el yuan o el oro en los balances de los bancos centrales. Uno de los países que está 'castigando' con mayor violencia al 'billete verde' es China, que lleva años vendiendo bonos del Tesoro de EEUU e invirtiendo su superávit por cuenta corriente en otros activos que no están denominados en dólares. Esta tendencia junto al 'arsenal' de deuda americana que Pekín aún posee suponen una amenaza para EEUU, un país que sufre un déficit público (más del 6% del PIB) descontrolado, una deuda pública creciente y un enorme déficit comercial (déficits gemelos).

La próxima revolución del petróleo llegará de América. Prácticamente este continente acaparará por completo la explosión petrolera del próximo lustro, tal y como anticipaba la AIE en su último informe. EEUU y su 'shale oil', Guayana y su boom y también despegarán Brasil y Canadá. Sin embargo, muy cerca de estos países, un auténtico gran titán del crudo que en su mejor momento llegó a bombear cerca de 3,5 millones de barriles diarios, a la altura de gigantes de la OPEP, se apaga.

Hay oportunidades que si se aprovechan pueden cambiar la historia económica de un país para siempre. Esto es lo que deben estar pensando ahora mismo los dirigentes de Marruecos, que está viendo cómo la Unión Europea impone impresionantes aranceles a los coches eléctricos chinos. Para unos ojos inexpertos, esto no supondría nada, pero a los ojos de los dirigentes marroquíes esto es una oportunidad histórica. Marruecos, un país con unos costes laborales similares o incluso más bajos que los de China, en una situación geográfica inmejorable para vender a Europa y con unos acuerdos especiales con la UE, dada su importancia para contener la inmigración se postula para convertirse en una gran potencia automovilística.

Javier Milei ha encontrado el antídoto contra la inflación en Argentina. El economista argentino está aplicando una antigua receta para cocinar el antídoto con el que está logrando una reducción relativamente rápida del descontrolado crecimiento de los precios. La receta es sencilla, lo complicado es tener el 'valor' para aplicarla: recortar el gasto público y ordenar el balance del Banco Central de Argentina casi de golpe y porrazo, para poner fin a un círculo vicioso de emisión monetaria para financiar el déficit público y pagar los intereses de los pasivos del banco central (el Banco de Argentina creaba grandísimas cantidades de dinero solo para remunerar los pasivos). ¿Por qué hay que tener valor para aplicarla? El problema o riesgo es que como casi todos los antídotos o medicamentos suelen tener efectos secundarios. En este caso, el más habitual es una fortísima recesión económica.

El Banco Central Europeo (BCE) anunció hace dos semanas la primera bajada de los tipos de interés desde 2016. El movimiento, un recorte de 25 puntos básicos en sus tres tipos rectores, fue visto como un gesto forzado para no manchar su reputación y credibilidad. El BCE se había comprometido a bajar tipos antes de contar con toda la información disponible, lo que generó cierto revuelo en el Consejo de Gobierno y en los círculos financieros, puesto que la primera bajada de tipos se ha producido con la inflación volviendo a repuntar y con el crecimiento de los salarios en máximos. Sin embargo, aunque la primera bajada ha podido llegar antes de lo necesario, hay quien piensa que ya no hay marcha atrás. El banco central ha mandado una señal y dar marcha atrás no es una opción, aunque suba la inflación.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo lleva años perdiendo peso en el petróleo mundial. La irrupción de nuevos y poderosos jugadores (EEUU, Canadá, Brasil...) y la marcha de algunos de sus miembros ha llevado a que su cuota de mercado disminuya poco a poco. En un intento por revertir esta situación, la OPEP, liderada por Arabia Saudí, buscó dar un golpe en la mesa con la creación en 2016 de la OPEP+, que amplió el cártel a otros miembros, entre los que destaca Rusia, que produce alrededor del 10% de la oferta mundial. Este nuevo grupo ha conseguido incrementar la cuota de mercado del cártel a alrededor del 50%, una cantidad más que notable, pero insuficiente para controlar de forma férrea el mercado. Para ello, la OPEP está buscando seducir a las nuevas 'fuentes del petróleo', aprovechando que todavía son 'promesas', el cártel está intentando convencer a Guyana y Namibia para que colaboren.