Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.
ECONOMÍA

El monstruo de la inflación irrumpió en la zona euro a mediados de 2021. Como toda bestia, su aparición atemorizó a las familias y empresas. Sin embargo, el Banco Central Europeo (BCE) no parecía tan asustado porque la inflación que acechaba a la eurozona solo estaba de paso. A los europeos nos había tocado el ogro con la 'cara bonita' (no como a Estados Unidos), la inflación impulsada por la energía y otros factores de oferta temporales que se corregirían con rapidez. No obstante, la amenaza ha ido transformándose poco a poco y lo que en principio era una visita rápida, comenzó a convertirse en una visita pesada. Ahora, el monstruo amenaza con completar su mutación y convertirse en una inflación de demanda, la más 'pegajosa' y resistente de todas.

Las fuertes sanciones que ha impuesto Occidente a Rusia prometían tener un impacto brutal sobre la economía. Aunque es cierto que estas sanciones tenían la capacidad de dañar (y mucho) a la economía europea (muy dependiente de la energía rusa), sobre todo tenían el potencial para devastar la economía de Rusia. Sin embargo, más de un año después, Rusia sigue resistiendo y haciendo malas esas lúgubres expectativas. Todo hace indicar que las sanciones, por ahora, solo han modificado los flujos de intercambios de bienes y servicios, pero no han privado a Rusia de sus exportaciones de petróleo ni de las importaciones de los tan necesarios bienes intermedios (maquinaría para seguir produciendo petróleo y fabricando bienes) y la tecnología. ¿Cómo es posible que el todo-poderoso Occidente no haya logrado aislar a Rusia? La respuesta parece cada vez más clara: Rusia tiene una larga lista de países 'aliados' que actúan como intermediarios.

El año 2022 estuvo marcado por la elevada inflación y la contundente respuesta de los bancos centrales al auge de los precios. La situación era evidente y no había otra opción posible: la inflación se estaba descontrolando y los bancos centrales tenían que subir los tipos de interés con contundencia. No obstante, entonces ya se comenzó a avisar de que la parte compleja llegaría cuando los tipos de interés se acercaran a la zona neutral, en ese momento el BCE o la Fed deberían decidir si hay que seguir hacia delante, parar o retroceder. Ese momento ha llegado y está rodeado de una gran incertidumbre que eleva las probabilidades de cometer un error hagan lo que hagan los bancos centrales.

La hoja de ruta del Banco Central Europeo (BCE) se ha llenado de tachones y modificaciones en el último año. La imprevisible fuerza de la inflación ha obligado al banco central a incumplir lo que hasta 2021 parecía un documento sagrado que se debía seguir al pie de la letra, para preservar la credibilidad del BCE. Para evitar nuevos pasos en falso, el BCE ha cambiado de estrategia. Aunque en la reunión de marzo se ha comunicado que la subida de tipos será de 50 puntos básicos (es un trato hecho), de ahí en adelante los movimientos de la institución monetaria vendrán predefinidos por tres criterios que, como suele ser habitual, no destacan por su claridad: el BCE decidirá reunión a reunión qué pasos tomar a partir de marzo.

La crisis del covid, primero, y la guerra de Ucrania, después, parecen haber descontrolado multitud de indicadores económicos que habían permanecido aletargados durante años. Entre ellos se encuentran algunos de los más relevantes como son la inflación o PIB. No obstante, hay otros indicadores menos conocidos, pero que tienen un claro impacto en la economía (en el propio PIB e inflación) y que están mostrando giros dramáticos y presentando cifras no vistas en la historia reciente de la economía, como son los agregados monetarios. Este lunes, el Banco Central Europeo (BCE) ha publicado la evolución de los agregados monetarios en la Eurozona con un resultado impactante: el M1 ha sufrido la primera caída de toda la serie histórica, lo que revela el impacto que están empezando a tener las políticas del BCE (subidas de tipos y reducción del balance) sobre el dinero en circulación.

En las últimas décadas, por normal general, los bancos centrales han logrado beneficios. Ellos crean el dinero y 'manipulan' la oferta monetaria y los tipos de interés con la intención de mantener el equilibrio de precios (inflación al 2% en la Eurozona). Sin embargo, en ocasiones la lucha contra la inflación puede generar pérdidas contables para estas instituciones. Cuando esto sucede, el banco central tiene que buscar soluciones para cubrir esas pérdidas (como ha hecho el BCE en 2022), ya sea a través de reservas, subterfugios contables o de la recapitalización directa por parte de sus accionistas (normalmente los gobiernos).

La banca central en los países avanzados está sufriendo pérdidas históricas. La fuerte subida de los tipos de interés está generando una pérdida contable de cientos de millones de euros que ha levantado mucha expectación entre analistas y el público en general. ¿Cómo puede ser que las entidades que 'crean' el dinero tengan pérdidas millonarias? El 'sinsentido' puede ser aún mayor si se tiene en cuenta que son los propios bancos centrales los que están generando este 'agujero' contable con sus propias políticas. Sin embargo, lo cierto es que no existe ningún sinsentido, puesto que el objetivo de los bancos centrales no es ganar dinero, sino mantener la inflación dentro de un objetivo. "Las pérdidas millonarias de los bancos centrales son el precio que tienen que pagar para controlar hoy la inflación".

El Banco Central Europeo (BCE) ha sufrido unas pérdidas históricas de más de 1.600 millones de euros en 2022. No obstante, la institución ha comunicado que su 'beneficio neto' ha sido cero euros tras utilizar 1.627 millones de euros de las provisiones para riesgos financieros para equilibrar el resultado contable. Estas provisiones son un colchón que lleva años construyendo el BCE para utilizarlo en ocasiones como estas. De modo que sin tener en cuenta las provisiones, estas sería las primeras pérdidas del BCE en casi dos décadas. Unas pérdidas provocadas por la fuerte subida de los tipos de interés y que han 'congelado' la distribución de dividendos a los tesoros de los gobiernos.

El Banco Central Europeo comenzó a subir los tipos de interés en julio del año pasado. Desde entonces, el 'precio del dinero' ha subido en 300 puntos básicos, un incremento notable para un espacio de tiempo tan corto. Aunque a nivel macroeconómico el impacto de la subida de tipos aún no se aprecia por completo, lo cierto es que a nivel individual y en sectores específicos, el cambio ya es notable y está afectando a las decisiones diarias de muchas personas. ¿Cómo una decisión que se toma en Frankfurt puede determinar si compras una casa o no o el precio de la barra de pan?

La inflación reapareció en nuestras vidas a finales de 2021 con una fuerza inusitada. Desde entonces, la evolución del IPC se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de los consumidores y de los mercados. Sin embargo, aunque la inflación ha vuelto por todo lo alto, el fuerte auge de los precios desde 2021 tiene poco que ver con los factores estructurales que definirán el futuro de la inflación durante las próximas décadas. La inflación actual es consecuencia de las políticas monetarias y fiscales llevadas a cabo durante la crisis del covid, y del impacto de la guerra de Ucrania en los precios de las materias primas. Sin embargo, hay otros factores que pueden ser aún más poderosos y que de su evolución dependerá el futuro de la inflación: demografía, desglobalización, descarbonización (inflación 3D) y, por otro lado, la automatización, robotización o digitalización (para que sean ya 4D en lugar de 3) de los procesos productivos.