La televisión pública, esa dama envejecida que se resiste a jubilarse, volvió a sacar del baúl uno de sus programas más icónicos: Telepasión Española. En sus primeras emisiones, desde 1990, este especial navideño fue un escaparate de estrellas, una demostración de que hasta los rostros más serios de los informativos podían soltar la corbata y cantar —o intentarlo— por villancicos y éxitos del pop. Sin embargo, lo que en su día fue un derroche de familiaridad y humor, hoy se siente como un anacronismo que sobrevive por inercia y no por relevancia.