La televisión pública, esa dama envejecida que se resiste a jubilarse, volvió a sacar del baúl uno de sus programas más icónicos: Telepasión Española. En sus primeras emisiones, desde 1990, este especial navideño fue un escaparate de estrellas, una demostración de que hasta los rostros más serios de los informativos podían soltar la corbata y cantar —o intentarlo— por villancicos y éxitos del pop. Sin embargo, lo que en su día fue un derroche de familiaridad y humor, hoy se siente como un anacronismo que sobrevive por inercia y no por relevancia.

Cuando el gran duque Enrique de Luxemburgo anunció su abdicación en favor de su hijo Guillermo durante su discurso navideño, no solo marcó el fin de una era en la diminuta pero influyente monarquía luxemburguesa, sino que también abrió una ventana a la historia de una dinastía cuyo peso supera con creces las fronteras de su territorio. En Luxemburgo, un ducado que parece sacado de un grabado medieval, los gestos de sus príncipes todavía resuenan con ecos antiguos, y la fortuna del soberano no es solo una cuestión de riquezas materiales, sino de un legado que mezcla poder, discreción y un fino sentido de lo simbólico. Pero en España no se conoce apenas nada de Henri Jean Benoît Guillaume.

Un holding es una organización económica que consiste en una agrupación de varias empresas o sociedades de las que una de ellas controla el negocio. Un buen holding es cuando unas empresas aprovechan los servicios o productos de otras del mismo grupo, unas sinergias que optimizan los recursos y generan negocio entre ellas, lo que favorece un crecimiento sostenible. ¿Y qué tiene que ver esto con la información del colorín que tratamos en Informalia? Pues mucho. Porque si hay un holding en el mundo del colorín ese es el de las Campos.

La Casa Real Británica anunció hace ya once meses que el rey Carlos III de Inglaterra había sido diagnosticado de cáncer. El monarca comenzó un tratamiento que le retiró temporalmente de sus labores y que después le ha obligado a reducir su actividad pública. Contábamos el pasado día 23 el cambio de escenario para su discurso de este año. El monarca británico, como casi todos los jefes de Estado, elige la Navidad, para dirigirse a la ciudadanía. Es en esta época, y bajo ese manto de nostalgia y consumo, es cuando los Reyes se reafirman tanto o más que sus súbditos en las tradiciones y se activan los discursos. Este 2024 que se muere de viejo requiere un obligada mirada hacia la Familia Real británica, un clan que nunca falla en regalarnos la mezcla perfecta de boato, decadencia y deslices éticos y que este año se ha tambaleado en la salud y la enfermedad.

La tradicional cita de Nochebuena con el mensaje del Rey ha adquirido este año un significado especial. En 2024, Felipe VI celebra diez años de reinado, y este hito ha impregnado su discurso navideño de un tono solemne y un claro propósito de conectar con los ciudadanos en un año marcado por la tragedia y la polarización política.

El pasado 19 de diciembre lo adelantábamos la primicia: las infantas Elena y Cristina pasarán año nuevo en Abu Dabi con su padre y se quedarán hasta el cumpleaños, como el año pasado. Pero en esta ocasión parece que la celebración será más discreta. Aquel enclave que desde el verano de 2020 acoge al rey emérito Juan Carlos I es otra parada habitual en el calendario de Cristina y también de su hermana mayor. Allí planean las infantas despedir 2024, como avanzábamos hace una semana y es muy probable que lo hagan en compañía de Victoria Federica y Froilán, este último instalado en el Golfo Pérsico y ya de vuelta tras visitar en Madrid a su madre por su 61 cumpleaños.

El pasado mes de febrero adelantábamos en primicia que Genoveva Casanova había fichado por la quinta temporada de El Desafío, que llegará a la vuelta de la Navidad a Antena 3. La mexicana, representada por Susana Uribarri, negoció un buen caché al rebufo del escándalo de su portada con Federico de Dinamarca paseando por Madrid. Informalia también confirmó el fichaje de Victoria Federica.

Dice que no tiene miedo, que va a contestar a todo esta noche con su verdad y que no ha puesto líneas rojas, pero Informalia está en disposición de asegurar que Bárbara Rey empieza evitando la verdad. La ex vedette y su representante han cerrado a cal y canto su intervención con todo tipo de cláusulas entre las que se incluye una dedicada a su hijo, Ángel Cristo Jr. De hecho, nada más empezar las negociaciones, hace ya unas semanas, Bárbara dejó claro que no quería a su hijo en plató ni cuando se emitieran sus entrevistas para comentarlas ni mucho menos cuando ella se sentara frente a los periodistas para contarles su verdad. Es decir que le ha vetado en cualquiera de sus intervenciones y ni siquiera puede entrar por teléfono. Ni él, ni por supuesto, su mujer, Ana Herminia.

El Tribunal Supremo de España ha dictaminado que acciones inapropiadas en estos eventos pueden justificar un despido disciplinario por considerarse faltas graves.

Existe una tendencia perniciosa en el lenguaje que, a fuerza de repetirse, ha terminado por calar en el imaginario colectivo: la de asociar al término “oveja negra” con individuos de dudosa moral, conducta deshonrosa y, en ocasiones, acciones abiertamente despreciables. Este desliz lingüístico, que parece más bien fruto de una pereza mental que de una reflexión seria, se ha vuelto particularmente insidioso en el caso del príncipe Andrés de Inglaterra, a quien algunos han osado calificar con semejante término.