Suele decirse, y así incluso lo versó Manrique, que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero no tengo tan claro que eso sea completamente cierto, al menos en lo que respecta a las leyes, a la Justicia y a la democracia. Allí donde las leyes se perfeccionan en la protección de derechos y libertades, al abrigo de una Justicia comprometida con su custodia y protección, es donde más garantías de progreso y prosperidad se encuentran, precisamente, el lugar donde se desarrollan las sociedades y las democracias más sanas del planeta. Por supuesto, España se encuentra hoy entre ellas, y si esto es así es porque en el marco de su constitución ha sabido construir un edificio jurídico-normativo suficientemente solvente para afrontar los grandes desafíos abordados como país en estos últimos 40 años. Consulte el especial 10º Aniversario de elEconomista.es