Analista senior del Flossbach von Storch Research Institute

Con el anuncio de nuevos aranceles por parte del presidente de EEUU, Donald Trump, los mercados han reaccionado con visible nerviosismo: el dólar se debilitó, las bolsas se han teñido de rojo y los bonos del Tesoro vuelven a brillar, como refugio seguro en tiempos de tormenta. Europa no es ajena al huracán, dada la relevancia de su sector industrial, y ha visto cómo el precio del crudo también se resiente. Aunque a veces algo distraídos, parece que los inversores finalmente han abierto los ojos ante una verdad incómoda: las barreras al comercio internacional no fomentan el crecimiento; lo obstaculizan. A contracorriente del relato oficial, la política arancelaria podría no ser la herramienta mágica para revivir la industria norteamericana, sino más bien un freno a la inversión.

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