Marta González es redactora en elEconomista.es, donde se incorporó en junio de 2021. Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, le interesa el medioambiente y escribe sobre temas variados, desde startups y criptomonedas hasta barcos.

Egipto se enfrenta a una escasez de divisas. Tal es la situación, que el Banco Central egipcio (CBE) se vio obligado a imponer restricciones a las importaciones en marzo -entre ellas, la necesidad de utilizar cartas de crédito para financiarlas- y a devaluar en dos ocasiones su moneda -hasta reducirla de unas 16 libras por dólar a 24,7 libras-, así como a recurrir por cuarta vez en 6 años al Fondo Monetario Internacional (FMI). A cambio del préstamo de 3.000 millones de dólares de aquí a 2026, el país se ha comprometido a cambiar a un régimen de tipo de cambio flexible, una medida a la que el país se resiste desde hace años.

En nuestro intento por contribuir en la lucha contra el cambio climático, muchas veces nos centramos en la erre de Reciclar, pero nos olvidamos de las otras dos. Y son igual de importantes. Reducir lo que consumimos es esencial pues los recursos del planeta son limitados y, además, se generan menos gases de efecto invernadero. Reutilizar, por su parte, se basa en darle una segunda vida a un objetivo que ya no quieres pese a estar en buenas condiciones. Con el fin de aunar estas dos surgió la Biblioteca de las cosas, donde se pueden alquilar de forma asequible objetos útiles como taladros, equipos de sonido y máquinas de coser en espacios comunitarios.

En 2020, la llegada de la pandemia puso patas arriba el mundo entero. De repente, los confinamientos, el teletrabajo y el distanciamiento social se convirtieron en la nueva normalidad. Asimismo, cambió por completo la forma de relacionarse con los demás, de hacer ejercicio y de consumir todo tipo de productos, especialmente ropa. Para la industria de la moda, esto se tradujo en un incremento de los pedidos online, así como de sus acciones. Una de las compañías que más se benefició de esta nueva tendencia fue Asos, cuyos títulos se dispararon más de un 351% entre abril y diciembre de ese año. Esta euforia se mantuvo hasta el 1 de abril de 2021. A partir de ahí, comenzó un declive que le ha llevado a ser el valor británico con peor rendimiento de 2022.

Una década después de que estallara la guerra civil en Siria, la economía del país se encuentra al borde del colapso. Además de tener que hacer frente a las consecuencias derivadas del conflicto, la nación de Oriente Medio tiene un suministro de bienes básicos muy limitado, su moneda está sumamente debilitada, no cuenta con apenas infraestructuras, el entorno empresarial es extremadamente deficiente y su gasto público es muy reducido. Y, por si todo esto no fuera suficiente, ahora es casi imposible conseguir combustibles.

En un año, el precio de las acciones de Tesla ha pasado de los 399,93 dólares a los 123,15 dólares y su capitalización de mercado se ha reducido en más de 676.000 millones de dólares, hasta los 385.890 millones. Aunque este desplome no ha pasado desapercibido para nadie, lo cierto es que el fabricante de coches eléctricos no es el valor con peor rendimiento del S&P 500 en 2022, sino el undécimo. Y es que, en realidad, el primer puesto del ranking lo ostenta Amazon.

Sin duda, el 2022 ha sido un año convulso para los mercados. Desde enero, el S&P 500 ha caído casi un 20%, un desplome que supone el tercer mayor retroceso en lo que va de siglo. Por su parte, el Nasdaq y el Russell 2000 se han dejado un 33% y un 22% de su valor, respectivamente. Para las carteras que dedican el 60% del capital invertido a renta variable y el 40% a renta fija, esta situación se ha traducido en pérdidas que rondan el 12%. Esto ha llevado a muchos inversores a vacitinar su fin, entre los que se encuentra Bank of America. Por el contrario, Goldman Sachs Asset Management augura el resurgir de la estrategia de inversión a largo plazo por excelencia en 2023.

Hasta hace poco, más de 230.000 personas esperaban con ansias cada día los "sabios" consejos de los influencers financieros de Atlas Trading, un foro de la red social Discord. Estos gurús bursátiles, como ellos mismos se autoproclamaban, recomendaban a sus seguidores invertir en determinados valores, asegurando que los veían como una apuesta a largo plazo, que planeaban comprar más acciones y que no iban a vender aunque subiera el precio. Sin embargo, todo era mentira. Ahora, la Comisión del Mercado de Valores de EEUU (SEC), así como el Departamento de Justicia y la Fiscalía del Distrito Sur de Texas, los acusa de haber estafado más de 100 millones de dólares.

La economía de Nueva Zelanda no da visos de desaceleración, más bien todo lo contrario. En el tercer trimestre del año, el Producto Interior Bruto (PIB) neozelandés creció un 2%, el doble de lo esperado. Además, la tasa de crecimiento interanual del país oceánico se situó en septiembre en el 6,4%, superando así las cifras registradas por Australia (5,9%), Reino Unido (2,4%) y EEUU (1,9%).

Parece mentira y muchos no lo creerán hasta que no lo vean, pero el 2022 llega a su fin. Sin duda, ha sido muy diferente a como se esperaba: se suponía que iba a ser el año que los países saldrían de la crisis provocada por la pandemia y, en cambio, se han encontrado de bruces con una guerra, el encarecimiento de los precios, una crisis energética e, incluso, una recesión. Sin embargo, también hay empresas que han salido ganando, aunque ninguna como Adaro Minerals Indonesia. Esta compañía se ha colgado el título de mejor rendimiento del mundo al registrar sus acciones un repunte del 1.170% este año.

En EEUU, poco queda ya del dinero acumulado durante los primeros meses de confinamiento. En esos momentos, las restricciones a la movilidad y el cierre de la hostelería, así como los paquetes de ayuda aprobados el Gobierno de Joe Biden, impulsaron el exceso de ahorro hasta superar los 2 billones de dólares en 2021. Una vez pasado lo peor, esta circunstancia jugó un papel clave en la recuperación económica del país. Sin embargo, también contribuyó a disparar la inflación y ésta, junto con las subidas de tipos de interés acometidas para controlarlo, ha terminado comiéndose ese presupuesto hasta dejarlo en unos 1,2 billones de dólares.