
En nuestro intento por contribuir en la lucha contra el cambio climático, muchas veces nos centramos en la erre de Reciclar, pero nos olvidamos de las otras dos. Y son igual de importantes. Reducir lo que consumimos es esencial pues los recursos del planeta son limitados y, además, se generan menos gases de efecto invernadero. Reutilizar, por su parte, se basa en darle una segunda vida a un objetivo que ya no quieres pese a estar en buenas condiciones. Con el fin de aunar estas dos surgió la Biblioteca de las cosas, donde se pueden alquilar de forma asequible objetos útiles como taladros, equipos de sonido y máquinas de coser en espacios comunitarios.
Todo empezó en 2014, cuando un grupo de amigas -formado por Rebecca Trevalyan, Emma Shaw y Sophia Wyatt-, decidió poner en marcha un experimento basado en el alquiler de objetos durante tres meses en una sala cedida en la biblioteca de West Norwood, en Londres, tras darse cuenta de que muchas personas no tenían ni el dinero ni el espacio para comprar cosas que se usan, como mucho, una vez al mes. Y que esto, a su vez, tampoco es bueno para el planeta. Por todo ello, se propusieron conseguir que pedir prestado fuera mejor que comprar.
Entre 2016 y 2017, lanzaron su primera campaña de crowdfunding y recaudaron 15.000 libras (unos 16.900 euros). Con ese dinero, compraron dos contenedores de transporte y alquilaron 400 objetos diferentes a 1.000 personas como prueba para identificar los más adecuados para formar parte de su biblioteca. Asimismo, esto les permitió comprender el papel dinamizador que tiene la iniciativa en los espacios comunitarios que ocupa.
A continuación, Trevalyan, Shaw y Wyatt probaron a colaborar con otros espacios comunitarios ya existentes, desarrollaron su propio software y un quiosco de autoservicio con taquillas, y se asociaron con Upper Norwood Library Hub y Crystal Palace Transition Town para lanzar Crystal Palace Library of Things.
Desde entonces y gracias a las 370.000 libras recaudadas mediante crowdfunding, la Biblioteca de las cosas se ha expandido hasta tener presencia en 7 barrios y colabora con más de 20 ayuntamientos y organizaciones comunitarias de Londres. En este tiempo, la iniciativa ha permitido ahorrar a los 5.000 prestatarios que han acudido a sus establecimientos cerca de 145.000 libras con los 10.000 artículos que han alquilado, según cifras de la organización. Asimismo, ha conseguido evitar la generación de 40 toneladas de residuos, así como la emisión de 88 toneladas de gases de efecto invernadero.
De cara al futuro, el equipo -que ha crecido hasta estar formado por 16 personas- se ha propuesto que todas las ciudades de Reino Unido cuenten en 2030 con un centro como éste al lado de talleres de reparación, granjas y huertos urbanos, mercados de bajos residuos, cocinas comunitarias, espacios artísticos y espacios de juego para niños, entre otras muchas cosas.