Marta González es redactora en elEconomista.es, donde se incorporó en junio de 2021. Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, le interesa el medioambiente y escribe sobre temas variados, desde startups y criptomonedas hasta barcos.

Atrás quedaron los tiempos en los que las compañías de Silicon Valley competían entre sí para atraer al mejor capital humano ofreciendo salarios por las nubes, beneficios adicionales, comidas gratis y asignaciones para viajes. Los decepcionantes resultados del tercer trimestre, combinados con la inflación, las subidas de tipos de interés de la Reserva Federal de EEUU y las actuales tensiones geopolíticas, han obligado a los gigantes tecnológicos a meter la tijera en su cuenta de gastos, lo que ha provocado que sus empleados hayan pasado de protestar a temer por sus puestos de trabajo.

En los últimos meses, el bitcoin se ha movido en el entorno de los 20.000 dólares y el ether en el de los 1.300 dólares. Una relativa estabilidad que podría interpretarse como una señal de que el criptoinvierno ya ha pasado, pero que, en realidad, vendría a constatar que el sector de las criptomonedas se encuentran inmersos en una edad de hielo.

La pandemia y los cortes en la cadena de suministros pusieron de relieve la dependencia de los países occidentales de las importaciones chinas. Desde 2020, EEUU y las naciones que conforman la Unión Europea (UE), así como muchas otras, trabajan para revertir esta situación. Por su parte, China no solo se ha propuesto ser autosuficiente, sino que, además, quiere convertirse en una superpotencia logística.

Tras cinco alzas de los tipos de interés en seis meses, la Reserva Federal de EEUU (Fed, por sus siglas en inglés) todavía no ha conseguido controlar la inflación y sigue lejos de su objetivo del 2%. Algo similar le ocurre al Banco Central Europeo, que ha aprobado otra subida de 0,75 puntos después de que los precios en la eurozona alcanzasen el 10% interanual en septiembre. Todo esto mientras las principales economías del mundo luchan por mantenerse en movimiento. Una situación compleja que muchos vaticinan que no se extenderá más lejos de 2023. Sin embargo, la historia dice que, cuando la inflación supera el 8%, tarda años en descender por debajo del 6%, según Oxford Economics.

A principios de siglo, comenzó una de las relaciones comerciales más beneficiosas del mundo: el affair entre las empresas alemanas y China. En este tiempo, el país asiático se ha convertido en el segundo mercado más importante para las compañías germanas -solo por detrás de EEUU-, mientras que, a los exportadores chinos, la maquinaria procedente de Alemania les ha permitido posicionarse como actores clave de las cadenas de suministro mundiales. No obstante, este romance podría haber llegado a su fin.

Los cortes en la cadena de suministros, la guerra de Ucrania, la inflación, las subidas de tipos de interés y el miedo a una recesión económica están haciendo mella en las cuentas de resultados de las grandes multinacionales, Mattel incluida. El fabricante de juguetes ha presentado esta semana los resultados del tercer trimestre del año y no han cumplido exactamente con las expectativas del mercado. Sin embargo, la compañía no está preocupada, pues cuenta con una arma secreta con la que pretende no solo capear el temporal, sino también disparar sus ganancias: la famosa muñeca Barbie.

La crisis de coste de vida lleva meses mermando el poder adquisitivo de los británicos y ha disparado la proporción de hogares con pocos o ningún ingreso discrecional hasta el 40%, cuando hace tan solo 9 meses se situaba en el 20%. Para los asalariados que cobran 407 libras a la semana, esto significa que, una vez pagados los impuestos correspondientes y los gastos básicos -vivienda, calefacción y comida, entre otros-, solo disponen de 2,66 libras para otros dispendios. Hace un año, esa cifra ascendía a 55 libras.

Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, lo hizo pensando que la ofensiva duraría poco. Sin embargo, han pasado 8 meses desde entonces y todavía no hay visos de que el fin del conflicto esté cerca. En este tiempo, cerca de 7,5 millones de ucranianos -mayoritariamente mujeres menores de 40 años y niños- se han visto obligados a abandonar sus hogares para poner rumbo al resto de países de la Unión Europea (UE). Una crisis de refugiados sin precedente con un elevado coste humano, material y económico, al cual pone cifras el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el informe The Fog of War Clouds the European Outlook.

Los inventarios de cobre se suelen contar en semanas, pero el sector los está contando por días. En concreto, calcula que tiene capacidad para cubrir 4,9 días de consumo mundial y podrían terminar el año en 2,9 días. Una situación sumamente inusual que podría disparar de nuevo la cotización de esta materia prima si los comerciantes se lanzan a comprar para garantizar su suministro. En la actualidad, el precio cerrado a tres meses de este metal ronda las 8.271,50 por tonelada (más de 9.430 euros) en la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés) y ha caído cerca de un 25% desde principios de año.

En la carrera por la independencia energética, la energía nuclear de nueva generación se ha posicionado como una alternativa verde a los combustibles fósiles rusos. El problema es que, al igual que ocurre con el gas, Rusia tiene la sartén por el mango: TENEX, propiedad de la empresa estatal rusa Rosatom, es la única compañía del mundo que comercializa el uranio de alta calidad enriquecido al 20% (HALEU, por sus siglas en inglés) que alimenta los reactores de las centrales. Ante esta situación, el Gobierno de EEUU ha decidido movilizar parte de sus reservas de este material apto para armas.