
La crisis de coste de vida lleva meses mermando el poder adquisitivo de los británicos y ha disparado la proporción de hogares con pocos o ningún ingreso discrecional hasta el 40%, cuando hace tan solo 9 meses se situaba en el 20%. Para los asalariados que cobran 407 libras a la semana, esto significa que, una vez pagados los impuestos correspondientes y los gastos básicos -vivienda, calefacción y comida, entre otros-, solo disponen de 2,66 libras para otros dispendios. Hace un año, esa cifra ascendía a 55 libras.
En una tesitura todavía peor se encuentran las familias británicas cuyos salarios brutos son inferiores a las 190 libras a la semana, pues ingresan cerca de 63 libras menos de las que necesitan para cubrir los gastos más esenciales. Se trata del mayor déficit al que se enfrenta este grupo desde 2007, según datos del Centro de Investigación Económica y Empresarial.
Aunque los trabajadores con salarios más bajos son los que más han visto desaparecer su poder adquisitivo, no son los únicos. Entre enero y septiembre de 2022, los ingresos discrecionales de los hogares con sueldos medios perdieron el equivalente a ocho años de ganancias, según publica Bloomberg.
Asimismo, el impacto de la crisis de coste de vida se ha sentido de manera desigual en el conjunto del país. Ejemplo de ello es que un residente en Londres cuente con más del doble de ingresos discrecionales que alguien que vive en el noreste de Reino Unido.
Menos calefacción y más bancos de alimentos
El encarecimiento generalizado de los precios, la crisis energética y la situación del mercado inmobiliario han llevado la tasa de inflación de Reino Unido a su nivel más alto desde 1983, al alcanzar en septiembre el 10,1% interanual. Una cifra que asciende hasta el 14,6% en lo que va de 2022, según datos de la Oficina de Estadísticas Nacionales británica.
Ante esta situación, alrededor de 7 millones de hogares británicos se han visto obligados a recortar al máximo sus gastos, lo que incluye desde no poner la calefacción a comer solo una vez al día, según un estudio de la Fundación Joseph Rowntree. Por otro lado, hay quienes han optado por endeudarse para poder hacer frente a posibles gastos extra, mientras que algunos han acudido por primera vez en su vida a un banco de alimentos.
Sin embargo, las organizaciones benéficas podrían dejar de ser una opción este invierno debido a la creciente demanda y a la reducción de las donaciones. En concreto, la mitad de los bancos de alimentos independientes del Reino Unido se verán obligados a reducir la cantidad de alimentos que reparten o, directamente, tendrán que limitar el número de personas a las que pueden atender.