Redactor de economía y mercados. Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Un día se preguntó cómo cotizaba un bono y ya no hubo vuelta atrás.

La secuencia se sigue repitiendo. El mercado laboral volvió a calentarse en abril en Reino Unido y los salarios volvieron a crecer. Esto aumenta de nuevo la presión sobre el Banco de Inglaterra (BoE) para que no cese en el endurecimiento de su política monetaria para contener los riesgos inflacionarios derivados de esa pujanza de los ingresos (más subidas de tipos y más lejanía a la hora de bajarlos). Los datos conocidos este martes han sacudido el mercado de bonos, llevando a los gilts (bonos soberanos británicos) a dos años a niveles de 2008.

La reciente victoria electoral del Recep Tayyip Erdogan en la segunda vuelta de las presidenciales turcas se ha traducido en un rápido giro económico del mandatario, al menos en las intenciones. Con una Turquía asfixiada por la inflación, Erdogan impuso su propia política monetaria ordenando bajar los tipos de interés cuando prácticamente todo el planeta los subía. Intentaba sujetar así antes de las elecciones un crecimiento sólido en los últimos años. Pero, al mismo tiempo, la moneda del país se desangraba sin parangón. La debacle de la lira turca obligó a su administración a ingentes medidas como masivas ventas de oro y de divisas extranjeras para sujetar el desplome. Ahora todo ese esfuerzo se puede ir al traste con el regreso a la ortodoxia económica.

El mercado mundial de bonos soberanos se sienta sobre un barril de pólvora cuya mecha contacta directamente con el Banco de Japón (BoJ). Las grandes tenencias que los inversores japoneses detentan de bonos extranjeros dado el escaso rendimiento que ofrecen las notas soberanas niponas tras años de políticas monetarias ultralaxas amenazan ahora con saltar por los aires si el banco central del país decide en cualquier momento virar el rumbo hacia el endurecimiento. La magnitud del riesgo es tal que hasta el Banco Central Europeo (BCE) ha lanzado una inusual advertencia.

Dentro de la convulsión que están experimentando la mayoría de los mercados inmobiliarios tras meses de fuertes subidas de tipos, el de Reino Unido esconde una auténtica 'bomba de relojería' -como ya lo denomina la prensa del país- que está a punto de estallar. La popularidad en los últimos años de las hipotecas a tipo fijo (en el caso británico implica un plazo de habitualmente dos o cinco años a tipo fijo y luego el paso a tipo variable) ha provocado que lo peor esté por llegar para hasta casi cuatro millones de familias.

Wall Street sigue fuerte. Ni la tan cacareada recesión para el segundo semestre de 2023 ni la dureza acumulada y por venir de la Reserva Federal con las subidas de tipos (la posible pausa telegrafiada para junio puede 'morir' tan pronto como en julio y los recortes para este año han desaparecido del GPS) parecen estar haciendo mella en la bolsa estadounidense. El tajo fue contundente en 2022 ante las rápidas alzas de los tipos y cierta recuperación tenía sentido. Pero, en realidad, ¿qué ha cambiado para que el S&P 500 gane más de un 11,5% en los cinco primeros meses del año?

El mercado laboral de EEUU está decidido a no dar tregua. En mayo se crearon 339.000 puestos de trabajo frente a los 195.000 que se esperaban, según ha publicado este viernes la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) del Departamento de Trabajo de EEUU. Además, el dato de nóminas no agrícolas de abril, que ya fue fuerte, se ha revisado al alza: de 253.000 a 294.000. El número de marzo también se ha corregido al alza: el añadido en los dos meses previos es de 93 empleos. La contratación sigue enseñando músculo y desafiando las esperanzas de la Reserva Federal de un enfriamiento en el mercado de trabajo que aplaque los riesgos de mayores presiones inflacionarias.

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Ni aviones, ni carros de combate, ni fusiles. Una de las armas principales en el contexto geopolítico derivado de la invasión rusa de Ucrania está siendo el dólar estadounidense. Si EEUU ha utilizado la hegemonía mundial de su moneda para castigar a Rusia y sus socios a través de sanciones, Vladímir Putin y otros rivales geopolíticos de la Casa Blanca han acelerado su contra-ofensiva: prescindir del 'billete verde' en sus intercambios para que la divisa estrella pierda poder. Sobre el terreno, los analistas coinciden en que, por ahora, el dólar tiene ganada la guerra, pero la desdolarización sigue ganando batallas.

La convulsión por la pandemia no ha sido un punto y aparte para las estadísticas macroeconómicas. Las alteraciones siguen ahí y los datos siguen mostrando desconexiones casi impropias antes del covid. En EEUU está ocurriendo con las cifras de Producto Interior Bruto (PIB) y de un indicador en teoría equivalente, como es la renta interior bruta. Si la primera métrica dice que la economía de la primera potencia del planeta aguanta sólida, el segundo refleja dos trimestres consecutivos de contracción. Es decir, que EEUU estaría en recesión técnica sin 'darse cuenta'.

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Quizá al público más joven le suene menos, pero lo primero que suele venir a la mente al oír hablar de la marca sueca Saab es uno de sus icónicos modelos de automóvil que triunfaron en los años 90 bajo el imborrable logo con un mitológico grifo rojo con corona y fondo circular azul. Cualquiera que sea un poco seriéfilo recordará al humorista estadounidense Jerry Seinfeld conduciendo un vistoso Saab 900 negro descapotable en su serie homónima. Una muestra de la popularidad que alcanzaron en EEUU los modelos de la automovilística nórdica fundada en 1937 para la fabricación de aviones (su nombre responde a las siglas de Svenska Aeroplan AB -Sociedad Anónima de Aeroplanos Suecos-). Un cuarto de siglo después, es esta última variante la que la está permitiendo resucitar.

Economía

Alemania ha entrado en recesión técnica. La economía más grande de Europa se ha contraído durante dos trimestres consecutivos. El retraso inherente a los datos de PIB (es un indicador que da información del paciente cuando este ya ha muerto o se ha recuperado) y la levedad de la contracción ha restado importancia mediática a la caída de la tradicional 'gran locomotora' del euro. Sin embargo, la recesión de Alemania podría estar revelando algo que va más allá de factores puntuales -que también están lastrando hoy la actividad-. Podría ser el reflejo de la crisis de un modelo que aboca al país a reinventarse en tiempos complejos.