Periodista económico
Opinión | Mariano Guindal

Se empieza a oír en los pasillos de la Magistratura que si Carles Puigdemont pisa España antes de ir a prisión tendría que pasar por un psiquiátrico que comprobara si está en sus cabales. No es una broma, ni una manera de descalificarle. Como ocurre con Donald Trump, hay expertos que denotan en sus comportamientos signos de trastornos mentales.

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Con motivo de los 80 años de Juan Carlos I, mi amigo Pepe García Abad afirma que "en términos globales, pasará a la Historia como un gran rey, pero los auditores pondrían salvedades referidas a la ética de sus negocios y a su ejemplaridad personal".

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Del mismo modo que Carles Puigdemont ha sido presidente de la Generalitat, podría serlo Gabriel Rufián. De hecho, es con quien mejor se identifican los independentistas. Provocador, impulsivo, ignorante y con escaso sentido común. Atributos todos ellos necesarios para triunfar en redes sociales.

Opinión | Mariano Guindal

Sarna con gusto no pica. Es lo que mas de uno pensó cuando comprobó que una parte muy importante de la sociedad catalana apuesta por un nuevo choque de trenes. ¿No quieres caldo?: pues toma tres tazas. Así lo dio a entender el líder de la "Catalunya insurrecta" Carles Puigdemont cuando dijo que los catalanes han abofeteado a Mariano Rajoy y a sus socios. Si esto fuese así, habría que esperar la reacción del resto de los españoles y ya tendríamos otro Ulster en el sur de Europa.

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Si TV3 fuese una auténtica televisión pública probablemente habría aprovechado estos días de crispación para emitir Mandarinas (2013), la excelente película del estonio Zaza Urushadze. En ella se hace una profunda reflexión de las consecuencias que produce el nacionalismo mal entendido y de los efectos que puede tener una declaración unilateral de independencia. Cuando ocurre, inevitablemente aparece el odio.

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Lo peor que puede pasar el 22 de diciembre, incluso para los propios independentistas, es que todo quede igual. El hecho de que ERC sea el partido más votado y pueda formar Gobierno con el PDeCat con el apoyo de la CUP es tanto como volver a la casilla de salida. Como en el film de Harold Ramis, equivaldría a estar Atrapado en el tiempo (1993). De vuelta al día de la marmota, como Bill Murray en la citada película. Una pesadilla propia de una novela de Kafka, que es una hipótesis más que posible.

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Al ministro de Energía, Álvaro Nadal, los dedos se le convierten en huéspedes en la medida en que se acerca la primera semana de diciembre. En estas fechas se produce tradicionalmente una fuerte subida de la luz. El consumo se dispara al encenderse las calefacciones y comenzar la navidad. Este año se espera una subida espectacular como consecuencia de la sequía, del alza del precio del crudo y del parón nuclear de Francia. Una tormenta perfecta.

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Secuestrados (2010), dirigida por Miguel Ángel Vivas, está considerada como la mejor película de terror de la última década. Esto es lo que nos está ocurriendo con el desafío independentista de Cataluña. Desde hace tiempo solo pensamos y vivimos para saber si Cataluña se separa de España, sin que pase nada. Se ha convertido en una obsesión que nos quita el sueño y las ganas de vivir.

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El futuro de Cataluña está en manos de Oriol Junqueras. Todo sondeo de opinión señala a ERC como el partido más votado en las elecciones del 21 de diciembre. Por tanto, dependerá de él que su comunidad entre en una senda de normalización democrática o en un callejón sin salida.

Mariano Guindal

La República de Cataluña es como el capítulo I de La Guerra de las Galaxias, es decir, La amenaza fantasma (1999), pero sin el talento de George Lucas. Un cascarón que no ofrece a sus ciudadanos nada real. Al máximo que pueden aspirar los dirigentes nacionalistas es a una soberanía compartida, como la que propugna Herrero de Miñón, que garantice la convivencia entre las dos comunidades con las que tienen que convivir. Y, tal como actúan, es una opción que no solo no abre camino, sino que cierra todas las salidas dando alas a quienes propugnan una vuelta atrás con la reinterpretación regresiva del Título VIII de la Constitución.