Mariano Guindal
Definitivamente, Jordi Turull es gafe. Cuando se disponía a atravesar las puertas de la gloria, el juez Pablo Llarena le amargó la vida. No es la primera vez que le sucede. Siempre que ha aspirado a algo en política, le salió el tiro por la culata. Ha sido una especie de tonto útil, al que habitualmente han utilizado de mamporrero.