Firmas

¿Es el sindicalismo cosa de hombres aún?

Los secretarios generales de UGT y CCOO y la ministra de Empleo. Foto: Archivo.

La lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad de derechos con los varones viene de lejos. Solo hay que echar un vistazo a la película de Sarah Gavron, Sufragistas, para saber de qué hablamos. En España tales reivindicaciones tomaron vuelo con la muerte del general Franco y la transición de la dictadura a la democracia. Desde entonces, han cambiado muchas cosas, pero donde menos han cambiado ha sido en los sindicatos.

Los secretarios generales de CCOO y de UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, han sido los primeros en subirse al carro de la huelga del jueves. Han denunciado la "vergüenza" de la brecha salarial, como si esto no fuese con ellos. Toda la culpa es de Rajoy. "Piove, porco Governo". Pero la realidad es tozuda.

En España hay mujeres banqueras, como Ana Botín; la secretaria general del PP es María Dolores de Cospedal; la presidenta del PSOE, Cristina Narbona; la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; hay ministras, empresarias, juezas, policías, pilotos... Lo que no hay son secretarias generales de un sindicato, ni de grandes ni de pequeños; ni de clase, ni amarillos. Nunca, y cuando digo nunca es nunca, existió una dirigente nacional de una central sindical.

Es cierto que hubo sindicalistas muy destacadas como Matilde Fernández, Salce Elvira o María Jesús Paredes, pero nunca pasaron de dirigir sus respectivas federaciones. Porque ya se sabe... el sindicalismo, como el Soberano, "es cosa de hombres". ¿Brecha salarial?: es una broma.

Durante 50 años quienes han negociado la mayoría de convenios colectivos han sido los sindicatos y nunca dieron la batalla por la igualdad. ¡Al revés! La mayor parte de las ocasiones se sacrificaban derechos femeninos, que no pasaban de ser una coletilla, para arrancar algún punto más de subida salarial. Por no hablar de la conciliación, que los sindicatos nunca han tenido entre sus prioridades.

Esto no significa que no se haya hecho nada. Como muestra un botón: el 13 de julio de 1977 un reducido grupo de feministas entregó en las puertas del Congreso un manifiesto a las tres únicas diputadas que fueron elegidas: Carlota Bustelo, María Dolores Calvet y Asunción Cruañes. Lo recibieron emocionadas: "¡Basta ya! No queremos ser diferentes" y cada vez lo son menos, a pesar del camino que queda por recorrer.

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