Opinión

Intolerancia

Imagen: EFE

Sarna con gusto no pica. Es lo que mas de uno pensó cuando comprobó que una parte muy importante de la sociedad catalana apuesta por un nuevo choque de trenes. ¿No quieres caldo?: pues toma tres tazas. Así lo dio a entender el líder de la "Catalunya insurrecta" Carles Puigdemont cuando dijo que los catalanes han abofeteado a Mariano Rajoy y a sus socios. Si esto fuese así, habría que esperar la reacción del resto de los españoles y ya tendríamos otro Ulster en el sur de Europa.

La mano dura que pide la derechona y la desobediencia civil que proclama la CUP nos llevarían a un callejón sin salida. Transformar la crispación en odio sería un gravísimo error. Como reflejó Griffith en Intolerancia (1916), una de las grandes películas de la historia del cine, la intolerancia es el preámbulo del desastre.

Por tanto, no habría que tener en cuenta las tonterías de la noche electoral ni de la campaña. Los resultados tienen que reposar y hay que reflexionar antes de tomar decisiones. ¿Qué nos dicen los resultados del 21-D? Que los argumentos de los dos bloques se han debilitado, por lo que no les queda más remedio que sentarse a dialogar de todo.

Los independentistas han visto cómo por primera vez un partido no nacionalista, Ciudadanos, ganó las elecciones. Además, la mayoría de los electores no quiere la independencia. Los secesionistas no llegan ni al 48 por ciento de los votos. Esto es menos de lo que representaban en las elecciones de 2012. Y, sobre todo, tienen que tener en cuenta que la separación de poderes en España es una realidad que impide que se pueda hacer una independencia unilateral sin sufrir las consecuencias.

Pero los constitucionalistas también se han debilitado, a pesar del triunfo de C's. En primer lugar, porque, a pesar de estar en la cárcel o fugados, los dirigentes han revalidado su mayoría absoluta en el Parlament. Tampoco se puede hablar de mayoría silenciosa, ya que participó el 84 por ciento del censo.

La derrota política del presidente Mariano Rajoy y del artículo 155 ha sido rotunda, como también lo es que la inmensa mayoría de la sociedad catalana quiere un referéndum pactado, como el que tuvo lugar en 2014 en Escocia.

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