Firmas

Los rufianes

Gabriel Rufián en el Congreso de los Diputados. Foto: Efe.

Del mismo modo que Carles Puigdemont ha sido presidente de la Generalitat, podría serlo Gabriel Rufián. De hecho, es con quien mejor se identifican los independentistas. Provocador, impulsivo, ignorante y con escaso sentido común. Atributos todos ellos necesarios para triunfar en redes sociales.

No es un caso aislado, sino un alumno aventajado del nacionalpopulismo con inserción social. Una especie de síntesis entre el postureo de Ada Colau, el cinismo de Artur Mas, el mesianismo de Oriol Junqueras y la intransigencia de Anna Gabriel. Se trata de una corriente política directamente importada de la Argentina de Néstor y Cristina Kirchner y La Cámpora.

Como en la película de Robert Enrico, son Los rufianes (1966) un grupo de aventureros movidos por odio y venganza. Son los representantes catalanes de la nueva política, en la que la clave del éxito es la audacia y la ignorancia. Dentro de este selecto grupo hay dirigentes tan ambiciosos como Marta Rovira y Elisa Artadi o los Jordis.

A estos cachorros se les llena la boca de democracia, al tiempo que descalifican a sus enemigos llamándoles fascistas o continuistas de Franco. Como reza la sabiduría popular, "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Esta manera de concebir el nacionalismo es profundamente totalitaria. Los soberanistas hablan en nombre de todos los catalanes, aunque solo representen a una parte. No aceptan leyes ni instituciones que no sean las suyas y niegan el pan y la sal a quienes no les siguen. De facto, están convencidos de que tienen la razón, que representan la esencia de Cataluña y no tienen el menor pudor en coaccionar a los dirigentes de Ciudadanos, del PSC o del PP argumentando que "está justificado porque odian a los catalanes".

El acoso que ha sufrido la dirigente más votada, Inés Arrimadas, es manifiesto. Un relato en el que fundamentan la animadversión y el desprecio hacia quienes no son "auténticos catalanes". Se trata de una lógica similar a la utilizada por los nazis contra los ju- díos. Primero los convirtieron en "enemigos del pueblo" para acreditar después su exclusión. Pero, afortunadamente, no todos los dirigentes nacionalistas son como los rufianes. Hay políticos que son honestos, al reconocer que la sociedad catalana está dividida, por lo que la forma correcta de actuar es restañando la fractura.

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