
Secuestrados (2010), dirigida por Miguel Ángel Vivas, está considerada como la mejor película de terror de la última década. Esto es lo que nos está ocurriendo con el desafío independentista de Cataluña. Desde hace tiempo solo pensamos y vivimos para saber si Cataluña se separa de España, sin que pase nada. Se ha convertido en una obsesión que nos quita el sueño y las ganas de vivir.
No tiene sentido; estamos perdiendo un tiempo precioso y las energías necesarias para posicionarnos ante el gran cambio que se está produciendo: la cuarta revolución industrial, la llamada era digital. En Europa se debate sobre la creación de los Estados Unidos de Europa, nosotros debatimos sobre el nacionalismo del siglo XIX y sobre la solidaridad como sinónimo de un robo: "España nos roba" y nosotros "robamos a Europa". A estas alturas del siglo XXI, seguimos peleándonos por el modelo territorial del Estado. Huele a naftalina.
El corresponsal de la DPA en España Pablo Sanginetti escribió recientemente un excelente artículo titulado "Corresponsal en busca de una metáfora", en el que trataba de explicar las razones por las que el periodista había ofrecido a sus lectores una visión romántica del independentismo catalán. Su conclusión era que el Gobierno de Mariano Rajoy no les había ofrecido ninguna metáfora alternativa sobre lo que pasaba para que pudieran entenderlo.
Sin embargo, los soberanistas les habían ofrecido una parábola fácil de comprender: Rajoy es un mal padre que ha roto la unidad familiar por no escuchar. Hay otras parábolas que no se han utilizado para no herir sensibilidades, como la de los nuevos ricos que se avergüenzan de sus parientes pobres, a pesar de que estos han sido quienes les han permitido triunfar. El propio Sanguinetti saca su enseñanza: "Pasada la medianoche de una de tantas jornadas históricas que en realidad no cambiaba nada, solo quedábamos un corresponsal alemán y yo en la redacción. Sobre la mesa había una caja de cartón con una pizza fría que no habíamos podido comer. Comentamos que llevábamos semanas durmiendo poco, soñando con Cataluña, sin informar de otro tema... El alemán, miró la pizza: "Estamos secuestrados". Pensé que esa metáfora valía también para España".